Prensa CEB 3.05.22. Mons. Fernando Bascopé, Obispo Castrense de Bolivia al celebrar la eucaristía de este domingo tercero de pascua y Jornada de la Infancia y Adolescencia Misionera, recordó el testimonio de los jóvenes que descubren con el corazón al Señor, y les agradeció por su testimonio y servicio a la Iglesia.
A continuación compartimos la homilía completa:
La ambientación de este evangelio que es el final el capítulo en este tiempo pascual es una de las apariciones que Jesús resucitado hace a esta pequeña comunidad de siete discípulos que estaban a la orilla del agua, dice la ambientación se mostró en el agua el lugar cotidiano de la vida de los apóstoles y terminan con esa declaración de amor que le pide el Señor a Pedro al final.
Primero Jesús se apareció, este relato está también conectado con las otras apariciones del Señor, cuando se dice en el versículo primero, poco después se apareció otra vez, qué quiere decir, que esta última aparición está conectada con las otras apariciones que en este tiempo pascual hemos recordado desde la primera noche de la resurrección. De madrugada el Señor, cuando hemos celebrado la vigilia pascual a María Magdalena, a los discípulos y luego ocho días, después en Jerusalén a los discípulos de Emaús y ahora está otra vez se apareció Jesús, se mostró en realidad, es esta narración, la experiencia de la presencia del Señor vivida en una jornada normal
En la pesca vuelven ellos a su vida cotidiana y el lugar es el lugar conocido por ellos y donde el Señor los llamó a la orilla del mar de Galilea, con el trabajo de pescadores, este pequeño grupo y dicen los nombres Simón Pedro, Tomás, Natanael, los hijos de Zebedeo y otros dos, el mar tiene mucho significado no solamente la primera llamada y el trabajo sino que también es el lugar de las peripecias de los mismos apóstoles cuando se estaba hundiendo Pedro y extiende la mano hacia el Señor, pero también es el recuerdo del mar rojo del paso del mar rojo, a una nueva vida, son momentos el mar de prueba, para el judío evoca pues esa experiencia grande, el mar muerto el paso, pero toma la iniciativa, ya en la comunidad tiene el lugar importante cuando lo llama Pedro Simón y se remarca la presencia de Pedro como aquel que dirige acompaña y anima en la fe a la comunidad primitiva.
Y están y aquí recordemos en esta primera parte cita en el versículo 3, están de noche los que son pescadores, saben que de noche se pueden conseguir muchos peces, en cambio aquí parece que no son expertos pescadores, porque están durante la noche y no han pescado nada, entonces la noche no solamente indica el sentido cronológico, sino la ausencia del Señor, no hay pesca, no hay nada en abundancia, no hay sentido, de vida, ni el trabajo cuando no está el Señor.
Fíjense qué interesante este versículo cuando no están en la presencia de Dios, en la presencia del Señor, la Iglesia primitiva siente su ausencia y también en su ausencia se siente la falta de frutos, porque no está el Señor, porque son insuficientes el trabajo el esfuerzo de nuestras manos si no está el Señor durante la noche, en el versículo 6 y al amanecer, cuando estaba aclarando el día el Señor les dijo, al amanecer el Señor interviene, porque la acción de los hombres no ha sido suficiente y en el momento de la intervención divina, nos recuerda otras intervenciones que Dios hace en el libro del éxodo 14, en el mar rojo hoy el salmo 5, cuando Dios interviene a la ineficacia de la acción de todos nosotros.
Jesús el Señor se presenta a orillas del lago está ahí pero no los reconoce, Cristo estimula en la búsqueda tienen algo para comer, el Señor habla, les pregunta, inquieta el corazón, es la Palabra del Señor, que transforma la debilitada fe de estos discípulos, pide y luego en realidad da la pesca milagrosa en abundancia, pide para comer, para entablar un diálogo, pero en realidad esta petición es para despertar del desánimo de su poca falta de fe a los discípulos
Echen las redes, pesquen, es la obediencia de la fe en la palabra del Señor, la fe dice san Pablo Romanos 10, 17 viene de la escucha de la palabra del Señor, de escuchar al Señor, de escuchar la palabra del Señor, la palabra de Dios y el resultado de la palabra de Cristo, esta pesca milagrosa, de la palabra del Señor y de la obediencia de estos hombres, esta muestra milagrosa, pero quisiera remarcar sobre todo aquella confesión de fe que hace el discípulo amado, el apóstol amado, que recuerde el versículo 7 ve que es el Señor.
