Adoración al Santísimo en la CXIV Asamblea de Obispos de Bolivia
Prensa 15.4.2024.- Hoy en la CXIV de Obispos de Bolivia, desde la Casa Cardenal Maurer en la ciudad de Cochabamba, los hermanos Obispos realizaron la Adoración al Santísimo, una ceremonia de comunión espiritual.
Pero, ¿Qué es la Adoración al Santísimo Sacramento? o también conocida como la Adoración Eucarística y la respuesta nos sorprende, porque muchos lo desconocen. Por este motivo, vamos a intentar responder a la misma, partiendo de que la Hostia Santa, es la Presencia divina real del Señor.
Él está presente entre nosotros en la Custodia, es el mismo cuerpo que ha sido ofrecido por nosotros en el sacrificio de la Redención, resucitado y glorificado.
Por tanto, la Adoración Eucarística, ha de tener forma de comunión espiritual, de ofrenda permanente también de nuestra vida.
Juan Pablo II decía al respecto: «…no es lícito ni en el pensamiento ni en la vida ni en la acción, quitar a este Sacramento, verdaderamente santísimo, su dimensión plena y su significado esencial. Es al mismo tiempo Sacramento-Sacrificio, Sacramento-Comunión, Sacramento-Presencia.» (Redemptor hominis 20).
Cuando adoramos entramos en una relación íntima con el Señor que está presente en el Santísimo Sacramento. Es nuestra respuesta de fe y de amor hacia Él, que siendo Dios se hizo hombre, demostrándonos con su entrega, su amor por nosotros hasta la eternidad.
Adorándole, estamos reconociendo su misericordia, eligiendo esta forma para quedarse con nosotros, y a su vez, también reconocemos su majestad, que Él es Dios, confesando de este modo su presencia real y verdadera y substancialmente.
Origen de la Adoración al Santísimo
Posteriormente, fue en el Sínodo de Verdún (s. VI), donde se decide guardar la Eucaristía «en un lugar eminente y honesto, y si los recursos lo permiten, debe tener una lámpara permanentemente encendida» ya que antiguamente se guardaba en píxides (eran cajitas preciosas donde se guardaba el pan eucarístico).
Es sorprendente, pero aún la reserva eucarística solo tenía el fin de la comunión, pero no el culto a la presencia real.
Dentro de la celebración de la Misa, se va viendo la adoración por parte de los fieles al Cuerpo de Cristo, especialmente antes de la comunión.
El Papa emérito Benedicto XVI nos dice en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis cuando cita a san Agustín: “nadie coma de esta carne sin antes adorarla…pecaríamos si no la adoráramos” (SC 66).
También la elevación de la hostia, y más tarde del cáliz, después de la consagración, suscita en los fieles adoración interior y exterior. Se va extendiendo poco a poco esta adoración, y cabe mencionar que en 1906, San Pío X, «el Papa de la Eucaristía» como le llamaban, concedió indulgencias a quienes piadosamente miraran la hostia elevada, diciendo lo que ha llegado hasta nuestro días «Señor mío y Dios mío».
Será a partir del s. IX cuando la adoración de la presencia real se irá configurándose fuera de la Misa. Tras varios contratiempos, avanza considerablemente la devoción eucarística.
Fuente: Librerías Paulinas