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Prensa CEB 27.04.22. Fue el mensaje del Rosario Misionero que se rezó el domingo segundo de pascua y domingo de la Divina Misericordia, un espacio organizado por las Obras Misionales Pontificias de la Arquidiócesis de Cochabamba, en el que también recordaron y pidieron por el descanso eterno de quienes fueran dos grandes sacerdotes jesuitas entregados a la misión, que partieron a la Casa del Padre hace pocos días, Padre Mateo Garau y Padre Miguel Manzanera, evangelizadores y testigos de la resurrección.

“Domingo de la divina misericordia, que hermoso es celebrar este domingo porque es la muestra del amor profundo de Dios, de ese Dios que nos ama sin medida, que nos enseña a amar, misericordia es bajar con el corazón a la miseria. Recordamos que los discípulos estaban en casa con las puertas cerradas por miedo a los judíos; creo que nuestras miserias están en los temores, en aquellas cosas que guardamos en el corazón y si bien podemos expresar externamente que todo va bien, sabemos que podemos tener muchas miserias en el corazón y es allí donde el Señor nos invita a entrar y nos invita a decir: Jesús en ti confío, porque sé que me llenas, estas ahí en mis problemas  y dificultades”, manifestó Gabriel Fuentes, colaborador del Arzobispado de Cochabamba en su reflexión.

Gabriel animó a ser verdaderos testigos de la resurrección y así poder contagiar la misericordia de Dios, para que podamos acudir a quien necesita, no solo en la miseria material, sino en la miseria espiritual que uno lleva adentro. “Pidamos al señor que nos ayude a vivir esa misericordia y llevemos, queridos misioneros, esa misericordia, porque el evangelio es alegría y misericordia”, dijo.

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