Mons. Reimann: Que la Virgen María, mujer sinodal, nos ayude a recorrer nuestro camino con Jesús
Prensa CEB 03.08.2022.- A través de su reflexión mensual, Mons. Antonio Reimann, Vicario Apostólico de Ñuflo de Chávez, asegura que “hoy María también está presente en este momento crucial de la historia de la humanidad y de la Iglesia. Estará siempre presente en nuestros caminos donde nos toca dar testimonio de Jesús y anunciar su Palabra a pesar de las tribulaciones”.
MARÍA, MUJER SINODAL
El Señor a través del Papa Francisco nos recuerda a todos los bautizados que estamos llamados a recorrer el camino sinodal de comunión, participación y misión junto con Jesús. Él mismo al inicio de su vida pública, llamó a unos pescadores para que sean sus discípulos y anuncien con él, por los caminos de Palestina, que el Reino de Dios está en medio de ellos (cfr. Mt 4,18-21). Más tarde comprendieron que Jesús es el Camino para llegar a la Verdad y a la Vida.
En este mes de agosto muchísimos peregrinos en el mundo entero, y también en Bolivia, se encaminarán a los santuarios marianos, para recorrer con la Virgen María, y como Ella el camino de la fe.
En Bolivia peregrinan, sobre todo, al santuario de la Virgen de Copacabana el día 5 de agosto, y al santuario de Urkupiña el día 14 de agosto, en la fiesta de la Virgen María Asunta al cielo. En nuestro Vicariato, la parroquia Asunta, celebra su fiesta patronal a la que estamos todos invitados.
Pero antes de ser llevada al cielo, supo acoger el Cielo en la tierra. Y este cielo en la tierra es el mismo Jesús. Veamos ahora brevemente el camino que recorrió María junto con su hijo Jesús: Al inicio de su camino junto con Jesús está el camino de la escucha y acogida creyente de la Palabra de Dios; dócil a la Palabra y al anuncio del Ángel (cfr. Lc 2, 26-38).
Es la mujer del diálogo con el Ángel: ¿Cómo será eso, pues no conozco varón? (Lc, 1,34), y de la respuesta incondicional: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).
La vemos en camino a visitar a su prima Isabel, y su presencia es un canto de alegría expresado en el Magníficat (cfr. Lc 1, 39-56).
Junto con José, no se opone a las prescripciones del censo publicado por el emperador Augusto, y emprende el camino a Jerusalén, y mientras estaban allá ocurrió que le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo en la gruta de los campos de Belén (Lc 2,6).
Su camino la lleva al templo, “cuando se cumplió el tiempo de la purificación de ellos, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor en el templo” (Lc 2,22).
No abandona a su pequeño hijo ni a José en momentos difíciles para la familia: “Cuando comenzó la persecución de Herodes, obedeciendo al Ángel del Señor huyen con el niño a Egipto, y después de la muerte del rey, retornan a la región de Galilea y se fueron a vivir en un pueblo llamado Nazaret” (Mt 2, 13-23).
María es la mujer que en su camino sabe ver las necesidades del prójimo, como lo vemos en la boda de Caná (cfr. Jn 2, 1-12), y permanecer con Jesús en el camino de la cruz y en la hora de la agonía de él (Jn 19,25-27).
Finalmente la vemos en el cenáculo, junto con los discípulos, animándoles en la oración y en la docilidad al Espíritu del Señor. Es la hora del parto espiritual, cuando nace el Cuerpo Místico del Señor que es la Iglesia.
Queridos hermanos y hermanas, hoy María también está presente en este momento crucial de la historia de la humanidad y de la Iglesia. Estará siempre presente en nuestros caminos donde nos toca dar testimonio de Jesús y anunciar su Palabra a pesar de las tribulaciones.
Está en aquellas mujeres que supieron acoger la vida, a pesar de las múltiples dificultades y preocuparse por ella desde la concepción.
La encontramos en las mujeres que caminan con él Señor acogiendo y meditando su Palabra en la vida familiar, siendo las primeras catequistas de sus hijos e hijas.
En aquellas que contemplan la vida del Señor rezando diariamente el santo Rosario y se caracterizan por la devoción eucarística, no solo los domingos sino también en los días ordinarios.
Encontramos su presencia en el camino de la evangelización con los monaguillos, catequistas, animadores bíblicos; en las distintas pastorales: educación, salud, caritas-pastoral social, pastoral familiar, pastoral juvenil y vocacional, comunidades de base, en las actividades y la misión de la Vida Consagrada, y en tantos otros espacios de la vida parroquial.
Desde muy temprana hora, casi al amanecer, María recorre el camino con las mujeres vendiendo la famosa, la gelatina de pata y las empanadas calientes de queso propias del oriente boliviano y, también, el rico api, para defenderse del frio y complacer a quienes han venido del interior y extrañan sus arraigadas costumbres. En las horas de la tarde, el horneado y el “pacumutu” … Todo para mantener la vida en la familia.
Y cuando la vida en su familia está en peligro, no abandonan la cruz, no pierden la esperanza y confían que la vida un día triunfará.
Pidamos al Señor que este camino sinodal de la Virgen María en cada una de estas mujeres, nos ayude a recorrer nuestro camino con Jesús y con su Pueblo. Creo que, de las mujeres como María, depende el futuro de nuestras parroquias, y de nuestra Patria Bolivia que está pronto a celebrar los 197 aniversario de su independencia.
Les invito, en este mes, a encontrar un rato y caminar con Ella en solitario por tantos caminos bonitos que nos ofrece la naturaleza, lejos del ruido, del celular, del quehacer cotidiano y cantar a su lado un Magnificat sencillo, que exprese nuestra gratitud y alegría; que nos deje sentir en la pequeñez y la pobreza la fuerza del Espíritu que nos habita. Esa fuerza que continuamente nos asiste para que demos a luz a su Hijo Jesucristo en la misión a la que hemos sido enviados.
Con saludo fraterno: +Antonio Bonifacio Reimann, OFM