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Aportes del Celam al Sínodo 2021- 2024: Amerindia, con una apuesta preferencial por los pobres y excluidos

La Iglesia de América Latina y el Caribe sigue avanzando en la presentación de los aportes que ofrecerá para la II Asamblea Sinodal a celebrarse en Roma en el mes de octubre de 2024, en esta ocasión le apuesta a su opción preferencial por los pobres y excluidos, inspirados en el Evangelio y en comunión con la renovación eclesial propuesta por el Papa Francisco.

En este contexto, presenta un documento elaborado como aporte desde la Tradición teológica latinoamericana – Amerindia, que da fe a todo el proceso de renovación conciliar de la Iglesia, a partir del pontificado del Papa Francisco, en aspectos como la presencia/acción salvífica de la Iglesia en el mundo y en la diversidad de sus carismas y ministerios, una renovación desencadenada en su momento por el Concilio Vaticano II.

A partir, de un trabajo desde las bases y tras un largo discernimiento sobre este aspecto, el escrito propone unas claves de interpretación teológicas como aporte al proceso y dinamismo sinodal que la Iglesia universal requiere en estos tiempos actuales.

Una Iglesia misionera que contemple la realidad del mundo

El dinamismo de la Iglesia en los últimos años ha llevado a un caminar juntos, esto a partir de la propuesta del sínodo de la sinodalidad, que “denota el estilo particular que califica la vida y la misión de la Iglesia, expresando su naturaleza de Pueblo de Dios que camina y se reúne en asamblea”. De ahí que el Papa Francisco ha denominado a la Sinodalidad como “dimensión constitutiva de la Iglesia”, es decir, se habla de una Iglesia misionera sinodal.

Al interrogarse sobre el cómo este proceso de renovación misionero sinodal de la Iglesia pueda llegar a ser eficaz y efectivo, el texto sugiere que se hace necesario implicar a los más diversos sujetos y sectores eclesiales y desarrollar mediaciones teológicas, pastorales y jurídicas que desbloqueen y abran caminos de comunión efectiva, participación y corresponsabilidad misionera, pero puntualiza que, esta renovación no se debe hacer solo al interior de la Iglesia, sino que debe estar iluminada y acompañada desde una lectura de los signos de los nuevos tiempos. “Sobre todo, aquellos que inmolan la vida de los empobrecidos e inocentes al complejo sistema capitalista que rige hoy”.

En este punto, el documento sugiere que para que la misión sinodal de la Iglesia sea eficaz se debe contemplar la realidad del mundo, ese mundo manifestado por las desigualdades, por el capitalismo que ahoga la vida de las mayorías y fortalece el enriquecimiento del 1% de la población. “Un mundo que por saquear los recursos naturales sin medida y de manera depredadora ha creado un colapso civilizatorio, con crisis hídricas en todo el mundo, con hambrunas en muchos lugares, con personas desnutridas, mal alimentadas, enfermas, diabéticas, quemadas (bourning out), ansiosas, depresivas, enojadas, violentadas”, hechos que han llevado a la violencia en todos “los ámbitos de la vida humana, con feminicidios, juvenicidios, pero sobre todo con guerras en muchas partes del mundo”.

Un sistema que proteja y cuide a la población

Devela, además, que toda esta condición de pobreza va acompañada por la falta de un sistema que permita proteger y cuidar a la población. Donde los sistemas sanitarios, educativos, penales, de justicia, políticos y religiosos, no funcionan para las mayorías y la corrupción, la violencia física, psicológica, abusos sexuales, racismo, machismo, son la constante que impiden que los benefactores puedan llegar a los más pobres.

El texto de los aportes de amerindia al proceso sinodal sustenta su reflexión en lo dicho por el Papa Francisco: “prefiero una iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos […] Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: <Dadles vosotros de comer>” (EG 49).

