Difundir en todos los ambientes católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero, para estimular la recogida eficaz de subsidios a favor de todas las misiones, según las necesidades de cada una.
Se alienta la práctica misionera del Pueblo de Dios, y se favorece la cooperación entre las Iglesias por medio de la oración, el recíproco intercambio de vocaciones misioneras y la ayuda material de las comunidades cristianas en favor de los más necesitados.
a) Apoyar el proceso de la Misión Permanente en Bolivia priorizando la misión con la preocupación hacia los alejados, los no evangelizados y la sociedad en general.
Apoyar eficazmente la actividad misionera en regiones y ámbitos no cristianos.
b) “Promover el espíritu misionero universal en el Pueblo de Dios”. (RM 84).
c) “Estimular la recogida eficaz de subsidios a favor de todas las misiones, según las necesidades de cada una” (AG, 38).
d) Promover vocaciones ad gentes y de por vida, tanto en las Iglesia antiguas como en las más jóvenes.
Mons. Adolfo Bittschi Mayer
Obispo Auxiliar de Sucre
Correo Electrónico:
iglesiasucre@arquidiocesisdesucre.org
Hna. Cintia Gimena Vasquez Aramayo
Misionera Cruzada de la Iglesia
Profesión: Lic. En Contaduría Pública Autorizada – Religiosa Misionera Cruzada de la Iglesia.
Servicio pastoral: Secretaria General de Obras Misionales Pontificias
Correo Electrónico Institucional: omp@ceb.bo
Hno. Carlos Alberto Quispe Herrera M.Id
Misionero Idente
Profesión: Lic. en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales
Servicio pastoral: Colaborador Pastoral
Interno telefónico: 160
Correo Electrónico Institucional: omp@ceb.bo
Nelson Adan Calcina Ibañez
Profesión: Lic. en Derecho
Servicio pastoral: Colaborador Pastoral
Interno telefónico: 160
Correo Electrónico Institucional: omp@ceb.bo
Oficina Obras Misionales Pontificias Bolivia
Teléfono: 2406790
Interno telefónico: 153
Correo electrónico institucional:
ompbolivia@gmail.com
omp@ceb.bo
Dirección: Calle Potosí Nº 814, Edificio CEB (piso 3)
Las Obras Misionales Pontificias nacen en el siglo XIX como respuesta al anhelo misionero de laicos, religiosos y sacerdotes, con el deseo de colaborar con la obra misionera en todo el mundo.
El evangelio y con él la Iglesia, están presentes en todos los pueblos gracias a la misión. Las tres primeras Obras Misionales fueron elevadas a Pontificias por el Papa Pio XI, en el año 1922, y la cuarta Obra por el Papa Pio XII en 1956. Dependen en el ejercicio de sus actividades de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos en el ámbito universal, y de las Conferencias Episcopales y de los Obispos de cada Iglesia Particular en el ámbito local.
El servicio que prestan, abarca las distintas etapas de la vida, y a toda la Iglesia, iniciándose con la Infancia y Adolescencia, jóvenes, Familias, ancianos, enfermos y vocaciones sacerdotales y laicales.
En Bolivia, según actas de Asambleas ordinarias de Obispos, desde el 23 de abril de 1985 se consideran y toman decisiones relacionadas con la presencia de las OMP, trabajan en comunión y coordinación con la sección misiones del Área de Evangelización de la C.E.B. y el resto de instancias pastorales y administrativas. El equipo OMP-Misiones, está al servicio de la misión.
Su finalidad es despertar la conciencia misionera en el pueblo de Dios desde 4 ámbitos:
Organización Misionera
Formación Misionera
Animación Misionera
Cooperación Misionera
Fue fundada en Lyon, Francia, en 1822 por María Paulina Jaricot. Suscita el interés por la evangelización universal en todos los sectores del pueblo de Dios: en las parroquias, familias y colegios, y promueve la ayuda recíproca, tanto material como espiritual, y el intercambio de personal apostólico para las misiones.
SERVICIOS QUE PRESTA: Familias Misioneras:con el objetivo de servir a la familia, a través de encuentros formativos, retiros y animaciones. Jóvenes Misioneros de Bolivia – JOMIB. Es el servicio de animación misionera y apoyo a la Pastoral Juvenil, para despertar y acrecentar el dinamismo misionero en la juventud y capacitarla para ser misionera dentro y fuera de nuestras fronteras.
SUS ACTIVIDADES
Enfermos Misioneros: Es un servicio para formar y estimular a quienes dedican su vida al servicio misionero a través de su dolor y a quienes ofrecen su dolor y limitaciones con una dimensión misionera. Hace que el enfermo descubra el sentido de comunión en el dolor, cooperando en la Obra misionera de la Iglesia.
