Mons. Oscar Aparicio: La Palabra de Dios nos invita a poder mirar a los demás
Prensa CEB 29.9.2024.-Queridos hermanos, la palabra de Dios nos está invitando a esto, a abrir nuestro corazón, a poder mirar a los demás, a poder mirar la creación, a ser auténticamente discípulo del Señor, acojámoslo así, acojámoslo de esta manera. Dejándonos guiar por esta palabra, por estos preceptos, por eso el salmo decía algo muy bello, los preceptos del Señor alegran el corazón, el espíritu del Señor alegre el corazón, de esta manera Mons. Oscar Aparicio se refirió a las lecturas del día de hoy.
Mons. Aparicio resaltó la preocupación por la creación Parece fuertísima la palabra hoy día, ¿no es cierto? Santiago es clarísimo, aquel que ha vivido pensando en sí mismo, queriendo darse placer así mismo, buscando y construyendo solamente su propio beneficio. Hay de aquel, porque definitivamente su ser, su abocarse a sí mismo no le lleva a nada más que a la perdición. Hay de ustedes que han actuado así, o es realmente durísima la palabra de Dios que hoy dice si tu ojo es ocasión de pecado, córtalo o sácalo, si tu mano es ocasión de pecado, córtala, no se trata de una condición física, literal, se trata propiamente de entrar en esta otra perspectiva de ser servidores de los demás. Por eso si una autoridad se corrompe es fatal, o se cree que es fatal. Si hoy hay una despreocupación enorme porque la creación se nos quema, la flor y la fauna, miles y millones de hectáreas, miles y millones de seres vivos en la naturaleza, en la flor, en la fauna y que haya despreocupación de aquello es absolutamente grave, reflexionó.
HOMILÍA DE MONS OSCAR APARICIO
29 DE SEPTIEMBRE DEL 2024
CATEDRAL METROPOLITANA DE COCHABAMBA
Este tiempo, que hoy justamente nos da también una perspectiva nueva y buena. Les recuerdo esta línea que seguía ya, no evidentemente todos los que son estas grandes propuestas, porque son muchísimas. Simplemente, él saber, por ejemplo, que hace dos domingos se nos hablaba del modo de ser Jesús, hasta el colmo de la admiración, los que habían sido testigos de las obras de Jesús, decían todo lo ha hecho bien. Pasó la vida en este mundo haciendo el bien, el bien para los demás, el bien en este mundo. Por tanto, en su relación también no solo personal, sino en su relación con la naturaleza, el mundo. La creación misma pasó haciendo el bien en el trato real y verdadero hacia lo que es esta creación, como también pasó haciendo el bien hacia los demás, hacia los otros.
Eso es lo que admiraba a los demás, un hombre de bien. El anterior domingo se nos recordaba a través de la palabra que el Hijo del Hombre vino para servir y no ser servido. Por tanto, el discípulo, el que quiera ser grande en este mundo, el discípulo y cualquier otra persona también, que quiera tener este ser grande, debe hacerse servidor de todos.
Optar por Dios
Yo creo, hermanos, que esta Palabra de Dios hoy, de alguna manera, se vuelve a repetir desde otra perspectiva, ciertamente, pero fundamentalmente es otra vez de redundar en aquello fundamental, no solo a Jesucristo como modelo, sino al hecho de que esta palabra o que este espíritu de Dios o que el reino de Dios presente o el discípulo o nosotros mismos podamos también tener esta gran posibilidad de que Llega a Dios a nosotros nos habla, nos concede su espíritu y nos invita al modelo de Jesús y de los demás a hacer obras de bien. Porque tenemos también esta posibilidad en este mundo, optar por Dios, por la vida, por la creación, por las buenas relaciones con los demás, por el otro o más bien encerrarse en sí mismo. Tenemos esta tendencia también a hacer obras de mal, obras que se quedan solo y únicamente en este mundo y no tienen una perspectiva del cielo. Egoístamente, cuando el hombre, cuando el ser humano, se inclina a sí mismo, o a sí mismo, mirando solo su ombligo, al fin y al cabo pierde una perspectiva y pensando solo en sí, o creyéndose como el único destinatario de todo, o creyéndose el único salvador de todo, o entra en la soberbia y en la arrogancia que cree que a través de él solo debe pasar las cosas de los demás. Cuando se cree tan autosuficiente el ser humano, el ser humano se empequeñece a tal punto que se deshumaniza y no contribuye al reino de Dios.
