Mons. Aparicio: “Que el Reino de Dios, de paz, de justicia, de amor, de fraternidad, de integración se haga presente en este mundo, en medio de nosotros”
Prensa CEB 07.08.2022.- Este domingo 7 de agosto, desde la parroquia San Idelfonso de Quillacollo en la Arquidiócesis de Cochabamba, el Arzobispo Mons. Oscar Aparicio, manifestó el deseo de que el Reino de Dios se haga presente en Bolivia, y que todo el pueblo de Dios pueda ayudar a la construcción de este Reino, anunciando la paz, la justicia, la fraternidad y la integración.
En la ocasión pidió de manera especial, rezar por la Iglesia de Nicaragua, que está siendo perseguida por anunciar el Reino, por denunciar el desvío de valores humanos fundamentales y la atención a los más desvalidos.
Homilía completa:
A nombre de monseñor Iván y del equipo sacerdotal, como también de toda esta Asamblea, Iglesia Pueblo de Dios que peregrina aquí en Cochabamba, en este Santuario, quiero saludar a todos ustedes que nos siguen a través de los medios de comunicación, sabiendo que esta celebración la estamos transmitiendo a nivel nacional; por tanto, que desde este lugar llegue la bendición de la mamita de Urcupiña a todos y a cada uno de ustedes, a sus las familias.
La propuesta de la Virgen María, en esta advocación de la Virgen de Urcupiña es siempre muy clara y muy vidente, nos invita ciertamente a caminar juntos, nos invita a tener esta comunión de Iglesia, de hecho siendo la patrona de la integración en Bolivia, es algo fundamental también el mensaje, no solo de unidad, sino de construir una patria que procura el bien de todos.
Hemos celebrado ayer no más este aniversario de nuestra patria, de nuestra nación, lo hemos hecho también en todas las jurisdicciones eclesiásticas de nuestro país con el Te Deum “A ti oh Dios”, esto significa. A ti oh Dios la gloria, la alabanza, reconocemos que Tú eres el Dios de la vida y de la historia, que camina junto a nosotros, que construye nuestra sociedad, nuestras familias y nos ha regalado una nación, que estamos cerca de celebrar el bicentenario, 197 años. Por tanto, hemos agradecido a Dios.
El Te Deum, aparte de significar “A ti la gloria de Dios”, es decir, también junto con nuestras autoridades, con todo el pueblo de Dios que reconocemos que este Dios nos acompaña, que es el Dios de la historia, que está con nosotros, que no nos abandona. Por eso, queridos hermanos, creo que hoy la Palabra vuelve a cobrar una fuerza enorme.
En este anuncio de la elección de Dios para su pueblo, de hecho, hemos respondido con el salmo responsorial diciendo: “Feliz el pueblo que el Señor se eligió como herencia”, parece una situación desproporcionada, es decir, lo normal es que nosotros, por ejemplo, pedimos la bendición de Dios, no es tan normal que nosotros bendigamos a Dios, sin embargo, es posible. Por eso decíamos de celebrar y agradecer por nuestra patria Bolivia, le podemos decir bendito seas tú. Pero también lo normal es que nosotros podamos decir: Señor, tú eres nuestro lote, nuestra heredad, confiamos nuestras vidas en ti. Es como una proyección activa de parte nuestra.
Señor, nosotros respondemos con amor, nosotros te elegimos a ti como aquel que es nuestra herencia, te elegimos a ti, optamos por ti, sin embargo, que sea Dios quién eligió como herencia a su pueblo, nos elige a nosotros es un poco desproporcionado, no es normal, ¿Cómo fiarse de la fragilidad humana, cómo fiarse de un pueblo que muchas veces le puede dar la espalda, cómo fiarse de los que se desvían o se van por otro lado, cómo fiarse de un pueblo pecador?. Y, sin embargo, Dios lo hace. Por eso que hermosas son las palabras de Jesús cuando dice en su Evangelio de hoy: “No temas pequeño rebaño. No temas”. Yo estoy contigo, yo he elegido, pese a que eres frágil, débil, pequeño rebaño. Pese a que muchas veces eres infiel, tantas veces me cambias por otros dioses en minúscula, otras vas detrás de otros ídolos, no temas pequeño rebaño y como dice la segunda lectura: Él nos regala la fe, es un don de Dios la fe, como nos regala la vida, como nos regala la salud, como el que conduce nuestros pasos.