Claves para el dinamismo de una Iglesia sinodal y misionera

Para lograr este propósito, el documento propone 9 claves que pueden marcar la ruta para fortalecer el dinamismo misionero sinodal de la Iglesia. Ellos son: a.) La Tradición latinoamericana; b.) La Opción por los pobres; c.) La necesaria reforma de la institucionalidad eclesial; d.) Los sujetos del proceso sinodal: las mujeres; e.) La metodología; f.) La gestión de la diversidad; g.) Transformar la realidad; h.) Comprender críticamente el capitalismo digital; i.) Otros temas centrales.

La Tradición latinoamericana

Se resala la tradición eclesial latinoamericana y su recorrido a partir de la historia en la construcción de una Iglesia sinodal. Experiencias validadas a partir del magisterio de la Iglesia como han sido, el Sínodo de la Amazonia y la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), trabajo construido junto con las comunidades eclesiales de base. “Ha sido una experiencia rica en fidelidad creativa donde la Iglesia de base expresa su fe y un caminar propio, pero en sintonía con la iglesia mundial.

La opción por los pobres

Desde siempre la Iglesia latinoamericana ha hablado de la opción por los pobres, pero esto señala el texto “Se puede cambiar el nombre de los pobres (víctimas, excluidos), pero no la opción en sí, que con el tiempo se ha ido construyendo cimientos fuertes para justificar esta opción”. La Iglesia universal habla ya de una “Iglesia en salida”, es decir, reanudar el proceso de renovación conciliar que habla de la Iglesia como “sacramento de salvación” o “signo e instrumento” del Reino de Dios en el mundo (LG 1, 9, 48). Es hablar de “salida hacia las periferias”, insiste en el “lugar privilegiado de los pobres en el pueblo de Dios” (EG 197-201) o en lo que se acordó en llamar a partir de América Latina la “opción preferencial por los pobres” (EG 198).

“Es en ese sentido que Francisco habla acerca de una “Iglesia pobre para los pobres”, insistiendo en que “la nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de los pobres y a colocarlos en el centro del camino de la Iglesia” (EG 198). Este es el centro de la “transformación misionera de la Iglesia” de la que habla Francisco”.

La necesaria reforma de la institucionalidad eclesial

Este apartado se refiere a tomar decisiones de cambios en los procesos y estructuras, de tal forma que posibiliten, favorezca y promuevan la comunión efectiva, la participación y la corresponsabilidad entre todos en la Iglesia. El «caminar juntos» del pueblo de Dios no puede ser un mero ideal/sueño, indica el documento, antes bien, se necesita trabajar en procesos y estructuras reales y efectivas. Se debe tener en cuenta en primer lugar, la comunidad, que es el «ámbito de escucha de la Palabra, del crecimiento de la vida cristiana, del diálogo, del anuncio, de la caridad generosa, de la adoración y de la celebración».

A este respecto, sugieren promover una reflexión operativa, en la que participen canonistas, pastores, institutos teológicos y representantes de las demás componentes del Pueblo de Dios, teólogos y teólogas, representantes del Pueblo de Dios, de tal forma que permitan elaborar propuestas concretas de reforma de las actuales estructuras sinodales. Entre los temas de reflexión aconsejan que “es preciso operativizar una reflexión orientada a identificar procedimientos más participativos para la selección de párrocos y obispos”.

Los sujetos del proceso sinodal: las mujeres
Este tema, plantea que el liderazgo de las mujeres en la Iglesia debe abordarse en dos niveles interconectados pero distintos: por un lado, la participación de las mujeres en funciones de autoridad y liderazgo en la comunidad cristiana y, por otro, reflexionando sobre la posibilidad y oportunidad de la ordenación ministerial de las mujeres, principalmente al diaconado permanente. Por lo que el documento propone a este nivel varias ideas de reflexión a ser estudiadas.

La metodología

Aciertan en decir que, para que todo este proceso lleve a una verdadera vida sinodal, se hace necesario utilizar una metodología que implica un cuidado y esfuerzo para lograr ese “caminar juntos”. Si bien reconocen que ya existe la metodología en torno a la Asamblea en sí, esta debe ser valorada con el fin de mejorarse, integrando la Palabra de Dios, el magisterio, la teología y las ciencias y, al menos los signos de los tiempos.