Preparar y animar la Jornada Mundial de las misiones, más conocida como el DOMUND. La animación y colecta de esta Jornada está destinada a las Iglesias más necesitadas del mundo entero.
BIOGRAFÍA DE PAULINA JARICOT
Cronología Histórica:
Paulina nació el 22 de Julio 1799 en la ciudad de Lyon (Francia), hija de Antonio Jaricot y Juana Lattier, ambos profundamente cristianos. Desde muy niña demostró un gran espíritu religioso. Su hermano mayor sentía inmensos deseos de ser misionero y (quizás por falta de suficiente información) le pintaban las misiones como algo terrorífico donde los misioneros tenían que viajar por los ríos sobre el cuello de terribles cocodrilos y por las selvas en los hombros de feroces tigres. Esto la emocionaba a ella pero le quitaba todo deseo de irse de misionera. Sin embargo sentía una gran inclinación a ayudar a los misioneros de alguna manera, y pedía a Dios que la iluminara. Y el Señor la iluminaría años más tarde por medio de una simple lectura hecha por una sirvienta.
De pequeñita aprendió que un gran sacrificio que sirve mucho para salvar almas es el vencer las propias inclinaciones a la ira, a la gula y al orgullo y la pereza, y se propuso ofrecer cada día a Nuestro Señor alguno de esos pequeños sacrificios.
Cuando en 1814 el Papa Pío VII quedó libre de la prisión en la que lo tenía Napoleón, el pueblo entero salió en todas partes a aclamarlo triunfalmente en su viaje hacia Roma. Paulina tuvo el gusto de que el Santo Padre al pasar por frente a su casa la bendijera y le pusiera las manos sobre su pequeña cabecita. Recuerdo bellísimo que nunca olvidó.
De joven se hizo amiga de una muchacha sumamente vanidosa y ésta la convenció de que debía dedicarse a la coquetería. Por varios meses estuvo en fiestas y bailes y llena de adornos, de coloretes y de joyas (pero nada de esto la satisfacía). Su mamá rezaba por su hija para que no se fuera a echar a perder ante tanta mundanidad. Y Dios la escuchó.
Un día en una fiesta social resbaló con sus altas zapatillas por una escalera y sufrió un golpe durísimo. Quedó muda y con grave peligro de enloquecerse. Entonces la mamá le hizo este ofrecimiento a Dios: «Señor: yo ya he vivido bastante. En cambio esta muchachita está empezando a vivir. Si te parece bien, llévame a mí a la eternidad, pero a ella devuélvele la salud y consérvale la vida».
Dios le aceptó esta petición. Su madre se enfermó y murió, pero Paulina recuperó el habla, y la salud física y mental y se sintió llena de vida y de entusiasmo.
Poco después, un día entró a un templo y oyó predicar a un santo sacerdote acerca de lo pasajeros que son los goces de este mundo y de lo engañosas que son las vanidades de la vida. Después del sermón fue a confesarse con el predicador y éste le aconsejó: «Deje las vanidades y lo que la lleva al orgullo y dedíquese a ganarse el cielo con humildad y muchas buenas obras». Desde aquel día ya nunca más Paulina vuelve a emplear lujosos adornos de vanidad, ni a gastar dinero en lo que solamente lleva a aparecer y deslumbrar. Sus vestidos son sumamente modestos, hasta el extremo que las antiguas amigas le critican por ello. Ahora en vez de ir a bailes se va a visitar enfermos pobres en los hospitales. Movida por el Espíritu de Dios, abandonó la pudiente vida de lujo y de frivolidad que había llevado hasta entonces, y comenzó a visitar a los pobres, vistiendo como ellos y buscando medios nuevos para ofrecerles una limosna sin que se sintieran humillados, porque, decía que «son ellos los que nos hacen el honor de aceptar nuestro dinero».
Francia acababa de salir de la Revolución jacobina, y con ideas y movimientos anticatólicos. Para contrarrestar esta ruina espiritual y honorar a Dios contra las persistentes blasfemias e improperios despectivos contra Dios y contra la Iglesia, comenzó un movimiento de jóvenes obreras que debían «reparar los insultos al Sagrado Corazón de Jesús olvidado y despreciado». Estas jóvenes llamadas Reparadoras, rezaban al Sagrado Corazón de Jesús y hacían horas de adoración ante el Santísimo Sacramento en expiación de los pecados de sus compatriotas.
