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Mons. Percy Galván llama a la solidaridad con los privados de libertad, enfermos, migrantes y pobres

Prensa CEB 24.09.2023.- Este domingo 24 de septiembre, día en que la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, el Mons. Percy Galván, arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, compartió algunas reflexiones sobre el amor fraternal, la magnanimidad de Dios, la importancia de la solidaridad en nuestra vida diaria y resaltó la necesidad de amar incondicionalmente.

El Mons. Percy Galván comenzó su homilía destacando la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado y el inicio de la Semana de Hermandad, realizada por la hermandad que existe entre la Iglesia de Bolivia y las Diócesis de Tréveris y Hildesheim, Alemania, organizada por la Comisión de Hermandad de la Conferencia Episcopal Boliviana.

El arzobispo hizo un llamado a amar a todos los seres humanos universalmente, y dirigiéndose de manera especial a los Católicos, les pidió para que amen doblemente.

En su reflexión sobre el Evangelio, el prelado relató una conmovedora historia de una familia en Alemania que, tras la muerte de la madre, se organizó para mantener la casa. Cada miembro de la familia asumió una tarea específica, y al cabo de tres meses, el padre recompensó a sus hijos de manera individual. Sin embargo, el mayor de los hijos, le recordó a su padre que ellos no eran peones, sino sus hijos y, por tanto, pidió al padre que se les diera la misma recompensa.

El mensaje central de este relato y del Evangelio fue el amor del Padre celestial, que brinda a todos por igual. El Mons. Galván resaltó que este amor es magnánimo, divino y supera la justicia humana. Hizo hincapié en la necesidad de la paciencia, el perdón y la fraternidad en nuestras vidas, y recordó que “siempre podemos empezar con el Señor una nueva vida de hijos”.

La autoridad eclesial instó a dejar atrás rencores, calumnias y venganzas para encontrar el camino hacia la paz y la felicidad y destacó que la fraternidad debe reflejar el amor magnánimo del Padre: “Los últimos serán los primeros”, dijo y reiteró la necesidad de mostrar este amor magnánimo, fraterno y solidario de manera material y espiritual, sobre todo con los “últimos y pequeños”.

“Que se note que somos Católicos, que se note que creemos en Cristo, que amamos a la mamita de las Mercedes (hoy en la advocación de la Virgen de la Merced), vivamos la fraternidad entre todos los Católicos, pero la preferencia es a los más pequeños, es a los últimos”, dijo y animó a visitar a los privados de libertad, enfermos, migrantes y descartados de la sociedad, a compartir con ellos, ayudando con donativos de alimentos y medicamentos.

En sus palabras finales, el Mons. Percy Galván enfatizó que, como católicos, debemos ser ejemplos vivientes del amor y la magnanimidad del Padre celestial: “Tiene que notarse que tenemos fe, que Dios es nuestro padre a través de nuestra fraternidad magnánime y solidaria”, concluyó.

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