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Mons. Pesoa: “No pretendemos ser jueces o árbitros de lo que acontece en nuestro país, pero tampoco queremos cometer el pecado de omisión”

Prensa CEB 23.07.2023.- El obispo del Vicariato Apostólico del Beni y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, refiriéndose a la situación de Derechos Humanos de Bolivia y a los detenidos por el gobierno, pidió “no acostumbrarnos a esta manera de vivir”.

En su reflexión dominical, el obispo lamentó que sea más llamativa una noticia sensacionalista y escandalosa, que lo bueno y constructivo que día a día sucede; “el bien no hace mucho ruido, el mal hace mucho ruido y es destructivo”, sostuvo.

El obispo dijo que, en el contexto actual, es fácil ver cómo la sociedad se aleja cada vez más de los valores, “va abandonando por intereses personales o de grupos los valores humanos y cristianos, valores del bien común, el valor de la verdad, del honor, del respeto a la persona mayor, el valor de los Derechos Humanos como lo sucedido en los últimos días, en nuestro país.  No nos acostumbremos a esta manera de vivir”, señaló.

La autoridad eclesial también se refirió a los detenidos en el país, “algunos procesados sin derecho al trabajo, muchos de ellos personas de recursos limitados, así relataba uno de los detenidos.  No pretendemos ser jueces o árbitros de lo que acontece en nuestro país, pero una cosa es cierta, no decirlo o callarlo es cometer el pecado de omisión” aseguró.

El Mons. Aurelio Pesoa dijo que la batalla entre el bien y el mal es inevitable y de toda la vida, por eso, “no debemos pedir que desaparezcan los malos, sino que desparezca el mal.  No debemos pedir que Dios elimine o aniquile a los malos, sino que los convierta desde lo profundo de su corazón”.

Finalmente, dirigiendo su petición a Dios, el obispo pidió “que Dios nos permita caminar juntos con esperanza cierta y caridad perfecta, testimoniando con la vida su reino de amor, de vida, de justicia de paz, en nuestro país tan lastimado, en estos días, sufrido y dividido”.

Domingo 16 del tiempo ordinario (A)

Mt. 13, 24-43

23 de julio de 2023

“la grandeza de Dios”

1.-  El Evangelio de Mateo narra este pasaje que bien puede ser entendido como la paciencia y el amor de Dios, pues llama la atención la actitud del dueño del sembradío, que sabiamente dice: “deja que ambas semillas crezcan juntas” Una de ellas es mala semilla y puede dañar a la buena semilla.  Advierte que ambas se parecen al principio, por eso el dueño del campo teme que al arrancar la mala hierba se arranque el trigo.  Todo a su tiempo.

El mensaje de la Palabra de Dios, es también, evitar caer en la tentación o ligereza de buscar excluir del grupo o de la comunidad a aquellos que no piensan como nosotros, o de condenar, despreciar o discriminar al otro.  La palabra de Dios nos llama a ser semejantes al trigo que produce el bien, debemos ser personas de bien, no mezquinas con el bien.

El Reino de Dios lleva dentro una fuerza transformadora, que aunque algunos no lo acepten o no perciban, su crecimiento es irreversible.  El Reino de Dios no es solo el crecimiento, sino también una transformación de la historia de la humanidad.

2.-  Por otra parte, la Palabra de Dios nos habla de una realidad muy conocida por el ser humano: la presencia, en el mundo, de lo bueno y lo malo. Podemos tener la impresión que lo malo es más fuerte que lo bueno, y surge la pregunta ¿Por qué existe el mal en el mundo y Dios lo permite? ¿por qué a veces Dios queda en silencio? Y así tantas otras preguntas.

Ante la presencia del mal la respuesta de Dios es clara: “Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha” la afirmación demuestra la paciencia y amor de Dios, frente a la impaciencia y prisa del ser humano, que lo quiere todo de manera inmediata.

Es mucho más llamativa una noticia sensacionalista y escandalosa que lo bueno y constructivo que día a día sucede y pasa desapercibido, y no se trata de esconder ni justificar lo malo.  Debemos darnos cuenta que existe el bien y quizá en mayor proporción que el mal.  La diferencia es que el bien no hace mucho ruido, el mal hace mucho ruido y es destructivo.

Sabemos que existe el mal en el campo del Padre Dios, pero también existe el bien que Él sembró y que dará mucho fruto, a su tiempo.  Ante nuestra impaciencia, el Padre Dios nos manda a tener paciencia.  Dice San Agustín: “Los malos no son castigados para que tengan tiempo de corregirse; o al menos, para que la bondad de los buenos se ejercite en ellos y con ocasión de ellos

No es fácil, aunque algunos lo intenten, negar que la semilla del Evangelio ha influido para bien en las estructuras del mundo, de la historia y de la cultura.  Las razones de Dios es que: Dios admite la pluralidad de formas en la tierra y todas son legítimas; en el campo del Señor cada uno ejercita su propia libertad y responsabilidad para que pueda tener su recompensa.  Cada uno tiene la capacidad de elegir el bien o el mal

Si en el plano natural la mala hierba se aprovecha de la buena hierba que crece junto a ella, en el plano espiritual no sucede lo mismo.  Por más malos que sean los que nos rodean no pueden quitarnos la libertad para hacer el bien.

3.-  En los tiempos que vivimos vemos que el ser humano poco a poco se va alejando de Dios.  Va abandonando por intereses personales o de grupos los valores humanos y cristianos, valores del bien común, el valor de la verdad, del honor, del respeto a la persona mayor, el valor de los Derechos Humanos como lo sucedido en los últimos días, en nuestro país.  No nos acostumbremos a esta manera de vivir.  No dejemos que nos roben la buena semilla sembrada en la vida.

Y, que decir de aquellos hermanos detenidos y algunos procesados sin derecho al trabajo, muchos de ellos personas de recursos limitados, así relataba uno de los detenidos.  No pretendemos ser jueces o árbitros de lo que acontece en nuestro país, pero tampoco queremos cometer el pecado de omisión.

El ser humano siempre tendrá la libertad para pecar o para amar a Dios y al prójimo.  La batalla es inevitable y de toda la vida, por eso, el termino militancia es la actitud constante y de fidelidad.  No debemos pedir que desaparezcan los malos, sino que desparezca el mal.  No debemos pedir que Dios elimine o aniquile a los malos, sino que los convierta desde lo profundo de su corazón.

Pedimos hoy al Dios bueno, que hace salir el sol sobre buenos y malos y hace caer la lluvia justos e injustos, que nos permita caminar juntos con esperanza cierta y caridad perfecta, testimoniando con la vida su reino de amor, de vida, de justicia de paz, en nuestro país tan lastimado, en estos días, sufrido y dividido.  Así sea.

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