Un día, cuando tenía 23 años de edad, llegó Paulina Jaricot de su trabajo, cansada y con deseos de escuchar alguna narración que le distrajera amenamente. Y se fue a la cocina a pedirle a la sirvienta que le contara algo ameno y agradable. La buena mujer le respondió: «si me ayuda a terminar este trabajito que estoy haciendo, le contaré luego algo que le agradará mucho». La muchacha le ayudó de buena gana, y terminando el oficio la cocinera se quitó el delantal y abriendo una revista de misiones se puso a leerle las aventuras de varios misioneros que en lejanas tierras, en medio de terribles penurias económicas, y con grandes peligros y dificultades, escribían narrando sus hazañas, y pidiendo a los católicos que les ayudaran con sus oraciones, limosnas y sacrificios, para poder continuar con éxito su difícil labor misionera.
En ese momento pasó por la mente de Paulina una idea luminosa: ¿por qué no reunir personas piadosas y obtener que cada cual obsequie dinero y ofrezca algunas oraciones y algún pequeño sacrifico por las misiones y los misioneros, y enviar después todo esto a los que trabajan evangelizando en tierras lejanas? Su hermano Philéas, más tarde sacerdote misionero, alentó esta inquietud, proponiéndole la idea de ayudar a las Misiones de América del Norte, primero, y después también las de Asia, confiadas a los cuidados de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París. Y así, Paulina se propuso empezar a llevar a cabo esa mima semana tan bella idea. Comenzaba a gestarse así la Asociación que luego se llamaría de la «Propagación de la Fe» que tendría su fundación oficial el día 3 de mayo de 1822.
Paulina se dirigió a sus Reparadoras y a sus compañeras de trabajo invitándoles a dar un céntimo a la semana a favor de las Misiones. Calculando 10 obreras y que cada una de ellas podía invitar, a su vez, a otras 10 amigas a hacer la misma oferta, se llegaba a la colecta de 100 céntimos a la semana. Estas personas, convertidas en socias de la Asociación, se empeñaban, cada una, a encontrar otras diez personas que ofrecieran semanalmente la misma suma. La Asociación pudo así extenderse velozmente, con millares de personas como miembros, y con una colecta que aumentaba proporcionalmente. En los primeros meses de 1820, cuando Paulina se encontraba al frente de la Asociación, las trabajadoras de Lyón alcanzaron la suma de 1.800 francos a la semana: ¡una suma enorme, considerando que su salario mensual era de pocos francos! Lo que es interesante señalar, es el entusiasmo y la prontitud al sacrificio de las jóvenes trabajadoras, que unían al duro trabajo el compromiso de reparación de las ofensas hechas a Dios y la ayuda a las necesidades de los pobres en patria y, sobre todo, en las Misiones Extranjeras. Pero todavía es más importante subrayar que la actividad de penoso trabajo en una fábrica del siglo XIX, con más de 15 horas de trabajo al día, no quitaba a estas jóvenes el deseo de la oración, y no les suprimía la voluntad de hacer el bien a personas más pobres que ellas mismas.
Su hermano, que se acaba de ordenar de sacerdote, propone la idea de Paulina a otros sacerdotes en París y a muchos les agrada y empiezan a fundar coros de Propagación de la Fe. La idea se extendió rapidísimo por toda la nación y las ayudas a los misioneros se aumentaron inmensamente. Casi nadie sabía quién había sido la fundadora de este movimiento, pero lo importante era ayudar a extender nuestra santa religión.
La facilidad y la velocidad con la que la Asociación se extendió entre los católicos franceses maduraron en Paulina la convicción de que se necesitaba alguna cosa parecida, pero todavía más útil y enérgica, para despertar y expandir la fe en Francia y en el mundo. Así, pensó en otra cadena de corazones comprometidos en aportar ayudas espirituales a toda la Iglesia, y tuvo la brillante idea de constituir un «Rosario Viviente», siguiendo un método parecido al de la Asociación para la Propagación de la Fe. Su deseo declarado era el de llevar la oración del Rosario, reservada entonces y sobre todo a las instituciones religiosas, a una práctica general. «Lo importante, y lo más difícil, era hacer que la masa aceptase el Rosario», recordaba en una carta posterior. En otra carta al Maestro General de los Dominicos, Paulina declaraba: «Me pareció que había llegado la hora de realizar el proyecto -perseguido desde hacía tiempo- de una Asociación accesible a todos, que permitiera alcanzar la unión de la oración con un modo único, breve y práctico, sin cansar a nadie y que pudiera facilitar, al menos durante algunos minutos, la meditación cotidiana de los misterios de la vida y de la muerte de Jesús».
