Mons. Antonio Reimann: “La Iglesia jamás podrá abandonar su misión, que es revelar el rostro de Cristo vencedor de la muerte”
Prensa CEB 13.06.24.- El Mons. Antonio Reimann, Obispo del Vicariato Apostólico Ñuflo de Chávez, comparte una reflexión acerca de la acción del Espíritu en nuestra Iglesia, la fuerza de la oración en la Solemnidad de San Juan Bautista, que se conmemora este 24 de junio, y una referencia particular a la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, próximo a celebrarse el 29 de junio.
“La Iglesia jamás podrá abandonar su misión, que es revelar el rostro de Cristo vencedor de la muerte. Ella tiene una gran riqueza depositada en vasijas de barro, como dice San Pablo, para demostrar al mundo que ese poder viene de Dios y no de nosotros”, afirma en su reflexión el Obispo. A su vez, invita a todos los fieles a que por la intercesión de San Pedro y San Pablo, podamos dar testimonio de nuestra fe en Cristo.
¡NADA ES IMPOSIBLE PARA DIOS! (𝐋𝐜 𝟏:𝟑𝟕)
Cada año la Iglesia celebra la Solemnidad del Nacimiento de Juan Bautista. Esta es una prueba evidente de que nada es imposible para Dios.
Sus padres: Zacarías e Isabel eran de edad avanzada y ella era estéril, pero recibían la vitalidad y la fuerza de su relación con Dios mediante la oración.
La acción de nuestra Iglesia debe ir empujada por el Espíritu a través de la oración. El anuncio se produce en el templo de Jerusalén, lugar de oración, el nacimiento está marcado por la oración con el canto de alegría, de alabanza y de acción de gracias que Zacarías eleva al Señor. Es de la oración, de la unión íntima con Dios, de donde procede esta personalidad tan fuerte, recta y coherente de Juan el Bautista, entregada plena y totalmente a Dios y a la emisión de preparar el camino de Jesús.
Pero Juan Bautista no es sólo un hombre de oración, de contacto permanente con Dios, sino también guía y ejemplo de cómo debemos preparar de manera sinodal y vivir en las tres zonas de nuestro Vicariato Ñuflo de Chávez el Año de la Oración, convocado por el Papa Francisco en la Bula «Spes non confidit» (La Esperanza no defrauda) en su fuerte contenido el Papa hace un llamado a «redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración» en la vida de la Iglesia.
LA IGLESIA CONSTRUIDA SOBRE ROCA
El 29 de Junio, Solemnidad de San Pedro y San Pablo, príncipes de los Apóstoles recordamos a dos hombres claves del cristianismo. Pedro fue el pescador llamado por Jesús, que lloró arrepentido por haberlo negado y que lo amó hasta el martirio. Pablo es el hombre de acción a quien el Resucitado lo nombró Apóstol de los gentiles, y que murió como Pedro dando testimonio con la palma del martirio.
¿Quién dice que soy yo? La respuesta a esta pregunta de Jesús orientó la vida y el destino de los dos grandes Apóstoles de la Iglesia. El Papa siguiendo a Pedro, es el que orienta a los cristianos del mundo en la fe. No olvidemos que contra ella se levantan las fuerzas de la muerte. Esas fuerzas son: el pecado, el desprecio de muchos. Varios movimientos y grupos no cristianos quieren arrinconar y mantener callada a la Iglesia, desterrar la lectura y práctica de la Biblia y los valores cristianos en las familias, en otras palabras que la Iglesia abandone su misión heredada desde el tiempo de los Apóstoles, predicar a Jesucristo Señor de la historia.
La Iglesia jamás podrá abandonar su misión, que es revelar el rostro de Cristo vencedor de la muerte. Ella tiene una gran riqueza depositada en vasijas de barro como dice San Pablo para demostrar al mundo que ese poder viene de Dios y no de nosotros. Qué esté mes de junio que iniciamos con mucha vida pastoral, mes dedicado a la veneración del Sagrado Corazón de Jesús, nuestros corazones puedan arder con espíritu misionero. Que la intercesión de San Pedro y San Pablo nos ayuden a dar testimonio de nuestra fe en Cristo, que también nosotros como Pedro lo reconozcamos como Mesías, el único que tiene palabras de vida eterna, y como San Pablo podamos decir: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”.