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Es «insensato» que los medios promuevan el cambio de sexo en niños: los argumentos de un psiquiatra

Prensa 21.09.2022.- En los colegios italianos existe el denominado ‘alias escolar‘, un procedimiento administrativo circunscrito exclusivamente al ámbito académico, que permite a los alumnos trans escoger la ‘identidad de género’ con la que quieren ser reconocidos por profesores y compañeros. Los problemas de su aplicación han dado lugar a la habitual campaña mediática de apoyo a los menores que quieren hacer su ‘transición’ de sexo.

Para aclarar conceptos sobre la disforia de género y alertar del auténtico abuso de menores que supone impulsar a niños a tratamientos hormonales y quirúrgicos irreversibles y potencialmente muy dañinos, el doctor Massimo Gandolfini ha escrito un completo artículo en el mensual católico de apologética Il Timone:

Nombres nuevos, inadaptación que permanece

El enfoque del tema de la transexualidad requiere una actitud de gran prudencia, humana y social, e igualmente de una gran competencia científica. Hay que evitar las manipulaciones ideológicas y las derivas emotivo-demagógicas con el fin de no causar daños mayores que el problema que se pretende resolver. El primer paso necesario es aclarar los términos y los contenidos vinculados a ellos.

La transexualidad es la condición según la cual una persona de sexo masculino (M) o femenino (F) se percibe a sí misma como perteneciente al sexo opuesto y aspira y desea asumir sus características anatómicas y comportamentales, sexuales y sociales. La persona transexual vive una autocomprensión de sí misma como «prisionera» en un cuerpo que no le pertenece y vive, en consecuencia, un fuerte deseo de transformarse en el cuerpo del sexo percibido subjetivamente. Las personas transexuales se distinguen en dos categorías: M/F, es decir, de hombre a mujer y F/M, es decir de mujer a hombre.

Cambios desaconsejados

A nivel clínico, esta condición se denomina «trastorno de la identidad de género» o «disforia de género«, del griego dis, mal, y foria, soportar. La vivencia de inadaptación vinculada a la incongruencia en el propio cuerpo, con sus características sexuales bien definidas pero no reconocidas como satisfactorias, empuja a la persona transexual a buscar el cambio hacia el sexo opuesto, percibido como satisfactorio. Esto constituye el «proceso de transición» o de «reasignación» de sexo. 

El DSM V (Manual diagnóstico estadístico de los trastornos mentales, 2013) reconoció la disforia de género como «trastorno mental» e indicó siete parámetros fundamentalmente similares para la disforia de género en la edad evolutiva y en la edad adulta, sobre los que basar el diagnóstico. Los criterios básicos son la presencia de un sufrimiento clínicamente significativo y que exista desde hace por lo menos seis meses. Las directrices de la Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos afirman: «Dada la elevada remisión de la disforia de género después de la pubertad, se desaconseja un cambio social completo del rol y un tratamiento hormonal en niños prepúberes con disforia de género».

El ‘alias escolar’ es, en realidad, un procedimiento de «transición social» que, en ausencia de una cualificada valoración científica y médica, puede empujar al sujeto por la vía de la reasignación sexual, que puede revelarse como un daño gravísimo.

Un problema de origen incierto

Está ya documentado que la incongruencia de género que se manifiesta en la infancia y adolescencia se supera en buena medida y solo una exigua minoría de niños en edad prepúber manifiesta una persistencia de la inadaptación, que se configura como un verdadero «trastorno«. Es evidente que el aspecto más delicado de este tema tan complejo atañe a los niños y niñas en edad infantil y adolescente. Partimos de la base de que nadie hoy está en disposición de decir por qué hay personas en las que se determina un conflicto entre sexuación biológica e identidad de género, sobre todo en la edad temprana. Hay varias propuestas y teorías etiopatogénicas, pero los tonos grises superan en mucho las certezas. Por consiguiente, ¿qué se puede hacer ante una situación de disforia de género en edad prepúber?

