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Mons. Fernando Bascopé pide respeto por la fe cristiana tras parodia en los Juegos Olímpicos

Prensa CEB 29.07.24.- El Mons. Fernando Bascopé SDB, Obispo Auxiliar de la Diócesis de San Ignacio de Velasco, en su reflexión dominical, pidió respeto a la fe de los cristianos y llamó a los creyentes a orar por “la gente sin escrúpulos”.

Desde su carisma salesiano, el Obispo enseñó sobre el milagro de la multiplicación de los panes del Evangelio de Juan (Jn 6, 1-15), remarcó que “la Palabra de Dios nos habla de la bondad, de la gran generosidad y del gran amor que Dios tiene para la humanidad”.

El Obispo reflexionó sobre el Evangelio con signos visibles para que los creyentes presentes en la Eucaristía pudieran comprender esta catequesis. El Mons. Bascopé regó pasto y flores de cartón delante del altar central para recrear la ambientación del Evangelio que indica: “Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos”, el prelado indicó que la Pascua era signo de verdor y estaba cerca la primavera.

El Obispo Auxiliar de la Diócesis de San Ignacio de Velasco explicó que al subir a la montaña y sentarse con sus discípulos, Jesús nos muestra una Pascua distinta a la que celebraban los judíos: “Con Cristo, la Pascua, la Santa Misa, la Eucaristía es un encuentro con el Señor, nada de prisa”, afirmó.

“Tomó el pan, dio gracias y lo bendijo”, señaló el Obispo las acciones de Jesús durante la multiplicación de los panes que se expresan en la Eucaristía, para luego, tomar este momento y comentar lo sucedido en la parodia de la Última Cena durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024: “Que respeten nuestra fe cristiana”, pidió y añadió: “Oraciones para que esa gente sin escrúpulos, sin respeto, nos respeten a nosotros, nuestra fe en Cristo Jesús, Pan vivo bajado del cielo, para que el Señor les abra el corazón”.

El Mons. Bascopé llamó a los fieles a recordar que la Eucaristía es un encuentro con Cristo, una oportunidad para estar en su presencia y recibir su gracia e invitó a subir a la montaña con Cristo, a buscar no solo lo material, sino a Cristo mismo, el Salvador del mundo: “Mi corazón te busca Señor, no me escondas tu rostro”, oró y finalizó con un llamado a sentarnos y contemplar en el silencio, para recibir a Cristo, “El Pan vivo bajado del cielo”.

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