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Monseñor Pesoa: “El mundo y la humanidad, no están en manos de un destino ciego, sino en manos de Jesucristo”

Prensa CEB 20.11.2022.- “El mundo y la humanidad, no están en manos de un destino ciego, sino en manos de Jesucristo, que es el verdadero pastor, líder y guía de la humanidad”, afirmó Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, obispo del Vicariato Apostólico del Beni y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, en su reflexión dominical, durante la solemnidad de Cristo Rey, invitando a los fieles a hacer realidad el Reino de Dios en cada persona, abriendo el corazón y desterrando lo ídolos, “dando paso al dominio de Cristo en la vida”.

A continuación, le invitamos a escuchar el audiograma de monseñor Aurelio Pesoa Ribera OFM:

Domingo Solemnidad

N. S. J. Rey del Universo

Lc. 23, 35-43

20 de noviembre de 2022 (C)

1.- Se celebra hoy la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. Fiesta que está situada el último domingo del Año litúrgico, para poner de relieve que Jesucristo es el Señor del tiempo y de la historia y que en Él se cumple a la perfección todo el designio de la Creación y de la Redención.

Soberanía no en sentido político o terreno, como era el pensamiento del antiguo pueblo judío, tampoco nos ceñimos al plano meramente espiritual, sino al plano de la fe que sería la realización del plan de Dios en la historia del ser humano.

El reino de Dios es una realidad que está recogida en la Biblia. El reinado de Jesucristo no se afirma por el uso de las armas, sino por el compromiso del ser humano.  El reinado de Jesucristo no es la ostentación del poder, sino que se hace ver en la debilidad cuando estaba clavado en la cruz. 

Un Rey que no basa su autoridad en el dominio del otro, sino en el servicio.  Un reinado que comienza con la reconciliación entre hermanos y con Dios.  El Rey de ese reino no domina desde un trono glorioso, sino desde el árbol de la cruz.  No ofrece riqueza a sus seguidores, sino pobreza.

2.- El evangelio de hoy nos conduce al monte de la crucifixión donde Jesús es coronado Rey, en el trono de una cruz.  Cristo reina con el dominio del perdón y del amor a todos los seres humanos.

El mundo y la humanidad, no están en manos de un destino ciego, sino en manos de Jesucristo, que es el verdadero pastor, líder y guía de la humanidad. Todo lo que se encierra en la palabra Rey, de sueños de justicia para una humanidad que anhela que se le haga justicia, se encuentra en la expresión: Rey del universo. Solo a Cristo se le otorga ese título, porque Él es en verdad nuestro rey y guía aquel que vela por nosotros.

Pareciera que hay personas que trabajan para que Cristo sea un extraño en la sociedad. Para que sea un desconocido o que no tenga nada que ver en la familia, en los centros de educación o en la vida de las personas.

Hay grupos que se unen para trabajar en contra del catolicismo; y también se trabaja a nivel mundial para que Cristo sea un extraño en la vida internacional de las naciones y de los pueblos.

En la aplicación a Cristo el título de Rey no hay ningún sometimiento de ninguna clase a un sistema político, ni ninguna opción ideológica, sino la afirmación de que hay uno, diferente a todos nosotros, sobre todos nosotros, que por fin hará justicia en un mundo que, lamentablemente, la ve postergada, incluso burlada una y otra vez.

3.- Nosotros los seres humanos nos creemos los dueños del mundo, hacemos y deshacemos, actuamos a nuestro gusto e interés. Olvidando lo más importante, hermanos. ¿Qué es lo más importante? Que hay uno que vendrá y dirá la última palabra sobre la humanidad y sobre nuestro caminar y nuestro actuar.

Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo Rey del universo. El viene a hacer justicia a la humanidad y hará justicia a los más pobres.  En la impresionante escena del Evangelista San Mateo sobre el fin del mundo, el Rey separa a las cabras de las ovejas y las pone a unas a la derecha y a otras a la izquierda.

Es Por tanto, a través de las obras del amor que nosotros nos hacemos partícipes de la realeza de Cristo, nuestro Señor y Maestro, que hemos contemplado desfigurado por el dolor y por la muerte, Él será nuestro Rey glorioso si lo sabemos reconocer en cada hombre con hambre, en el drogadicto que deambula por nuestras calles, el que daña al inocente, el que tiene sed no solo de agua sino de justicia, el peregrino, desnudo, enfermo, condenado, falto de justicia, perseguido y encarcelado; tal vez el último, pero siempre signo de la presencia del  Cristo sufriente que, todavía, camina por nuestras ciudades, calles y plazas.

Queridos, a la luz del pasaje del evangelio de hoy, debe quedarnos claro que sí hemos de ser juzgados, la materia o el tema principal del juicio será el amor al prójimo; y la calidad de mi amor la determino yo a cada momento de mi vida; así que entendamos bien, no hay lugar para sorpresas al momento cuando nos encontremos cara a cara con Dios Padre y su Hijo Jesús Rey del universo

Fijémonos, hermanos, este es un examen de la humanidad que nos sorprende porque no trata de ideologías, ni de religión, ni de quién mandó más, ni de quién tuvo el cargo más grande, ni de quien logró el puesto más importante, ni fue más exitoso.  Una sociedad cristiana sería aquella en la que los pobres están bien atendidos y progresan.  

4.- El examen final para la humanidad, será sobre el amor, un amor concreto, un amor manifestado en obras de misericordia muy prácticas, muy concretas: “tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a verme» Hay mucho por hacer y estamos a tiempo para aprobar el examen de la vida.

Y esto porque hay tantos dioses que se disputan y quieren conquistar el corazón del hombre.  Podemos ver muchos hermanos nuestros han caído fácilmente en las garras de la corrupción, del poder, del dominio de injusticia, del vicio.  El Reino de Dios se puede hacer realidad y puede establecerse en cada persona, cuando abre su corazón y destierra los ídolos que ha fabricado en su corazón, dando paso al dominio de Cristo en la vida.  Así sea

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