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Domingo 5 durante el año (ciclo c)

9 de febrero de 2025

PRIMERA LECTURA: Is 6,1-2a.3-8. ¡Aquí estoy: envíame!

La peculiar vocación de Isaías mostrando a Dios en su majestad real-sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo – y en su santidad – la tierra está llena de su gloria marcarán toda la actividad del profeta. Tres elementos relacionan la vocación de Isaías con los relatos del Éxodo: el humo, o la columna de nubes que llena el tabernáculo; la infidelidad del pueblo y el haber visto con los propios ojos a Dios. La purificación que el profeta recibe lo constituye, para el pueblo, como signo de servicio fiel al Rey, al Señor del universo. Lo que el pueblo ve dentro del Templo ahora lo podrá contemplar fuera ya que el profeta ha sido enviado y ha ido.

SEGUNDA LECTURA: 1Co 15,1-11. Ustedes han creído lo que

les hemos predicado. El Apóstol recibe una antigua profesión de fe, la transmite y la entrega para su continua recepción. Este Credo contiene lo esencial del Evangelio recibido (según las Escrituras): Cristo murió por nuestros pecados, es el Enviado de Dios que muere para darnos vida; fue sepultado, murió de veras; resucitó al tercer día, ha vencido la muerte en su propio campo, el signo son los tres días; se le apareció a Cefas, está realmente vivo, se hace presente en la historia; y más tarde a los Doce, representantes del nuevo y verdadero Israel (la Iglesia). Pablo nos da la noticia de la aparición del Señor a más de quinientos hermanos, a Santiago, a todos los apóstoles (15,6-7) y, por último, dice, se me apareció a mí, que soy como el fruto de un aborto, pero por la gracia de Dios soy lo que soy. Para san Pablo todos los testigos de la Resurrección de Cristo son apóstoles.

EVANGELIO: Lc 5,1-11. Abandonándolo todo, lo siguieron. Jesús enseña desde la barca de Simón

Pedro y se dirige a la gente que está a orillas del lago de Genesaret. Simón echa las redes por la Palabra de Jesús e, imprevisiblemente, recoge una gran redada. Jesús promete a Simón Pedro un nuevo trabajo: recoger vivos a los seres humanos, un oficio que implica, también, a los otros dos colaboradores: Santiago y Juan, abandonarlo todo para seguir a Jesús. La declaración de Jesús: Desde ahora serás pescador de hombre es la cumbre de la escena. Que la promesa a Pedro se enmarque dentro de la acción prodigiosa de Jesús como Señor, significa que la misión que Jesús le confía dará fruto. Que sólo Pedro sea el destinatario de la promesa, aunque los otros dos también sigan a Jesús, apunta hacia el papel de Pedro en el seno de la Iglesia. La Misión consiste en recoger a los varones y mujeres para la vida del Reino anunciado y hecho presente por Jesús. Pedro se ha dejado tocar por la Palabra del Señor y reacciona, ante la manifestación de su poder, distanciándose de su presencia gloriosa: soy un pecador. Jesucristo llama no debido a los méritos y santidad de las personas, sino porque Él es misericordioso y confía en los seres humanos, que somos limitados e imperfectos.

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

¿Estoy dispuesto, como el profeta Isaías, para decir al Señor: Aquí estoy: envíame?

Jesús me invita a la gran misión de ser pescadores de personas y de pueblos, acepto o no su invitación? ¿Por qué sí? ¿Por qué no?

Hoja Dominical «Día del Señor»

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