Para alcanzar este fin, Paulina lanzó su nueva iniciativa con la creación de grupos, no ya de 10, sino de 15 personas, (una sección de 15 miembros dirigidos por una celadora), que correspondían a los 15 Misterios del Santo Rosario, y así, la sección recitaba cada día el Rosario entero. Estos grupos no sólo recitaban diariamente los 15 Misterios del Rosario, sino que se comprometían también a meditarles y a orar por una persona que tuviera una particular necesidad de conversión: Paulina creía en la fuerza del Rosario para la conversión de los pecadores. Tuvo también el ingenio de incluir en el grupo de las 15, a personas buenas, otras, mediocres y también aquellas que no tenían otra cosa que ofrecer sino su buena voluntad… Estaba convencida y afirmaba que con 15 carbones, cuando uno está bien encendido y tres o cuatro lo están a medias, y los otros nada… reuniéndoles, se consigue enseguida una hoguera. Una particularidad del «Rosario Viviente», debida siempre al genio y al celo de Paulina, era que cada asociado se comprometía a entregar cada año una suma de cinco francos para comprar y difundir buenos libros. En una década, la práctica del «Rosario Viviente» se había propagado también a otros continentes, y en Francia, en 1834, contaba con cerca de un millón de asociados. Paulina declaraba en una carta del 1 de mayo de 1840: «En breve estaremos en unión de oraciones con todos los pueblos del universo». Ella misma constataba con alegría que la mayor parte de los miembros de la «Asociación para la Propagación de la Fe» eran también miembros del «Rosario Viviente». Justamente, el Secretario del Comité Central de la Asociación, Dominique Maynis, en una carta a Paulina, escribe: «Lo que usted bien quiso añadir sobre este apoyo que el «Rosario Viviente» prestaría a la Propagación de la Fe indicaba suficientemente que la fundación de ésta no había estado del todo ajena al establecimiento de aquélla… cosa que no hemos podido olvidar». Un Breve Pontificio del Papa Gregorio XVI dio aprobación oficial al movimiento del «Rosario Viviente», que había alcanzado ya los dos millones de miembros, y que Paulina animará y guiará durante 15 años.
Paulina se fue a Roma a contarle al Santo Padre Gregorio XVI su idea de la Propagación de la Fe. El Sumo Pontífice aprobó plenamente tan hermosa idea y se propuso recomendarla a toda la Iglesia Universal. En el año 1826 la Obra se extiende en Europa, inicia sus Annales, que reproducen las cartas de los misioneros, y mantiene estrecha relaciones con la Congregación de Propaganda Fide.
Al volver a Francia fue a confesarse con el más famoso confesor de ese tiempo, el Santo Cura de Ars. El santo le dijo proféticamente: «Sus ideas misioneras son muy buenas, pero Dios le va a pedir fuertes sacrificios, para que logren tener más éxito». Esto se le cumplió a la letra, porque en adelante los sufrimientos e incomprensiones que tuvo que sufrir nuestra santa fueron enormes.
Al principio recogía ella misma las limosnas para las misiones, pero varios avivados le robaron descaradamente. Entonces se dio cuenta de que debía dejar esto a sacerdotes y laicos especializados que no se dejaran estafar tan fácilmente.
Paulina, “siempre libre para ir ahí donde las necesidades son más grandes”, siguió con su obra misionera: ella crea las Bibliotecas populares itinerantes en 1826 y la Congregación de las hijas de María en 1831. Queriendo mejorar la condición obrera y permitir una nueva evangelización, ella se compromete algunos años más tarde en un ambicioso proyecto industrial y crea la fábrica Nuestra Señora de los Ángeles.
Después recibió ayudas para fundar obras sociales en favor de los obreros pobres, pero varios negociantes sin escrúpulos la engañaron y se quedaron con ese dinero. Paulina se dio cuenta de que Dios la llamaba a dedicarse a lo espiritual, y que debía dejar la administración de lo material a manos de expertos que supieran mucho de eso.
En 1862, después de haber perdonado generosamente a todos los que la habían estafado y hecho sufrir, y contenta porque su obra de la Propagación de la Fe estaba ya muy extendida murió santamente y satisfecha de haber podido contribuir eficazmente a favor de las misiones católicas. Entregó su vida al amanecer del 9 de enero de 1862 pronunciando estas palabras «¡María! ¡Oh madre mía! ¡Os pertenezco totalmente!»