“Escuchar todos, dialogar entre todos, debatir si es necesario y llegar a conclusiones y decisiones es muy importante. No es fácil esto, pero se deben crear procesos donde a todo el Pueblo de Dios se le enseñe -desde una formación sólida- a escuchar activamente, a proponer rigurosamente, a debatir sólidamente, para llegar a consensos y decisiones comunitarias”, señalan.

La gestión de la diversidad


Frente a este aspecto, el texto deja ver enfáticamente que se debe superar los diálogos verticales, piramidales, de arriba abajo. Por lo que señalan que para ello se debe generar formación y capacitación, que permita evidenciar una Iglesia verdaderamente sinodal. “Una iglesia donde puedan caminar juntos los diferentes y para lograr se necesita aprender como Pueblo de Dios a gestionar la diversidad, la diferencia, a saber vivir la otredad”.

«El poliedro es una unidad, pero con todas las partes diferentes; cada una tiene su propia peculiaridad, su carisma. Esta es la unidad en la diversidad”. Y aquí está «una de las claves teológicas más significativas» del magisterio de Francisco. Hay que aprender a ser un poliedro en la experiencia misma de ser iglesia”, subrayan.

Transformar la realidad


Destacan que no se puede permitir que el proceso y el dinamismo sinodal se quede solo ad intra, sino que también pueda manifestarse en torno a la transformación de la realidad. A esto observan, debe ser una tarea de todos y no debe reducirse solo al ámbito eclesial.

“La Iglesia toda, maestra en humanidad, debe aceptar el reto de los actuales signos de los tiempos, donde el ecocidio y el humanicidio están presentes. De ahí que la misión sinodal implica preguntarnos ¿cómo podemos detener una realidad llena de muerte al Otro y a la Naturaleza misma?”, plantean.

Comprender críticamente el capitalismo digital


Los aportes frente a este tema de la era digital y el uso de la tecnología, aseguran, debe ser manejado de forma más crítica, no con cuestionamientos o prohibiciones en su uso. “Se trata de pensar que actualmente la tecnología es parte de un sistema capitalista donde el objetivo prioritario es la ganancia y no el ser humano”.

A esta realidad de un proceso económico donde se lucran algunos, enumeran dos elementos que son consecuencia de lo que se vive actualmente. Primero, un capitalismo tecnológico o digital que va construyendo “una nueva subjetividad de acuerdo con los cánones del famoso conglomerado GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft)”; Segundo, es la vigilancia global. “Estamos siendo observados, escuchados, todo el tiempo, somos un algoritmo que tiene preferencias y expresa quienes somos para el capitalismo, es necesario pensar de otra forma”. A todo esto -manifiestan- “implica una nueva antropología que se va moldeando con el uso de las redes sociales y de la tecnología actual”.

Otros temas centrales

El aporte del camino sinodal concluye con dos aspectos puntuales, uno el referido a la formación para todo el pueblo de Dios, laicos y religiosos y, un segundo punto la transparencia que debe existir en las instancias de la vida eclesial.

En este primer aspecto, proponen que se debe configurar planes pastorales de formación teológica, pero advierte que, este proceso no se debe quedar a nivel apologético o piadoso y muchos menos dogmático. “No hay que clericalizarlos en su formación, pero si desde su realidad propia fundamentar su fe y praxis eclesial y social”. Pasan luego al ámbito de la formación de seminaristas y sacerdotes. “Es preciso que el régimen de formación no separe a los seminaristas del común de la gente, antes bien, los exponga a relaciones afectivas, espirituales, intelectuales y pastorales que, según el paradigma de la Encarnación, les haga más humanos”.

Finalmente, hacen énfasis en la transparencia que se debe manejar al interior de la Iglesia, donde ha de existir una forma o mecanismos de rendición de cuentas. “En la comunidad eclesial, a los diversos niveles, deben existir formas previstas para que alguna persona pueda solicitar información sobre algún punto de su interés y, eventualmente, presentar objeciones, quejas, pedido de explicaciones sobre distintos aspectos del gobierno de la vida eclesial”.

Fuente: Luz Marina Medina – https://adn.celam.org/

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