Mons. Galván: “El fruto del amor es el servicio, y el fruto del servicio a los demás es la paz”
Prensa CEB 20.08.2023.- Desde la Basílica Menor de San Francisco en la ciudad de La Paz, el Mons. Percy Galván, arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, abordó la importancia fundamental de la fe en la vida de cada persona. El arzobispo reflexionó sobre el inmenso valor de la fe como un regalo divino que impulsa a cultivar el amor y el servicio a los demás.
El arzobispo señaló que el tesoro de la fe es un don de Dios que reside en el corazón de cada individuo como una semilla que debe ser cultivada y nutrida para florecer y dar frutos de amor y paz. El Mons. Galván contó un recuerdo de su madre, quien se sentía rica por tener fe y saber que sus cinco hijos tenían esa misma fe.
La síntesis de nuestro ser Católicos es la oración
El prelado compartió con los fieles la labor de la Congregación de la Madre Teresa de Calcuta en La Paz, resaltando su dedicación al servicio de los más necesitados como un ejemplo tangible de cómo la fe puede manifestarse en la vida diaria. Tomando de modelo a Santa Teresa de Calcuta, fundadora de esta congregación, dijo que esta santa nos enseña la síntesis del ser Católico: “El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe”, aseguró el Mons. Galván, invitando a la oración para cultivar profundizar y hacer crecer el tesoro de la fe.
El arzobispo aseguró que “el fruto de la fe es el amor” y con palabras de esperanza, solidaridad y amistad anunciamos la verdad del Señor, que también se ve reflejado en la propia vida, “el fruto del amor es el servicio, y el fruto del servicio, ese servicio que prestamos a los demás es la paz”, afirmó
Los catequistas son los maestros de la fe
En la homilía, el Mons. Galván reconoció el papel crucial de los catequistas: “Los catequistas son los maestros de la fe. Una palabra difícil, pero que dice todo de un catequista: mistagogos de la fe, (es decir) los que nos inician en los misterios de la fe a través de su palabra, de su catequesis y de su testimonio”. El arzobispo alentó a los presentes a cultivar una vida de oración en familia, en el templo y en diversas prácticas religiosas como un camino para fortalecer la fe y vivirla con amor y servicio.
“Allá donde vamos los Católicos, allá donde vamos los cristianos, tenemos que desprender de nuestro cuerpo el aroma, el perfume del amor de Cristo”, dijo el Mons. Galván.
La fe es el tesoro más grande que podemos acumular y tener
La reflexión dominical del arzobispo concluyó con un llamado a fortalecer la fe y a mantenerla como un tesoro precioso. «Esa fe que tenemos en Dios y la vivimos dentro de nuestra Iglesia es el tesoro más grande que podemos acumular y tener», subrayó el Arzobispo.
En un espíritu de comunión, los fieles que participaron de la Eucaristía expresaron su compromiso compartido con la fe y el amor de Cristo, con la certeza de que, a través de la fe, el servicio y el amor, pueden ser agentes de paz y esperanza en un mundo necesitado.