Cuando está amaneciendo, cuando el sol se está alzando, al amanecer, ahí está el Señor, lo ve al Señor y le reconoce, la luz de la fe cargada de amor de caridad hace que reconozca la presencia amable del Señor amado, es el Señor, porque lo reconoce, lo reconoce por el amor, porque fue el discípulo amado, quien puso su mismo corazón en la última cena en el corazón de Cristo, es el joven discípulo amado, llamado Juan que está al pie de la cruz y recibe a María como su madre, he ahí a tu madre y a tu hijo, esta palabra esta confesión es el Señor, tiene un movimiento dinámico en los discípulos, porque inmediatamente Pedro dice así la frase que sabe que es el Señor, entonces va corriendo, se lanza en el mar, la Iglesia debe pronunciar el Señor, debe invocar al Señor, reconociendo al Señor, si tu boca confiesa que Jesús es el Señor, entonces será salvo. Romanos 9, 10.
Pero atención hermanos y hermanas, la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén dice no podemos obedecer a los hombres sino sólo a Dios, pero por qué aquí hay una cuestión importante, hay que obedecer a los hombres y los romanos el sanedrín en aquella época que prohíbe la proclamación del Señor la respuesta de Pedro y de la comunidad cristiana es esa, hay que obedecer a Dios no a los hombres, porque ellos pronuncian la palabra del Señor.
Pero atención la prohibición es porque dicen el nombre del Señor, la prohibición es porque creen en el Señor, pero qué sucede a veces, a veces entre los otros, pensamos que por hablar de política y que a veces los políticos nos dicen qué hace la Iglesia hablando de política, Pedro respondió hay que obedecer a los hombres hay que obedecer a Dios antes que los hombres.
Cuando intervienen los hombres es porque la Iglesia cree y habla del Señor, no utilicemos esa frase de Pedro para otras circunstancias, utilicemos la palabra que hace Pedro que pronuncia Pedro en Hechos los Apóstoles, como esté escrita en la sagrada escritura, porque ustedes llenaron toda Jerusalén del Señor, del nombre del Señor, si tu boca no confiesa que Jesús es el Señor, entonces te salvarás, para salvarnos hay que pronunciar al Señor hay que invocar al Señor, no simplemente nos salvamos por anunciar un mundo nuevo, no simplemente nos salvamos por criticar la política y a los políticos no, nos salvamos solo por el Señor nos salvamos solo por Cristo el Señor.
Quisiera recordar y los mayores pueden ir a mirar una película muy bella cuando eran jóvenes que ustedes la vieron, hermano sol hermana luna, de Francisco de Asís y el Papa está en la cima de unas escaleras y unas gradas, y vienen los pobrecitos de Asís, Francisco y unos cuantos frailes, el Papa desciende y le dice esto es lo que yo he querido hacer, acercar al Señor, ser del Señor, vivir según el evangelio, y el Papa dice, pero has visto Francisco, el estar aquí en medio de tantas cosas ya yo viejo, me ha hecho alejar del Señor de las cosas de Dios, y tu presencia me ha recordado que cuando yo era joven también buscaba el Señor
Quien fue el que reconoció que era el Señor, un joven, un joven que amaba al Señor, un joven que tenía el corazón inquieto buscando a Dios, un joven fue el que le recordó a Pedro y a la Iglesia que si se olvidan del Señor, hay que señalar al Señor, si tu boca confiesa que Jesús es el Señor te salvarás.
Se apareció el Señor la revelación que acontece en este versículo se abre con la presencia del Señor, esa aparición a las orillas del lago y a la conclusión de las apariciones del Señor nos recuerda, a mí me recuerda a mi sacerdote, ya mayor, Obispo, que muchas veces me he olvidado del Señor. Quienes me lo recuerdan, la presencia misma del Señor y el testimonio el testigo de este joven, el testigo de los jóvenes, el testimonio de los jóvenes que descubren con el corazón al Señor.
