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Monseñor Fuentes: Dios envía a su hijo para salvar al mundo no para condenarlo, por eso debemos sentir esa alegría de sentirnos queridos por Dios y con ese amor, querer a los demás

Prensa CEB 10.3.2024.- Monseñor Pedro Fuentes, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de La Paz y  administrador Ordinariato Castrense en la eucaristía celebrada hoy en la Basílica Menor de San Francisco, reflexionó que todos los seres humanos, debemos sentir alegría por tanto amor que Dios reveló al mundo, al enviar a su hijo a salvarnos e impulsados en ese amor, amar a nuestros prójimos.  

“Por tanto, hoy la liturgia nos dice que reflexiones de ese amor de Dios, pronto a morir por nosotros y que nos alegremos en ese amor, y no es esa alegría de saltar, sino esa alegría de sentirnos queridos por Dios y así impulsados a ser querendones con los demás…”, expresó.

Señaló que sentir amor por las personas no tiene razones, se las quiere con el corazón.” La madre quiere al hijo, sin razones, ni los novios se quieren por razones, ni el esposo, ni la esposa, se quieren por razones, y si se quisiera hacer una razón lógica de esas razones al final quedaría en el misterio. Pero aún ese amor entre nosotros, sigue siendo imperfecto, porque ese amor muchas veces nos hace sufrir”.

Con respecto a la lectura del día, San Juan 3,14-21, dijo que nos llama a que busquemos el amor que irradia de la cruz. “Mirando la cruz vemos la revelación del amor de Dios para con nosotros y ese amor que vemos en el hijo de Dios irradia la salvación para nosotros, nos hace entender lo que es el amor”.

Monseñor indicó que los seres humanos no podrán llegar a la perfección del amor de Dios, pero que pueden hacer el esfuerzo día a día por superarse, “amando día a día”, “perdonando día a día”, y si quedan en las imperfecciones “el Señor los levanta”. 

“Hoy camino hacia la Semana Santa…no necesitamos muchas razones para amar a Dios, respóndete en tu corazón, tienes que tomar su amor, redescubrir su amor en tu interior, la salvación y la condenación comienza aquí…”, cuestionó.

Compartió que Juan ve en la crucifixión el momento culminante de la vida de Jesús, la hora de su glorificación, la hora de la revelación máxima del amor de Dios para con nosotros. “La exaltación es entonces el tránsito de Jesús del mundo al Padre, la Pascua. La salvación nos viene del hijo del hombre exaltado en la cruz, por amor a cada uno de nosotros”.

Añadió que Dios envió a su hijo para salvar al mundo, no para condenarlo, “no creas en ese Dios de maldiciones”, “de castigos”, cree en ese Dios Padre bueno, misericordioso pronto al perdón. “El Señor quiere que seamos mejores personas, Dios amó tanto al mundo que entregó a su único hijo, ¡regocíjate en ese amor!”, concluyó.  

Texto: Esther Rojas – Periodista CEB

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