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Mons. Pascual Limachi: “¿Cuáles son los cinco panes y dos peces que debemos poner para que Jesús multiplique la verdad, la paz y la justicia que tanta falta hace?”

Prensa CEB 28.07.24.- Este domingo 28 de julio, desde la Basílica Menor de San Francisco en la ciudad de La Paz, el Obispo de Corocoro, Mons. Pascual Limachi, reflexionó sobre el significado espiritual de la multiplicación de los panes en la vida cotidiana, alentando a los creyentes a poner de su parte, “para que Jesús multiplique la verdad, la paz y la justicia que tanta falta hace en la vida familiar, en la comunidad y en nuestro país”.

En su homilía el Obispo reflexionó sobre el Evangelio de Juan (Jn 6,1-15), que relata la multiplicación de los panes y los peces realizada por Jesús, recordando que este relato presenta la imagen de Jesús compasivo y misericordioso: “Nos muestra esa capacidad de sentir las necesidades de la humanidad y padecer con los que sufren”.

Aseguró que este pasaje bíblico tiene un significado profundo, que es la Eucaristía, “donde de un solo pan come el pueblo de Dios, se alimenta al pueblo santo de Dios. Jesús multiplica los panes, así nos adelanta que Él es el verdadero pan del cielo, de ese pan que comemos todos”.

El Obispo aseguró que la multiplicación de los panes y los peces tienen significado espiritual para nuestra vida, ya que, “nos recuerda que somos criaturas de Dios, somos hijos e hijas de Dios”.

El Mons. Pascual Limachi se dirigió especialmente a los matrimonios en crisis o que se sienten débiles, animándolos a ir a misa, orar y leer la Biblia en pareja, seguros que “el resto lo hará el Señor y multiplicará el amor”.

La autoridad aseguró que “el Señor necesita algo de nosotros”, para ser multiplicado, y preguntó “¿cuáles son los cinco panes y dos peces que debemos poner para que Jesús multiplique la verdad, la paz y la justicia que tanta falta hace en la vida familiar, en la comunidad y en nuestro país?”.

“Qué ofrecemos para que se multiplique la alegría que tanta falta hace en este mundo, en la sociedad llena de estrés, de ansiedad, por diferentes circunstancias de la vida”, dijo y llamó a no dar la espalda al Señor, “enredados tan solo en el materialismo y consumismo, en el afán del tener y del poder”, sino más bien, poner de nuestra parte para que el Señor multiplique y bendiga la vida de los fieles.

“Que el Señor resucitado nos dé esta fuerza para ofrecer todo lo que tenemos, no importa que sea poco o mucho, si es suficiente, o si es tarde, no importa eso, porque para Dios lo importante es que haya un corazón generoso, capaz de servir y compartir”, remarcó el obispo Limachi al finalizar su homilía.

HOMILÍA DOMINGO 28 DE JULIO 2024

2 Reyes 4,42-44

Salmo 144

Efesios 4,1-6

Evangelio Juan 6,1-15

Queridos hermanos, hoy domingo la palabra de Dios nos presenta la imagen de Jesús compasivo y misericordioso, nos muestra esa capacidad de sentir las necesidades de la humanidad y padecer con los que sufren.

El relato de la multiplicación de los panes tiene un significado profundo, como es la Eucaristía, donde de un solo pan come el pueblo de Dios, se alimenta al pueblo santo de Dios. Jesús multiplica los panes, así nos adelanta que Él es el verdadero pan del cielo, de ese pan que comemos todos.

En el evangelio, vemos que Jesús pone a prueba a sus discípulos. Él pregunta: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”. Felipe contesta: “Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo de pan”.  

Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón, dijo: “Aquí hay un joven que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero ¿qué es esto para tanta gente?”. Cuando Jesús escuchó que alguien ofreció su alimento, aunque solo fuera cinco panes, en seguida dijo: “Digan a la gente que se sienten en el suelo. Luego tomó los panes, dio gracias a su Padre y comenzó a repartir entre la gente”. La palabra nos dice, que todos comieron hasta saciarse.

El evangelio también nos dice que el joven presenta los dones de la creación, es decir, Dios da los dones y, a la vez, estos dones son ofrecidos al creador. Así comprendemos que en la Eucaristía celebramos con los dones de la creación: el pan y el vino.

La multiplicación de los panes, también, tiene significado espiritual para nuestra vida, nos recuerda que somos criaturas de Dios, somos hijos e hijas de Dios.

Ahora hermanos, debemos preguntarnos, ¿cuáles son los cinco panes y los dos pescados que nosotros debemos poner para que Jesús pueda hacer la multiplicación?

Les pregunto a ustedes, como matrimonios ¿cuál es su ofrecimiento para que Jesús multiplique el amor en su matrimonio? Aquel matrimonio que está en crisis, en ese matrimonio que está débil, quizá esos cinco panes y dos peces sea ir a misa en pareja, orar en pareja, leer la Biblia en pareja, saber que el resto lo hará el Señor y multiplicará el amor.

¿Qué es lo que ustedes ofrecen? Porque nada sale de la nada. El Señor necesita algo de nosotros, pero a la luz de la fe, el resto el Señor lo hará. No destruyan su familia, luchen por su familia. A veces algunos dicen: “Aquí mando yo”, ¡No! El que gobierna el matrimonio es Dios.

¿Cuáles son los cinco panes y dos peces que debemos poner para que Jesús multiplique la verdad, la paz y la justicia que tanta falta hace en la vida familiar, en la comunidad y en nuestro país? ¿Qué ofrecemos para que se multiplique la alegría que tanta falta hace en este mundo, en la sociedad llena de estrés, de ansiedad, por diferentes circunstancias de la vida?

¿Cómo vamos alcanzar de Jesús la multiplicación cuando no ponemos nada? Más bien, le damos la espalda al Señor, afanados tan solo en el mundo, enredados tan solo en el materialismo y consumismo, en el afán del tener y del poder.

¿Cuáles son los cinco panes y dos peces que debo poner?, ¿cuál es la parte que a mí me toca poner para que Jesús obre en nuestras vidas? Pongamos todos de nuestra parte y sabremos que, con Jesús, con Nuestro Señor, tendremos la multiplicación y muchas bendiciones en la vida.

Que el Señor resucitado nos dé esta fuerza para ofrecer todo lo que tenemos, no importa que sea poco o mucho, si es suficiente, o si es tarde, no importa eso, porque para Dios lo importante es que haya un corazón generoso, capaz de servir y compartir.

Que la palabra de Dios habite en nuestro corazón. Amen.

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