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Ante los conflictos sociales, monseñor Pesoa llama a no perder la esperanza

Prensa CEB 11.12.2022.- Desde la Catedral de Trinidad en el Vicariato Apostólico del Beni, su obispo y Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, dijo en su reflexión dominical que “ante los conflictos políticos y sociales en el mundo: como la injusta guerra en Ucrania, o en nuestro país la justicia inclinada y favorable para algunos y lenta para otros, o los avasallamientos violentos en Santa Cruz y en nuestro departamento, del Beni, con un muerto y con personas lastimadas y dolidas por el abuso y la violencia.  Los católicos estamos llamados a no perder las esperanzas de tiempos mejores”.

“Hoy como ayer, la humanidad espera que alguien venga en su ayuda trayendo lo que más necesitamos: el amor, el perdón, el dialogo, la tolerancia, la comprensión, para contrarrestar el odio, la violencia”, señaló a tiempo de reiterar el llamado a no perder la esperanza: “Cuando hay esperanza significa que no todo está perdido”, puntualizó.

Acerca de este tiempo litúrgico del Adviento, dijo que “es el tiempo para volver a la presencia del Dios de la vida, con corazón humilde y arrepentido”, alentando a recordar que “Dios viene continuamente y de diversas maneras al encuentro del ser humano, el cristiano es una persona de fe y esperanza”.

Domingo Tercero de Adviento

Dios viene en persona a salvarnos

Mt. 11, 2-11

11 de diciembre de 2022 (A)

1.- El cántico del Profeta Isaías es el canto de alegría por la restauración del pueblo judío al final del destierro en Babilonia.  El profeta mueve la esperanza del pueblo de Israel anunciando que ya está cerca la liberación, que es el retorno a la tierra prometida.

La esperanza transforma la situación de dolor del destierro en tiempo de gozo y alegría por lo que va a llegar.  El Profeta anuncia algo que transformará la realidad social y política del pueblo desterrado, con la imagen de una naturaleza renovada y de una humanidad transfigurada, el sufrimiento y la aflicción se alejarán, dando lugar a una alegría verdadera y duradera para la humanidad.

La venida del Señor no tiene un tiempo determinado, pero su cercanía es una realidad que no se puede ignorar.  Esa la razón para fortalecer los corazones y estar en una vigilante espera.

2.- En el Evangelio, el Mesías se identifica ante Juan el Bautista mediante sus obras, la cual anunciaron los profetas.  El que viene no es un Mesías de éxito fácil, de fama o de poder terrenal, o que se impone a la fuerza.

El Mesías esperado es aquel cuyas palabras y obras transforman la vida del ser humano y transforman las condiciones sociales de la humanidad.  Su evangelio trasmite vida, dicha y alegría a los más vulnerables de la tierra, Dios está de su parte y cambiará el tiempo y la historia.

El pueblo judío vivió siglos de esperanza pidiendo la llegada del Mesías.  Que se cumpliera la promesa, pero cuando llegó el Mesías no lo reconocieron, esperaban un Mesías al estilo político y lleno de poder.

Juan el Bautista lo proclama en medio de ellos, y manifestó que él no era digno de desatarle las correas de sus sandalias.  Ha pasado poco tiempo y desde la cárcel envía a preguntarle ¿Eres Tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? La respuesta de Jesús a la pregunta de Juan es el testimonio antiguo dado por el profeta Isaías.

En el actuar de Dios hay una norma o principio que el ser humano no logra entender: es la entrega generosa e incondicional.  Todos sabemos que Dios es Grande.  Pero nuestra dificultad está en reconocer y admitir que Dios es humilde.  La humildad de Dios no es como la humildad humana, que muchas veces es pasajera y solo para el discurso.

3.- El Reino de Dios sufre violencia desde el momento que es anunciado, Juan el Bautista es encarcelado y Jesús sufrirá la muerte de cruz.  Es el camino que les espera a los que son fieles a las enseñanzas del Maestro.  Serán víctimas de las injusticias humanas por su compromiso de fidelidad al Evangelio.

Ante los conflictos políticos y sociales en el mundo: como la injusta guerra en Ucrania, o en nuestro país la justicia inclinada y favorable para algunos y lenta para otros, o los avasallamientos violentos en Santa Cruz y en nuestro departamento, del Beni, con un muerto y con personas lastimadas y dolidas por el abuso y la violencia.  Los católicos estamos llamados a no perder las esperanzas de tiempos mejores.

Hoy como ayer, la humanidad espera que alguien venga en su ayuda trayendo lo que más necesitamos: el amor, el perdón, el dialogo, la tolerancia, la comprensión, para contrarrestar el odio, la violencia.

Por ello felices los que no se desaniman del proyecto mesiánico de Jesús.  La esperanza en Él y en sus palabras son la fuente inagotable de la verdadera esperanza y alegría.

La esperanza es lo que da sentido a la vida.  Como suele decirse es lo primero que nace y lo último que muere.  Cuando hay esperanza significa que no todo está perdido.

Se hacen y se hicieron promesas que no se cumplieron, muchas de esas promesas tuvieron la ausencia de Dios.  El Adviento es el tiempo para volver a la presencia del Dios de la vida, con corazón humilde y arrepentido

A pesar de todo aquello el cristiano no debe desesperarse.  Debemos recordar que Dios viene continuamente y de diversas maneras al encuentro del ser humano, el cristiano es una persona de fe y esperanza.  Por eso esperanzados repetimos hoy con el profeta Isaías: “Digan a los que están desalentados: ¡Sean fuertes, ahí está su Dios! no teman, no tengan miedo Dios vendrá a salvarlos, y a castigar a sus enemigos” Amén.

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