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Mensaje de la Iglesia Católica en el  Encuentro Interreligioso por la Paz

Prensa CEB 21.09.2023.- En el marco de  Encuentro Interreligioso por la Paz, el Mons. Luis Durán, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Paz y responsable del Área de Evangelización de la Conferencia Episcopal Boliviana, convocó a reflexionar sobre la paz en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.

Tomando el Evangelio de Lucas (10,1-5), el Mons. Durán invitó a seguir el ejemplo de Jesús, quien envió a sus discípulos con un mensaje de paz, y recordó que la paz debe ser el centro del testimonio en este mundo turbulento.

El obispo instó a abandonar lo que nos impide ser mensajeros de la Buena Nueva y a comprometernos en la construcción diaria de la paz: “Estamos invitados a salir de la indiferencia para convertirnos en constructores de paz poniendo todo nuestro ser, preocupándonos por los demás, por sanar las heridas, por reconciliarnos. Así seremos llamados hijos de Dios”, señaló.

A continuación compartimos el mensaje completo:

PAZ A ESTA CASA, PAZ PARA TODOS

Buenos días, les saludo en nombre del Pueblo de Dios de la Arquidiócesis de Nuestra Señora de la Paz y de la Conferencia Episcopal Boliviana.

Hoy nos reunimos para hacer un llamamiento a todas las personas de buena voluntad y especialmente a quienes profesan una determinada religión o creencia a unirse para implorar y establecer la paz

(cf. Gaudium et Spes 77).

Del Evangelio según san Lucas 10,1-5.

Después de esto designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y lugares adonde pensaba ir. Les decía: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los campos que envíe trabajadores para su cosecha. Vayan, que yo los envío como corderos entre lobos. No lleven bolsa ni alforja ni sandalias. Por el camino no saluden a nadie. Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a esta casa”.

Lucas 10,1-5.

Cuando entren en una casa digan primero: “Paz a esta casa”

El Evangelio nos recuerda con vehemencia que la paz debe ser el centro de nuestro mensaje y nuestro testimonio al mundo. “La paz sobre la tierra, nacida del amor al prójimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre” (cf. Gaudium et Spes 77).

La paz es un don que proviene del Señor: “Mi paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14,26); don que debemos acoger para se instale entre nosotros, para que viva por siempre y sea compartido con toda la humanidad.

Como comunidades de fe no podemos hacer oídos sordos a todo el clamor de sale de la humanidad malherida y de las creaturas de Dios: de los pueblos que viven conflictos, de las personas migrantes que abandonan su tierra buscando oportunidades para vivir, de las mujeres y niños víctimas de violencia, y de la creación, por el daño que como seres humanos le hemos infringido. Toda la creación clama por paz.

Paz, es la voz unánime que elevamos a nuestro Padre, con la seguridad que Él nos escucha y atiende. ¡Señor, danos la paz!

Como corderos en medio de lobos

Aunque nuestro mundo esté inundado por signos de muerte, “aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, guía nuestro camino[1].

Estamos llamados a llevar la Buena Nueva al mundo que necesita la paz y la salvación, con la humildad del cordero en medio de todas las adversidades. Como Jesús que abajándose entregó su vida para el rescate de muchos.

No lleven bolsa ni alforja ni sandalias

Jesús nos pide que nos despojemos de todo lo que pueda impedir que crezcan en nosotros las semillas del Reino, despojarnos de todas las “ataduras” de este mundo que nos impiden salir al encuentro del hermano, abandonar lo que nos impida ser anunciadores de la Buena Noticia.

La paz requiere de una decisión radical, personal y comunitaria. La paz es un producto artesanal, requiere de un compromiso diario y sostenido. Se construye cada día con nuestro trabajo, con nuestra vida, con nuestro amor, con nuestra cercanía, con nuestro querernos mutuamente.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. (Mt 5,9)

La construcción de la paz requiere compromiso, colaboración, paciencia, crece día a día a través de obras de justicia y misericordia. Estamos invitados a salir de la indiferencia para convertirnos en constructores de paz poniendo todo nuestro ser, preocupándonos por los demás, por sanar las heridas, por reconciliarnos. Así seremos llamados hijos de Dios.

Termino mi participación con una oración que ya es patrimonio de toda persona de buena voluntad:

“Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Amén”.


[1] Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz 2023

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