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Monseñor Coter: Muchas veces aparentamos fachadas pulcras, perfectas, sin pecado, pero incapaces de entender la lógica del amor

Prensa CEB 11.09.2022.- “Muchas veces aparentamos una fachada pulcra, limpia, perfecta, sin pecado, pero en la realidad incapaces de entender la lógica del amor”, reflexionó el presidente de la Comisión de Comunicación de la Conferencia Episcopal Boliviana, monseñor Eugenio Coter, durante su homilía de este domingo.

Contextualizó este mensaje con la parábola del Hijo Pródigo, cuando el hijo mayor ve que su padre recibió con mucho afecto al hijo menor, por lo que siente molestia y no entiende esta lógica del amor de su progenitor.

Asimismo, señaló que lo que se leyó en el evangelio de este domingo son las tres parábolas de la misericordia, que nacen del hecho de que Jesús escucha a fariseos y escribas, quienes representan la religiosidad oficial de su tiempo y que están consternados porque Cristo recibía a los pecadores.

Para ellos esta era la señal de que Jesús no estaba en la lógica de Dios, porque Dios es sagrado y lo sagrado no puede ser contaminado de lo que es malo.

“La idea de fondo es que la presencia de Dios puede ser contaminada por el mal. Nos preguntamos ¿es más fuerte el mal? o ¿es más fuerte Dios? Sencilla la respuesta, Dios es más fuerte, entonces por qué el mal contamina lo sagrado y lo sagrado no santifica al mal, no lo purifica. De hecho, frente a esta imagen de un Dios que pide la separación de buenos y malos, Jesús presenta la imagen de un Dios que va al encuentro con la persona más pequeña, que experimenta su fragilidad, que se siente incoherente e insuficiente frente a Dios”, sostuvo.

Es en este contexto en el que se dan las parábolas de la Oveja Perdida, la Dracma Perdida y el Hijo Pródigo.

Con la parábola del Hijo Pródigo, Jesús da la imagen de que escribas y fariseos pueden ser como el hijo mayor y que los pecadores pueden ser como el hijo menor, ya que les parece que alejándose de Dios tienen mayor libertad, les permite ser más persona y hacer lo que les dé la gana.

“Cuando pensamos liberarnos y nos alejamos de Dios y le decimos que ya no está en nuestra vida, acabamos cuidando cerdos, acabamos al servicio de alguien que nos hace cuidar cerdos por nuestro orgullo de querer afianzarnos a la vida y alejarnos de Dios”, manifestó.

Y los testigos y fariseos representan al hijo mayor que no infringió ninguna regla, pero no ha entendido el amor del Padre y se ha vuelto incapaz de amar a los demás, finalizó,

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