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Mons. Aurelio Pesoa insta al diálogo para solucionar los problemas en el país

Prensa CEB 17.09.2023.- En la homilía de este domingo 17 de septiembre, el Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, obispo del Vicariato Apostólico del Beni y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), pidió encontrar soluciones verdaderas y duraderas a los problemas del país: “Las soluciones pasan por el diálogo, pero nunca habrá diálogo sincero y honesto si hay rencor, deseo de venganza, descalificación, intolerancia y acusaciones”, sostuvo.

“Nos preguntamos cómo aspirar a vivir en un país en donde se dice que todos está bien, sin embargo, vemos que falta trabajo digno, salud para todos, una justicia distribuida con equidad”, cuestionó la autoridad eclesial.

El presidente de la CEB dijo que el perdón es esencial para superar las divisiones y diferencias: “El perdón debe borrar de nuestro interior la ofensa y dar paso al amor fraterno”. Asimismo, “el que se aferra y no perdona a su prójimo no es hijo de Dios”, afirmó y pidió entender que, “el ser bueno, ser clemente, ser paciente y la compasión de Dios no son signo de debilidad”.

El Mons. Pesoa exhortó a tener una actitud de perdón frente a las tantas amenazas de violencia y odio, “debe ser la respuesta de todos los que nos decimos cristianos y católicos en particular”, concluyó.

Domingo 24 del tiempo ordinario (A)

Mt. 18, 21-35

17 de septiembre de 2023

“Acuérdate de los mandamientos”

1.-  La primera lectura es una invitación a la misericordia, porque siendo misericordioso imitamos a Dios.  Para ello, es necesario que echemos lejos de nosotros el egoísmo personal que es el enemigo de la paz, la serenidad y de la felicidad.  Solo teniendo los mismos sentimientos de Dios podremos amar como Dios quiere que amemos.

Entendamos que el deseo de venganza, como remedio para sanar el daño recibido, no es el camino, pues la venganza nunca conducirá a la paz y serenidad en la vida.  La relación de hijo con Dios solo es posible desde la acción misericordiosa que Dios tiene para con nosotros.  Y la relación sana con los hermanos solo es posible desde una relación de perdón y misericordia.

Es importante que a fuerza de bien venzamos las trincheras del mal, del rencor, del deseo de venganza, de ira, de resentimiento e intolerancia que todos llevamos en la vida y el corazón.  El mal está presente en el ser humano, por eso es necesario el perdón de Dios y el perdón de los hermanos, para que de verdad seamos hijos de Dios.

2.-  El Dios de los católicos es el Dios del perdón y la misericordia.  No se cansa de perdonar a aquel que se arrepiente de verdad.  Como hijos de Dios debemos imitarlo, es decir parecernos a Él.  Pedro le pregunta: ¿Cuántas veces debo perdonar? ¿Hasta siete veces?  El Maestro va más allá del límite del perdón “no hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” El perdón, así como el bien no deben ser mezquinos, debe ser sin límites, aunque duela.

El perdón no es olvidar o borrar el recuerdo de los hechos, sino que es la capacidad de seguir haciendo el bien, amando al hermano, rechazando el deseo de venganza que es lo que viene primero y que sale de nuestro interior.  El perdón de Dios es gratis, el nuestro debería ser igual y sin condicionamiento.

La parábola nos presenta hoy a un funcionario que se le perdona la deuda, pero que no entiende nada.

El funcionario no entiende que cuando se hace bien las cosas éstas tienen sus consecuencias buenas y positivas, y cuando no se hace bien las cosas también tiene sus consecuencias malas y negativas.  Cuando no perdonas, ese mismo mal vendrá a ti de una u otra manera.  Así el funcionario malo termina siendo condenado por su falta de bondad y misericordia, hizo mal las cosas.

3.-  Los Problemas que preocupan en nuestro país necesitan soluciones verdaderas y duraderas, las soluciones pasan por el dialogo.  Pero nunca habrá diálogo sincero y honesto si hay rencor, deseo de venganza, descalificación, intolerancia y acusaciones.

Tampoco podemos creernos dueños de la vida del prójimo para, jugar con ella, y hacer sufrir con nuestros pecados y errores.  Trata al otro como quieres que te traten, nos dice el Señor, después no pidas lo que tú no has sido capaz de dar, por la dureza de corazón.

Nos preguntamos cómo aspirar a vivir en un país, en donde se dice que todos está bien, sin embargo, vemos que falta trabajo digno, salud para todos, una justicia distribuida con equidad.

La esperanza y la seguridad nos las enseña hoy el Señor, cuando nos habla que el perdón debe borrar de nuestro interior la ofensa y dar paso al amor fraterno.  El que se aferra y no perdona a su prójimo no es hijo de Dios.  También el que niega el perdón al prójimo él mismo se excluye de la familia de Dios.  El perdón de Dios es gratis, el nuestro debería ser gratis y sin condicionamiento.

4.-  Todos sabemos que Dios es bueno y bueno es Dios.  Pero debemos entender que el ser bueno, ser clemente, ser paciente y la compasión de Dios no son signo de debilidad.  Él hace bien las cosas, todo lo demás depende del ser humano.

Recordemos que frente al mal hay dos caras.  Por un lado, ante las dificultades y problemas, en la vida, le pedimos a Dios perdón, misericordia y compasión.  Pero en los momentos de bienestar y prosperidad, nos olvidamos de Dios y de reconocer el mal ocasionado.  Que miserables a veces nos portamos con Dios y el prójimo.  Es importante el arrepentimiento del mal ocasionado, el pedir perdón y reparar el daño ocasionado.

No olvidemos que el Señor por medio de su Palabra nos llama al perdón que reconstruye y sana las heridas.  La actitud de perdón frente a las tantas amenazas de violencia y odio, debe ser la respuesta de todos los que nos decimos cristianos y católicos en particular.  Así sea.

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