Por eso cuando decimos también nosotros acá en nuestro lema de hoy: “Caminamos juntos con Jesús y María de Ucupiña”. El señor nos acompaña.
Si desde este santuario, o a este santuario acuden tantos peregrinos para visitar a la Virgen, para acudir a la Virgen. Desde este santuario también que pueda irradiar este don de la fe y la devoción, sabiendo que Dios está caminando junto a nosotros y que la Virgen no nos abandona, nos da sentimiento de una filiación, no somos huérfanos. “No temas pequeño rebaño, yo estoy contigo, yo sigo eligiendo, te sigo amando”.
Por eso hermanos míos, la labor de la Iglesia es fundamental, la labor nuestra como Iglesia, pueblo de Dios, es fundamental en una nación. Y este santuario que cobija al pueblo de Dios y al equipo sacerdotal, tiene una función fundamental, que junto con María, no sólo caminamos juntos, sino que es el lugar de la integración, de la unidad, es el lugar donde nos esforzamos para que desde acá pueda también irradia esta fe, esta devoción y sobre todo construyamos
una patria, un País para el bien de todos.
Por eso, nos llama a ser buenos administradores en la Iglesia y la Iglesia llama fuertemente también a ser buenos administradores aquellos quienes tienen la autoridad de conducir un pueblo y de construir un Reino de Dios en este mundo, porque al final y al cabo, eso es lo fundamental, que el Reino de Dios, de paz, de Justicia, de amor, de fraternidad, de integración se haga presente en este mundo, en medio de nosotros.
Decía que la Iglesia tiene este papel fundamental en la construcción también de un pueblo, en ayudar a todo el pueblo de Dios, a responder positivamente al Señor: Señor, estamos contigo, Señor, proclamamos tu Palabra, Señor, juntos caminamos y queremos ser una verdadera comunidad, queremos ser aquellos que también anuncian este Reino de paz, de amor, de justicia, de fraternidad en medio de nosotros.
Por eso vean cuán importante también para nosotros en esta mañana rezar por la Iglesia en Nicaragua, la Iglesia está siendo perseguida porque ha levantado una voz profeta, porque anuncia el Reino de Dios que se debe hacer presente en este mundo, o porque denuncia también que no se están sobre todo hay un desvío de los valores humanos, cristianos fundamentales y la atención a los más pobres a los desvalidos, a los que deben dar,
constituyen también una nación. Vamos a rezar por esta iglesia, que el Señor nos conceda ser no sólo buenos administradores, sino aquellos que también anuncian este Evangelio con valentía.
La misma Palabra nos invita a estar vigilantes, es en este sentido también que nosotros acá en esta Iglesia, en este santuario, junto con la mamita de Urcupiña, queremos también ser garantes de esta fe y queremos estar atentos, vigilantes, despiertos, mantenernos en esta fidelidad que nos pide el mismo Señor. Que sea pues así.
Quiero volver a saludar a todos ustedes, hermanos, hermanas, que nos siguen a través de los medios invitando a que estos próximos días, podamos seguir vigilantes, expectantes en torno a la mamita, patrona de la integración, la Virgen de Urcupiña. Que su festividad nos pueda ayudar a ser constructores del Reino de Dios en medio de nuestro, que nos ayude a caminar juntos a reconocernos como hijos, como hijas de un mismo Padre y un único Padre. Y que ayude a todas nuestras autoridades a poder también, construir una nación, una patria integrada, unida, desafiada ciertamente en tantas adversidades, pero que juntos es posible caminar y que nosotros como Iglesia seamos la luz y el ejemplo, a poder seguir en esta construcción del Reino.
Que la mamita de Urcupiña nos bendiga, nos acompañe a todos y cada uno de nosotros, en nuestros barrios, en nuestras familias, en nuestra Iglesia y en nuestros departamentos.
Amén.