Hemos sido creados para servir a los demás
Por eso el Espíritu hoy abre, el Espíritu invita a que puestos de pie, mirando el cielo, pero nuestros pies cimentados en este mundo tengamos la relación con Dios, con nosotros mismos, con la creación y con los demás, porque hemos venido también o hemos sido creados para ser servidores y no mesías.
Para ser pequeños y no creernos los grandes, para servir a los demás y no servirse a sí mismo. Aquello que puede impedir, aquello que puede impedir a estas condiciones del ser grande en este mundo o las condiciones de contribuir el reino de Dios o el ser profeta o de llevar el Espíritu de Dios y hacer el bien en este mundo a condición justamente de que podamos entrar en esta perspectiva. Lo que impide, lo que impide debe ser erradicado.
Parece fuertísima la palabra hoy día, ¿no es cierto? Santiago es clarísimo, aquel que ha vivido pensando en sí mismo, queriendo darse placer así mismo, buscando y construyendo solamente su propio beneficio. Hay de aquel, porque definitivamente su ser, su abocarse a sí mismo no le lleva a nada más que a la perdición. Hay de ustedes que han actuado así, o es realmente durísima la palabra de Dios que hoy dice si tu ojo es ocasión de pecado, córtalo o sácalo, si tu mano es ocasión de pecado, córtala, no se trata de una condición física, literal, se trata propiamente de entrar en esta otra perspectiva de ser servidores de los demás. Por eso si una autoridad se corrompe es fatal, o se cree que es fatal. Si hoy hay una despreocupación enorme porque la creación se nos quema, la flor y la fauna, miles y millones de hectáreas, miles y millones de seres vivos en la naturaleza, en la flor, en la fauna y que haya despreocupación de aquello es absolutamente grave.
La palabra de Dios nos invita a poder mirar a los demás
Aquel que escandalice al más pequeño de ustedes es simple y sencillamente para ponerle una piedra de molina en el cuello y que sea hoy, porque su perdición está justamente en mirarse a sí mismo o a entrar en esta arrogancia. Queridos hermanos, si la palabra de Dios nos está invitando a esto, a abrir nuestro corazón, a poder mirar a los demás, a poder mirar la creación, a ser auténticamente discípulo del Señor, acojámoslo así, acojámoslo de esta manera. Dejándonos guiar por esta palabra, por estos preceptos, por eso el salmo decía algo muy bello, los preceptos del Señor alegran el corazón, el espíritu del Señor alegre el corazón.
La preocupación por los demás, sobre todo por los más necesitados, alegre el corazón. El servir a los demás alegre el corazón. El hacer el bien en este mundo alegre el corazón.
Las buenas relaciones y la contribución a la sociedad alegre el corazón. Las buenas obras alegran el corazón. Mirar aquí a los voluntarios de la hermandad, alegre el corazón.
Mirar la imagen de la Virgen María, como modelo de la primera discípula, creyente, alegre el corazón. Dejarnos guiar por la palabra de Dios, alegre el corazón. Nuestros hermanos y hermanas, y el hecho de nosotros también extender este amor, alegre el corazón.
La preocupación por la creación, alegre el corazón. Que sea pues el Señor que nos ayude, que sea el Señor que nos quiere conceder Su Espíritu, no encuentre un obstáculo, y que esto también sea para aquellos que tienen responsabilidades en nuestro mundo, en nuestra patria, una iluminación y un llamado seriamente abrirse a esta preocupación de ser servidores y no solamente quererse hacer servir. Amén.
Texto y foto: boletinelmensajero.blogspot.com/ Arquidiócesis de Cochabamba