Veinte años después, en 1882, el Papa León XIII extendió la Obra de la Propagación de la Fe a todo el mundo. Y como confirmación de su espíritu misionero y del servicio a la Iglesia Universal, el 3 de mayo de 1922, Pío XI, con el Motu Proprio Romanorum Pontificum, declara «Pontificia» la Obra de la Propagación de la Fe (POPF).
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Fue fundada en 1843 por Mons. Carlos Augusto de Forbin – Janson, desde su origen esta Obra ha contribuido al despertar de vocaciones misioneras. “Promueve la animación y formación misioneras de los niños, padres de familia y educadores, para que cooperen en la evangelización universal y muestren la solidaridad con los niños más necesitados del mundo”.
SERVICIOS QUE PRESTA:
BIOGRAFÍA DE MONS. CARLOS
Carlos Augusto María José de Forbin Janson nació en París en 1785. Su padre era el célebre marqués de Janson, teniente general del ejército, y su madre descendía de los príncipes de Galean. El pequeño tenía apenas cuatro años de edad cuando se desató en su país la «Revolución Francesa» y dado que su familia era muy acaudalada, se vio obligada a exiliarse en Alemania por la persecución de que eran víctimas las clases más altas de la sociedad. Al término de la revolución, en 1799, los Janson regresaron a Francia y Carlos Augusto recibió entonces su Primera Comunión.
A los 21 años, Napoleón lo nombró auditor en el Consejo de Estado. Forbin Janson era un hombre joven, heredero de una gran fortuna y con mucha preparación para los cargos administrativos. Pero Dios quiso otra cosa para él. Pese a la férrea oposición que puso en principio su familia, el joven Forbin sacrificó rango, riqueza y ambiciones y en pleno invierno de 1809 ingresó al seminario de San Sulpicio. Se cuenta que él dejaba las ventanas abiertas durante la noche con el fin de dormir lo mínimo posible, sólo lo suficiente para que el cuerpo recuperara sus fuerzas.
A los 33 años fue ordenado sacerdote en Chambery, a manos del obispo de esa ciudad que lo nombró su vicario general. Tuvo a su cargo el seminario de Gap, pero no se sentía contento con las funciones administrativas. Volvió a París para dedicarse a instruir a los niños en la parroquia de San Sulpicio. Forbin descubrió en el apostolado su gran pasión y se abocó a organizar misiones para combatir las doctrinas que tanto daño causaban a gente inocente. Recorrió Francia completa convirtiendo con sus palabras a muchos corazones que se habían alejado de Dios. Fue también un hombre muy generoso.
LA SITUACION QUE VIVEN LOS NIÑOS CHINOS INTERPELA A FORBIN JANSON
Después de una década de trabajo apostólico, en 1824 fue nombrado Obispo de Nancy y de Toul, aunque cabe recordar que anteriormente había rechazado el ofrecimiento de la alta dignidad episcopal que le había hecho el cardenal Perigord. A los 45 años de edad, la revolución lo separó de su grey y tuvo nuevamente que partir al destierro que además de arbitrario resultó ser providencial. Monseñor Forbin pidió al Santo Padre una misión en el Asia y aunque no fue negada esta petición, finalmente no se concreta.
Su fortuna socorría a cientos de pobres, e incluso se desprendió de unos ornamentos pontificales para obsequiarlos a un obispo pobre de Oceanía. Fundó casas de retiro para los sacerdotes ancianos y enfermos, entre otras múltiples obras caritativas que emprendió con entusiasmo.
En 1839 partió a América acompañado de algunos misioneros. Su destino durante 18 meses fue Canadá donde se dedicó a predicar al aire libre ante auditorios de diez mil y hasta 20 mil personas.
En medio de tantas actividades, monseñor Forbin Janson se preocupaba en especial de las noticias que recibía respecto a la situación que vivían cientos de miles de niños en China. Los bebés no deseados por sus padres eran inmolados en piras enormes, ofrecidos como alimento para animales, expuestos a morir en las calles o ahogados en los ríos.
La idea de fundar la Santa Infancia nació en concreto en una conversación sostenida entre Paulina Jaricot (fundadora de la Obra Propagación de la Fe) y el sacerdote Filipino de Riviere. A ellos se les ocurrió que los niños cristianos salvaran a los niños de otras partes del mundo, ofreciendo cinco céntimos al mes y rezando una breve oración. Esta idea brilló en la mente de monseñor Forbin Janson, quien había conversado con Paulina Jaricot. Ella fue una de las primeras inscritas en la Infancia Misionera. Las ideas se convirtieron en hechos: el prelado se propuso destinar su vida y parte de su fortuna a la noble causa. Los niños cristianos, con ORACION, SACRIFICIO Y AYUDA, se encargarían de salvar a los niños infieles de todo el mundo. Vendría a ser esta Obra, la Propagación de la Fe para los niños.
