Padre Francisco Hernández: “Rompamos esa cultura que nos vuelve la piel de callo, dura, que no nos deja sentir el dolor, volvamos a las pieles sensibles capaces de captar el dolor del otro, en nuestra propia realidad”
Prensa CEB 13.6.2024.- El Padre Francisco Hernández Rojas, director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral del CELAM, habló la tarde hoy de la cultura de la indiferencia ya que según el sacerdote “en lugar de extrañar, nos hacemos extraños, nos alejamos y nos distanciamos ante el dolor, ante los lamentos y caemos en el lugar del egoísmo y nos olvidamos del prójimo”.
Padre Hernández es costarricense y pertenece a la Arquidiócesis de San José de esa ciudad, de un carisma alegre, aceptó de inmediato ser entrevistado en los jardines de la casa parroquial en Rurrenanaque, le consultamos al sacerdote ¿por qué habló de una cultura de la indiferencia? a lo cual respondió, “la cultura de la indiferencia va deteriorando todas las posibilidades de construir, primero, la fraternidad universal, las dimensiones comunitarias, el sentido del otro, la capacidad de construir un nosotros, de construir una cultura del encuentro, y eso, no es solo de los seres humanos, es también del macrocosmos maravilloso que llamamos Casa Común”.
En el marco del XI FOSPA, el Padre Hernández expresó su sentir en la mesa de “Amazonía, en la ruta del Laudato Deum” la cultura de la indiferencia, explicando que, en lugar de buscar extrañarnos, buscamos el hacernos extraños, “nos alejamos y nos distanciamos ante el dolor, ante los lamentos y caemos en el lugar del egoísmo y olvidarnos del prójimo”, reflexionó.
Agrega además que se cayó en una cultura del individualismo, “una cultura liquida, donde todo pasa rápidamente, donde nos acostumbramos al paisaje, la pobreza es parte del paisaje”, afirma.
El sacerdote costarricense apunta al manifestar que el planeta se deteriora día a día y para esto se debe parar con el consumismo y el cuidado de los procesos energéticos, “terminando así con el planeta y en lugar de tomar conciencia, entramos en la indiferencia, y en lugar del entrañamiento, es el extrañamiento, en lugar de comunión es la individualidad”, aseveró.
“Rompamos esa cultura que nos vuelve la piel de callo, dura, que no nos deja sentir el dolor, volvamos a las pieles sensibles capaces de captar el dolor del otro, en nuestra propia realidad”, enfatizó.