En los últimos decenios se ha ido imponiendo la idea según la cual apoyando la identidad de género percibida y, por tanto, modificando la estructura biológica del sujeto según los cánones deseados (M/F o F/M), se pueden eliminar el sufrimiento y la inadaptación, dando a la persona una vida que, por fin, es feliz. De esta asunción empírica han surgido las llamadas «terapias de transición o de reasignación de sexo«: la terapia hormonal (hormonas cruzadas, es decir, hormonas que inducen el desarrollo de características somáticas propias del sexo deseado), la terapia quirúrgica (que atañe a los caracteres sexuales primarios y secundarios: genitales externos, pecho, vellosidad y otros), acompañadas por un trabajo de tipo psicológico.

El bloqueo puberal no beneficia

El tema se hace aún más delicado cuando se trata de sujetos en edad prepúber: en este caso se lleva a cabo también el bloqueo del desarrollo puberal con hormonas bloqueadoras, las gonadotropinas (por ejemplo, la triptorelina), a lo que sigue la administración de hormonas cruzadas. Quien sostiene la utilidad de bloquear el desarrollo -afirmando que es saludable y eficaz para mejorar el pronóstico quod vitam y quoad valetudinem de los menores con disforia de género- sostiene algo que la investigación ha desmentido ampliamente.

Se ha declarado que el bloqueo puberal es útil para tener el tiempo necesario de profundizar en el diagnóstico. En realidad, no existe un solo estudio que ratifique dicha afirmación, mientras que, al contrario, tenemos estudios que demuestran cómo el bloqueo puberal puede influir de manera negativa en la disforia de género, cristalizando el cuadro disfórico. La misma afirmación, que se emplea a menudo, de que casi todos los sujetos con disforia de género afirmada en edad prepúber la mantienen en edad adulta es desmentida por las estadísticas más recientes: un estudio canadiense afirma una persistencia del 12,2% de los casos; un estudio holandés habla del 37% y el DSM-V declara que el 98% de los varones gender confused y el 88% de las mujeres en edad adolescente recuperan la propia pertenencia sexuada una vez superada la pubertad.

Keyra Bell de niña, tras su ‘transición de género’ y actualmente, cuando intenta recuperar en lo posible su cuerpo de mujer mutilado. Es uno de los casos más célebres de ‘detransitioner’.

En resumen, una amplia revisión sistemática de la bibliografía internacional llega a la conclusión que «el bloqueo puberal no mejora la disforia» (Pediatrics, 2018).

No a los atajos irreversibles

El American College of Pediatricians (enero de 2017) llegó a la conclusión de que «promover entre los niños el cambio de sexo, por vía hormonal o quirúrgica, es abuso de menores«. Si además analizamos los resultados, tenemos a disposición un seguimiento de por lo menos tres décadas que nos permite afirmar que el paquete de terapias de transición da resultados que son, como mínimo, decepcionantes y, por desgracia, son cada vez más numerosos los casos de lesiones graves, incluso permanentes, para los sujetos que se someten a ellas, especialmente los más jóvenes.

Así, ha nacido una nueva categoría de personas, los llamados detransitioners: sujetos que, una vez hecha la transición, quedan fuertemente decepcionados porque no han resuelto para nada sus problemas anteriores de inadaptación y sufrimiento (es más, en algunos casos ¡incluso se acentúan!), y piden volver al statu quo anterior, siendo compensados por los daños sufridos.

Mientras tanto, una insensata campaña mediática sobre el concepto de «género subjetivamente percibido» está provocando un poco por doquier un peligrososo boom de casos de disforia de género entre los muy jóvenes: en Inglaterra, por ejemplo, los casos registrados en 2010 fueron 27, que se convirtieron en 2.748 en 2020, con un aumento del 2.497% entre los hombres y del 4.415% entre las mujeres. Sin embargo, los datos nos dicen también otra cosa: los pacientes remitidos a los centros para disforia de género presentan índices de comorbilidad psiquiátrica en el 40-50% de los casos y con «trastornos del espectro autístico» en el 6-20% de los casos (en la población general estamos en el 0,6%).

Así pues, antes de hablar de «transición», social o clínica, ocupémonos de estos frágiles hermanos nuestros, evitando atajos que pueden ser irreversibles y marcar su vida para siempre. Con el ‘alias escolar’ se cambia el nombre y el registro civil, pero no se resuelve el sufrimiento.

Fuente: https://www.religionenlibertad.com/

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