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May

Mons. Pesoa insta a la fraternidad y el encuentro en la celebración de los 338 años de la Santísima Trinidad

Prensa CEB 26.05.24// En la solemnidad de la Santísima Trinidad y celebrando los 338 años de fundación de la ciudad de la Santísima Trinidad, el Obispo del Vicariato Apostólico del Beni, Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, instó a los ciudadanos a la fraternidad y el encuentro para luchar por días mejores, “sin retaceos partidarios, es tiempo de ponerle el hombro al progreso de nuestra ciudad, desde el lugar nos toca”.

Desde la Catedral de la Santísima Trinidad, en la misa de este 26 de mayo, el Obispo Pesoa extendió un saludo en idioma trinitario mojeño, a todos los presentes.

Continuó con su homilía enfocado en la importancia de la fraternidad y el encuentro en la vida comunitaria. “Somos imagen y semejanza de Dios, lo que quiere decir que somos seres en relación, hechos para la fraternidad; lo nuestro no es la soledad, no es el egoísmo o encerrarnos en nosotros mismos. Fuimos creados para amar, para salir de nosotros, y vivir en relaciones de confianza, fraternidad, armonía y cuidado mutuo. Fuimos creados para el diálogo y el encuentro entre todos y con todos”.

Monseñor Pesoa lamentó la presencia de huelgas, bloqueos y actitudes intolerantes que obstaculizan el encuentro fraterno entre hermanos y generan angustia e inseguridad en la sociedad. «No podemos negarlo, vivimos en una cultura muy individualista que nos Ileva a pensar solo en nosotros mismos y aislarnos de los demás”.

La autoridad eclesial hizo un llamado a superar actitudes egoístas y a promover el cuidado mutuo en la sociedad. «Estos días también observamos actitudes muy irresponsables, individualistas y poco fraternas, estamos descuidando el bien. No es nada saludable encerrarse en intereses egoístas».

«Quien fomenta la violencia, la división, el fanatismo y la irresponsabilidad, no actúa como hermano ni a la altura de un ser habitado por el Dios Trinidad», señaló, e instó a comportarse a la altura del amor para el que fuimos creados, buscando el bien común en todas las dimensiones de la vida social: “Fuimos creados por el amor de Dios, estamos hechos para el amor a Dios y al prójimo. Quien ama se preocupa de todos y por todos, en la vida social, en la política, en la economía, en la justicia, se comporta a la altura del amor para el que fuimos creados, busca y cultiva el bien”.

“Al celebrar estos 338 años de fundación de la ciudad de la Santísima Trinidad, es tiempo de luchar por mejores días, sin retaceos partidarios, es tiempo de ponerle el hombro al progreso de nuestra ciudad, desde el lugar nos toca”, señaló y motivó la unidad y el compromiso ciudadano en el progreso de la ciudad: “De nosotros depende qué ciudad queremos dejar a la futura generación”.

“La fe trinitaria es la base de la vida comunitaria y fraterna que los cristianos estamos llamados a vivir. Por eso esforcémonos por vivir de acuerdo a la alta vocación para la que hemos sido creados por Dios”, dijo a tiempo de finalizar impartiendo la bendición a cada uno de los habitantes de Trinidad.

Domingo Solemnidad de la Santisima Trinidad

«El Señor es Dios, en el cielo y en la tierra»

Mt. 28, 16-20

26 de mayo de 2024 (B)

1.- Los cristianos creemos en un Dios Trinidad, lo que no quiere decir que creemos en un Dios complicado. Si Dios se ha revelado como Trinidad, quiere decir, que no es una conquista de la inteligencia humana. Es decir, Dios se ha dado a conocer libremente, por propia iniciativa, en forma sorprendente.

Al mundo vino Jesús, que cuando fue reconocido por la fe como Hijo de Dios, reveló un Dios que se preocupa por el ser humano y, cuando se fue este mundo, nos envió el Espíritu Santo para Él seguir presente entre nosotros y en la Iglesia.

La Trinidad se nos ha revelado, como una verdad que se ha dado a conocer con toda su fuerza. Esa verdad sobre Dios, nos la ha revelado la Sagrada Escritura y significa que Dios tiene una pasión de amor por la salvación de los seres humanos.

En el Antiguo Testamento el rostro de Dios que se da a conocer, es el de un Dios de amor. Moisés, en la lectura del libro del Deuteronomio de hoy, presenta a un Dios en manera sorprendente: «Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante… ¿O que dios intentó venir a tomar para sí una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios?»

«Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios – allá arriba en el cielo, y aquí abajo, en la tierra y no hay otro. Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo». El Dios que se revela es un Dios de perdón, es compasivo, un Dios que tiene entrañas de misericordia con su pueblo elegido. Solamente aquel que ama hasta que duela, tiene la capacidad de perdonar sin ninguna condición.

Dios, en la plenitud de los tiempos, siempre dio señales de amor: «Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna». Dios es amor porque envía a su único Hijo, luego es un Padre, que ama hasta el punto de sacrificar a su Hijo para la salvación de todos y, junto a su Hijo, entregan el Espíritu Santo para acompañar y llevar a su plenitud la historia de la Iglesia y de la humanidad.

San Pablo da a conocer con precisión las cualidades de Dios, al precisar la fórmula de saludo que utilizamos al comenzar la liturgia de la Misa: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios Padre y la comunión del Espíritu Santo permanezcan con todos ustedes».

2.- Efectivamente, hermanos, somos creación de la Trinidad Santa que ha dejado en nosotros su huella. Somos imagen y semejanza de Dios, lo que quiere decir que somos seres en relación, hechos para la fraternidad; lo nuestro no es la soledad, no es el egoísmo o encerrarnos en nosotros mismos. Fuimos creados para amar. Para salir de nosotros, y vivir en relaciones de confianza, fraternidad, armonía y cuidado mutuo.

Fuimos creados para el diálogo y el encuentro entre todos y con todos. Las huelgas, los bloqueos, la intolerancia, muy frecuente, en alguno lugares, en nuestro país, impiden no solo el encuentro sereno y fraterno entre hermanos, sino que provoca angustia e inseguridad. También Impiden el encuentro festivos entre hermanos. Entendamos que, como personas creyentes, en un Dios Uno y Trino, tenemos necesidad del encuentro con los hermanos, tenemos necesidad del abrazo fraterno, del diálogo con los demás.

No podemos negarlo, vivimos en una cultura muy individualista que nos Ileva a pensar solo en nosotros mismos y aislarnos de los demás. Estos días también observamos actitudes muy irresponsables, individualistas y poco fraternas, poco sociables, estamos descuidando el bien. No es nada saludable encerrarse en intereses egoístas. En conductas que no reflejan nuestro ser comunitario y la llamada al amor y al cuidado mutuo. ya está bueno, ahora es el tiempo de pensar en serio en los demás.

3.- Fuimos creados por el amor de Dios, estamos hechos para el amor a Dios y al prójimo. Quien ama se preocupa de todos y por todos, en la vida social, en la política, en la economía, en la justicia, se comporta a la altura del amor para el que fuimos creados, busca y cultiva el bien que nunca debe ser mezquino.

Quien fomenta la violencia, la división, el fanatismo, la irresponsabilidad y tantas otras formas de destrucción de la armonía fraterna, no está actuando a la altura de un ser habitado por el Dios Trinidad, ni tampoco actúa como hermano.

Al celebrar estos 338 años de fundación de la ciudad de la Santísima Trinidad es tiempo de luchar, por mejores días, sin retaceos partidarios, es tiempo de ponerle el hombro al progreso de nuestra ciudad, desde el lugar nos toca.

Porque duele la vida al ver como muchos habitantes de esta ciudad sufren. Los ciudadanos parecieran que están adormecidos y otros están normalizados a vivir de esta forma.

Son 338 años y pareciera que no avanzamos como quisiéramos. Desde la fe en el Dios uno y Trino creo que no es tiempo para buscar quien tuvo la razón o la culpa. Todos los que habitamos esta ciudad somos responsables de la ciudad y de la ciudad en que queremos vivir. De nosotros depende qué ciudad queremos dejar a la futura generación.

El pueblo trinitario es creyente y de mucha fe, eso no se debe descuidar en la vida. Mantengamos firme nuestra fe en el Dios Uno y Trino, no dejemos que Dios sea eliminado del Corazón de los trinitarios. Recordemos que todos somos aves de paso, solo Dios sabe cuándo nos Ilamará a su presencia. Del polvo salimos y al polvo volveremos.

La fe trinitaria es la base de la vida comunitaria y fraterna que los cristianos estamos llamados a vivir. Por eso esforcémonos por vivir de acuerdo a la alta vocación para la que hemos sido creados por Dios. Que Dios bendiga la vida de cada uno y bendiga la vida de nuestros seres queridos, particularmente a todos los que nos toca habitar esta noble ciudad de la Santísima Trinidad. Así Sea.

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