Lo primero que hizo fue contagiar a todos los obispos de Francia de su entusiasmo y vitalidad, después viajó a distintos países para conseguir más adeptos: en Bélgica lo recibió el rey Leopoldo I quien de inmediato nombró a sus hijos como protectores de la Infancia Misionera en su reino.
Monseñor Forbin Janson les contaba a todos que la Obra sustentaba el bautismo, educación y rescate de los niños chinos. Su plan era viajar a China misma, pero su salud comenzó a deteriorarse. Pocos días antes de morir, la Infancia Misionera ya se hallaba asentada en 65 diócesis y los nuncios apostólicos de Bélgica, Holanda y Suiza ya la habían recomendado a sus obispos. El último aliento del prelado fue para encomendar su Obra en manos de la Providencia y el 11 de julio de 1844 falleció entre los brazos de su hermano el marqués de Forbin.
PEQUEÑOS MISIONEROS
Nunca imaginó Forbin Janson que la Infancia Misionera llegaría a crecer tanto al punto que hoy está convertida en un enorme árbol que cobija a niños del mundo entero, no sólo de China sino de todos los continentes. Si bien la Obra nació en Europa, durante el siglo XIX llega hasta América Latina y en la actualidad está presente en 115 países, la mayoría en iglesias jóvenes que han descubierto el quehacer esencial de evangelizar a los niños para que siendo evangelizados se conviertan después en evangelizadores. Agrupados en equipos de doce, los niños se comprometen a colaborar económicamente y hacer todos los días una pequeña oración por los misioneros y los niños del mundo. También son invitados al encuentro con Dios en la liturgia y los sacramentos. La educación misionera y la cooperación misionera son los dos principales pilares de este trabajo. De esta forma, los niños participan en la obra evangelizadora de la Iglesia, siendo incorporados a Jesús a través del misterio de su Santa Infancia.
Los niños de la Infancia Misionera quieren ser testigos del amor de Jesús e intentan con originalidad y creatividad, dar una respuesta a los sufrimientos de millones de niños en el mundo que se encuentran desamparados. Dios no los abandona a su suerte. Por algo la Obra ha llegado a cumplir 160 años de existencia. El Papa Juan Pablo II envió a los niños misioneros que participan en esta gran tarea un mensaje en que les señala que: «En los niños pobres y necesitados podéis reconocer el rostro de Jesús. Os esforzáis de muchos modos de compartir la suerte de los niños obligados al trabajo y de socorrer la indigencia de aquellos pobres; os solidarizáis con las ansiedades y con los dramas de los niños implicados en la guerra de los adultos; rogad cada día porque el don de la fe, que vosotros habéis recibido, sea participado por millones de vuestros pequeños amigos que todavía no conocen a Jesús».
Fue fundada en Francia en 1889 por Estefanía Cottin y Juana Bigard, madre e hija.
“Busca que, en las Iglesias donde se da el primer anuncio del Evangelio y en las Iglesias más jóvenes, surjan vocaciones propias para la misión y que ninguna vocación se pierda por falta de recursos”.
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BIOGRAFÍA DE JUANA
Juana de Bigard nació en Francia en 1859 y murió en 1934. Cuando tenía 18 años su padre, un prestigioso magistrado de la audiencia de Caen que había perdido la fe, se quitó la vida. Este hecho cambió la vida de Juana que hizo, a los 23 años, promesa formal ofrecer su vida a Jesucristo por la salvación de su padre y del mundo en general.
Movida por este ideal, Juana se pone en contacto, con monseñor Cousin, Obispo de Nagasaki. En una de sus cartas, el obispo, le cuenta que en Nagasaki viven 50. 000 cristianos, restos de la primitiva comunidad fundada por San Francisco Javier, y que, por temor a las persecuciones, no quieren acercarse a los misioneros extranjeros. «En el momento de la muerte –afirma en una de sus cartas- ansían recibir los sacramentos, pero sus familiares se oponen ante el temor de ser denunciados. Por el contrario, dejan fácilmente que el sacerdote indígena se acerque al moribundo, ya que puede presentarse como un japonés cualquiera… Esta es la razón por la que aprecio tanto la obra de nuestros seminarios y por lo que estoy tan reconocido a cuantos me ayudan a aumentar el número de alumnos».