Yo recuerdo que cuando trabajaba en la pastoral juvenil en la congregación salesiana, estando con tantos y miles de jóvenes, organizando encuentros, rezando con ellos, ellos me estimulaban a seguir buscando a Dios, al Señor, eran bellos los encuentros con estos jóvenes porque ellos me decían Fernando con su presencia con su canto con su alegría, con sus oraciones, viéndolos de rodillas en los templos, me indicaban que lo esencial es el Señor.
Queridos jóvenes a ustedes, niños, adolescentes, gracias por indicarnos a nosotros, ya mayores cansados a veces en la fe, pero atención Pedro y los otros no es que nos reconocieron al Señor, el joven, este joven Juan, no es porque tenía los ojos brillantes y resplandecientes, era porque tenía su corazón ardiente lleno de amor al Señor por eso lo reconoció ahí mientras estaba a la orilla del lago, es el Señor.
A nosotros los mayores a veces nos falta reconocer porque no tenemos lentes no, porque nuestro corazón no tiene luz, nos falta amor en el Señor, cuántas veces la Iglesia se entretiene en cosas sociales y necesitamos a los jóvenes, que nos digan Pedro, Iglesia, ustedes Obispos ocúpense del Señor, no de las cosas de la calle, no de la política, no de los políticos, cuántas veces perdemos el tiempo escribiendo comunicados hablando solamente de las cosas sociales, que nos falta a la Iglesia de Bolivia, que me falta mi Obispo, que me falta mi sacerdote hablar y amar sólo al Señor Jesús, si tu boca confiesa que Jesús es el Señor te salvarás.
Porque yo no les hablo del Señor, tal vez porque no siento la presencia del Señor, tal vez porque dudo en Él está aquí presente en mi vida y en la acción de la Iglesia, cierto que es más reconfortante hablar de las cosas que se pueden agarrar, de un quintal de harina de un kilo de azúcar, del desorden en el parlamento, del censo, porque claro, eso se ve y además eso sale en los periódicos.
Si la iglesia habla del Señor no sale los periódicos, si la Iglesia habla de la salvación no sale en el periódico, no sale en la televisión, pero eso no importa, lo importante es que ustedes jóvenes me recuerden ahora y mañana, que yo pronuncie diga es el Señor, es la tercera vez que aparece el Señor, cómo termina el episodio Jesús que es reconocido a las orillas del lago cuando está partiendo el pan y comiendo los peces, que le pregunta Pedro, oye Pedro tienes que estudiar ciencias políticas para hablar de política estos políticos que no saben, tienes que aprender negocio para la hablar a los comerciantes de un comercio justo, tienes que aprender a hacer carreteras y ser un ingeniero; que le pregunta el
Señor a Pedro ¿me amas?, me amas Pedro, me amas de verdad para estar ahí en la cátedra de san Pedro, para administrar la Iglesia, según las almas y según el amor, me amas, por tres veces me amas, me amas, me amas, no les parece bellísimo este episodio para animarnos en la fe en Cristo Jesús.
Y que mi boca proclame llena de gozo y con confianza llena de amor y de fe, es el Señor, si tu boca confiesa que Jesús es el Señor te salvarás. Queridos hermanos en este tiempo bellísimo de pascua en que celebramos la aparición del Señor resucitado renovemos nuestra fe diciendo Jesús es el Señor y llenemos las calles de Jesús llenemos La Paz de Jesús, llenemos nuestro corazón, nuestro hogar de Jesús, los apóstoles en la primitiva comunidad cristiana llenaron Jerusalén del amor de Jesús, bello por eso es la ciudad santa, porque está lleno del amor de Jesús.
Jesús salva, si tu boca confiesa que Jesús es el Señor te salvarás, queridos hermanos aquí estamos celebrando la presencia del Señor, aquí en la eucaristía en este altar, cuando recibamos el cuerpo de Cristo, ustedes me dirán amén, pero cuando comulguen digan Jesús es el Señor, tú sabes que te amo, tú sabes que te quiero como al final tuvo que confesar Pedro a las preguntas de Cristo, me dirán amén pero se van a ir a sentar o arrodillarse y le dirán eres el Señor, Señor tu sabes que te amo, tu sabes que te quiero, confesemos pues en este día del Señor celebrando que Jesús resucitado es el Señor. Amén.