La lectura de esta carta, recibida el año 1888, señalará la fecha de comienzo de la Obra de San Pedro Apóstol. Desde entonces, Juana Bigard y su madre se pusieron al servicio de esta empresa, mendigando de puerta en puerta, la pensión de un seminarista japonés.
En 1895, Juana y su madre solicitan a la Santa Sede la aprobación de la Obra de San Pedro Apóstol. Obtenido el reconocimiento eclesiástico por León XIII, madre e hija se preocupan ahora de obtener el reconocimiento legal. Francia, deniega reconocer civilmente esta Obra, y deciden trasladarse a Suiza, donde en 1902 es reconocida oficialmente con plena personalidad jurídica en el Cantón de Friburgo.
Juana enferma y decide confiar la dirección de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol a las Franciscanas Misioneras de María que trabajaron con abnegación durante años en favor del clero nativo.
En 1919, Benedicto XV consciente de que la Iglesia sólo estará debidamente fundada en un país si existe un clero indígena en número suficiente y bien instruido, entrega la dirección de la Obra a la Sagrada Congregación para la Evangelización de los Pueblos.
Pío XI, en 1922 la constituye definitivamente en Obra Pontificia.
Fue fundada en Italia por el Beato Paolo Manna en 1916.
“Busca la sensibilización y la formación misionera de los sacerdotes, religioso, religiosas, seminaristas, novicios, novicias, y laicos comprometidos, con intención de trabajar unidos en la misión”.
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BIOGRAFÍA DE PADRE PAOLO
El padre Paolo Manna, que fue elevado a los altares el 4 de noviembre de 2001, fundó en 1916, la Pontificia Unión Misional del Clero con el fin de que la responsabilidad misionera estuviera en la vida de fe de los cristianos, y de que los sacerdotes fueran vigorosamente formados y educados en dimensión misionera de la Iglesia.
Paolo Manna nació en Avellino (Italia) el 16 de enero de 1872. Pronto comprende que su auténtica vocación era ser misionero. En 1891 ingresa en el Seminario de Misiones Extranjeras, y es ordenado sacerdote, con sólo 22 años, el 19 de mayo de 1894.
Su sueño misionero se realiza en 1895 cuando es destinado a la misión de Birmania, pero sus problemas de salud le hacen regresar a Italia. De vuelta a la misión, en 1906, el padre Manna se lanza a trabajar sin descanso con la tribu de los Padaung, en Birmania, pero vuelve a caer enfermo y con gran pena en el corazón, tiene que volver a Italia.
La experiencia de su trabajo en Birmania fue breve pero importantísima. A raíz de ella, descubrió las urgencias del mundo misionero: millones de almas privadas de la luz de Cristo; el escasísimo número de misioneros; y las gigantescas necesidades materiales y espirituales de los misioneros.
Así descubrió su auténtica vocación misionera: recordar a todos los responsables de la pastoral de la Iglesia su deber de colaborar en la difusión del Evangelio.
Fundación de la Unión Misional del Clero
A partir de entonces su actividad se dilata. Descubre la necesidad de la animación misionera entre los fieles y constata que éste depende en buena medida del celo apostólico y misionero del clero. Los sacerdotes debían ser vigorosamente formados y educados en la responsabilidad misionera. Éste fue el rico ideal del que surgió su idea genial de la Unión Misional. El 10 de enero de 1917 el Papa Benedicto XV aprobó la fundación de la Unión Misional del Clero. El padre Manna recorrió toda Italia y varios países europeos presentando la nueva Asociación a todas las diócesis. En 1920 se celebró en Roma el I Congreso Nacional de los delegados diocesanos de la Unión. Los Obispos miembros eran 124, siendo 8500 los sacerdotes inscritos, pertenecientes a 236 diócesis en Italia. En 1940, la Pontificia Unión Misional se había extendido a 52 naciones, 960 diócesis, y 177.606 sacerdotes, más de la mitad del clero mundial de entonces, eran miembros asociados.En 1949 esta Obra se extiende a los religiosos y religiosas. En 1956 Pío XII le concede a la Obra el título y dignidad de «pontificia». |
El Papa Pío XI, en 1927 declara Patrona de todas las Misiones católicas del mundo a esta jovencita muerta a los 24 años, que no salió de su país ni de su convento, jovencita débil de salud, delgada, rubia, de ojos azules muy vivaces, de sonrisa siempre amable y palabras siempre alegres, de cejas arqueadas, y boca pequeña y facciones delicadas, que ofreció su vida en holocausto de amor a Dios, por la santificación de los sacerdotes y la conversión de los que aún no aman a Cristo como hay que amarlo.
Dijo Teresita: «Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones».
Su fiesta se celebra el 1 ° de Octubre
Teresa Martín nació en Alencón (Francia) el 2 de enero de 1873 de Luis Martín y Celia Guerín, ultima de nueve hijos. En 1877 muere la madre y la familia se transfiere a Lisieux.
A los quince años Teresa entra en el Carmelo, donde le ha precedido su hermana Paulina y donde entrará también la otra hermana, Celina. Desde el momento de la profesión inicia para ella un tiempo de maduración silenciosa a través de la cruz de una continua aridez. En 1896 se manifiestan los primeros signos de la tuberculosis. Mientras la enfermedad se agrava, se afina también la sensibilidad espiritual de Teresa, que murió el 30 de septiembre de 1897.
S. TERESA DEL NIÑO JESÚS, CARMELITA
Jesús me hizo comprender que me daría almas por medio de la cruz y, mi atracción por el sufrimiento crece en la medida que el dolor aumentaba , así escribe Teresa del niño Jesús después de su profesión religiosa. Y de ella escribe la superiora Madre María de Gonzaga: es grande y fuerte con un aire de niña que despierta en ella una sabiduría, una perfección, una perspicacia de cincuenta años.
Pequeña, mística, cómica, todo se corresponde en ella. Sabía hacer llorar de devoción al mismo tiempo hacer morir de risa en la recreación. A los diecinueve años era maestra de novicias. El descubrimiento del camino del amor lleva a Teresa al gesto más fecundo de su vida: la ofrenda al amor misericordioso. Sus últimas palabras fueron: «No me arrepiento de haberme ofrecido al amor».
Fue proclamada santa el 17 de Mayo de 1925 y su vida es narrada en los manuscritos autobiográficos recogidos bajo el titulo «Historia de un alma».
(Ver la Página de Santa Teresita del Niño Jesús)
Sacerdote Jesuita del Siglo XVI, fue el gran apóstol de los tiempos modernos, como San Pablo lo fue de los antiguos. Misionero de soberana grandeza, nos pasman sus obras portentosas. Fue el gran conquistador de Oriente, que iba abriendo camino a un ejercito de misioneros. Fue el gran apóstol de la India, Oceanía, Japón y China en sus viajes como misionero y fue un visionario en su tiempo, sobre todo con respecto a la Inculturación del Evangelio en las culturas orientales.
Por todo esto, el Papa Gregorio XV lo canonizó, y en 1904 Pío X, lo nombró Patrono Universal de las Misiones.
Su fiesta se celebra el 3 de diciembre
Nació el 7 de abril del año 1506 en Navarra. Es el sexto y ultimo hijo del Presidente del Consejo Real de Navarra y de María Azpilcueta. Completó sus estudios en París donde encontró a Ignacio de Loyola y en el 1537 fue ordenado sacerdote. Formó parte de un pequeño grupo que en 1539 fue protagonista de la fundación de la Compañía de Jesús. En abril de 1541 partió para las indias y en 1549 llegó a Japón. Su sueño de entrar en China, se detuvo en la isla de Sanchinan donde murió el 3 de diciembre a causa de una fuerte fiebre.
SAN FRANCISCO JAVIER, MISIONERO JESUITA
Después de terminar los primeros estudios en su pueblo natal, Francisco va a París a estudiar en la universidad de Sorbona. En 1534 con otros jóvenes compañeros hicieron voto de peregrinar a Tierra Santa y de consagrarse a la vida apostólica, proyecto que fue abandonado cuando se funda la Compañía de Jesús.
Francisco fue nombrado por el Pontífice Nuncio Apostólico de las Indias. En 1542 llegó a Goa, después a Tuticorin para desempañar su deber específico, la evangelización de los Pescadores de perlas, convertidos recientes y privados de los cuidados pastorales. Transcribió en idioma tamil un catecismo con las principales oraciones. También en Japón se preocupo con tenacidad por la evangelización, hasta formar comunidades cristianas compactas, compuestas por personas pertenecientes a diferentes clases sociales. En 1552 intento entrar en China, llegó hasta 1 puerto de Cantón con la esperanza de poder unirse a los embajadores del rey de Siam, única posibilidad para entrar en territorio chino, pero una fiebre muy fuerte le causó la muerte. En el año 1748 fue proclamado patrono de Oriente.
“Pequeños, pero grandes testigos del Resucitado”,
las Obras Misionales Pontificias de Bolivia (OMP),
te animan a profundizar el material de animación preparado
para la Jornada de la Infancia y Adolescencia Misionera 2022,
a celebrarse el domingo 1 de mayo.
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2022