Política pre electoral y candidatos: “Qué lindo sería esto si de verdad pensaran en su pueblo” Mons. René Leigue
Prensa CEB 31.01.2025. En su homilía del cuarto domingo de Cuaresma, Mons. René Leigue reflexiona sobre la parábola del hijo pródigo, destacando el llamado a la conversión y la reconciliación. Subraya que este tiempo litúrgico es una oportunidad para regresar al Padre con un corazón arrepentido, reconociendo nuestras faltas y buscando el perdón.
A través de la figura del padre misericordioso, enfatiza el amor incondicional de Dios, quien siempre espera con los brazos abiertos a quienes deciden volver a Él. Mons. Leigue invita a cuestionar nuestra comprensión de la libertad, recordando que esta no consiste en hacer lo que se desea sin límites, sino en vivir conforme a los valores del Evangelio. Además, resaló la importancia de no caer en el conformismo frente a las injusticias y de analizar nuestra vida para identificar con cuál de los hijos nos sentimos reflejados.
El arzobispo también relaciona el mensaje con la realidad social y política de Bolivia, llamando a una conversión sincera que priorice el bien común sobre los intereses individuales. Critica las divisiones políticas y los gastos innecesarios en elecciones, proponiendo soluciones que beneficien al pueblo. Asimismo, exhortó a los fieles a participar activamente en la campaña de solidaridad organizada por la Arquidiócesis para apoyar a los más necesitados.
A continuación la Homilía completa.
Saludo a todos ustedes, los presentes, los que nos siguen por las redes sociales, los medios de comunicación, las personas del campo, los hospitales. Saludos a todos ellos. Hoy estamos en el cuarto domingo de Cuaresma. Pensar que ya estamos en el cuarto domingo de Cuaresma, ya avanzamos un buen tiempo, estamos casi a la mitad de este tiempo de Cuaresma. Cada domingo el Señor nos ha ido llamando a la conversión y se nos ha ido presentando como un Padre bueno, un Padre misericordioso, y este domingo no es la excepción.
La parábola del hijo pródigo: “Lo llaman la ovejita negra de la familia porque no está de acuerdo con lo que se hace en familia”
Qué bonita esta lectura que hemos escuchado del hijo pródigo. ¿Cuántas veces no la hemos escuchado? ¿Cuántos años, por este tiempo u otra ocasión? Pero, ¿le ponemos atención a esta lectura? Aquí a Jesús lo acusan por estar siempre con personas no de buena vida, con pecadores, y aquí nuevamente la observación de que Él está rodeado de pecadores. Jesús les presenta esta parábola, les presenta un papá con dos hijos. Como en toda familia, siempre hay alguien que quiere algo más de la familia. Ustedes seguro lo llaman la ovejita negra porque no está de acuerdo a veces con lo que se hace en familia, o quiere sobresalir, o quiere irse por otro camino. Como en este caso, uno de ellos no estaba conforme con lo que el padre le había dado, no estaba conforme con estar en casa. Él quería experimentar algo más, quería irse de casa, quería sentirse solo, quería sentirse libre.
La libertad mal entendida: “A veces se piensa que la libertad es hacer lo que le parece o lo que le da la gana”
Cada uno tiene su manera de pensar, ¿no? Y a veces se piensa que la libertad es hacer lo que le parece, hacer lo que da la gana, hacer las cosas sin que nadie se lo diga. Y cuando eso sucede, es cuando cometemos peores errores, porque no hay quien nos controle, no hay quien nos sugiera hacer las cosas, o no hay quien nos aconseje. Y a veces se quiere vivir de esa manera, se quiere tener esa vida, una vida descontrolada. Eso hizo este hijo que salió de la casa y se fue, malgastó todo aquello que le había dado el padre y, cuando ya no tenía nada, recordó que en casa de su padre había para comer. Es así que reacciona y dice: “Volveré a la casa de mi padre.” Y se prepara para volver nuevamente a casa. Empieza a pensar: “¿Qué le digo a mi padre?” Y aquí viene esta frase, ¿no? “Padre, he pecado contra ti y contra el cielo, ya no merezco llamarme hijo tuyo.” Con esta preparación que hizo para encontrarse con su padre, vuelve.
El amor incondicional del padre: “Cuando vuelve el hijo. El papá, al verlo venir, sale a su encuentro”
Pero, ¿qué pasaba en casa? Ahí el padre siempre estaba esperándolo, siempre estaba atento a cualquier noticia, seguro mirando por donde se fue su hijo, para ver a qué hora otra vez volvía, a qué hora otra vez lo veía venir hacia él. Como todo un papá preocupado por su hijo. Y es así el encuentro que tienen cuando vuelve el hijo. El papá, al verlo venir, sale a su encuentro, corre a su encuentro. En vez de que sea el hijo el que esté más expectante por ese encuentro, es el papá quien está más contento. Se cuelga del cuello de su hijo, lo besa y da las órdenes de que hay que hacer fiesta.
Cuaresma, “Tiempo de volver nuevamente a la casa paterna”
Esto ustedes pueden decir: “Pero bueno, ese es un cuento o es una historia”, como ustedes lo puedan llamar, como ustedes lo puedan ver. Pero en el fondo de todo esto, lo que Jesús nos quiere decir es el encuentro de nosotros con el Padre cuando de verdad hay un arrepentimiento. El Padre aquí es Dios, el Hijo somos nosotros, o ese hijo rebelde que quiere hacer las cosas por su cuenta, o ese hijo que quedó en casa y que no sabe a veces reconocer lo que el Padre hace por él. Eso somos nosotros. El papá es Dios. Entonces, nos muestra lo que realmente es este tiempo de Cuaresma, que siempre lo hemos estado diciendo desde el inicio: tiempo de conversión, tiempo de reconciliación, tiempo de volver nuevamente a la casa paterna, tiempo de estar juntos como familia, como Dios lo quiere. Y ahí se manifiesta en esta figura del papá y los hijos.
La paciencia del Padre: “Algunos dicen: ¿De qué voy a pedir perdón?”
El papá no perdió la esperanza de reencontrarse con su hijo, el papá no perdió eso. No dijo: “Ya lo perdí a mi hijo”. No, él estaba ahí, siempre atento, ese Dios con nosotros. ¿Hemos experimentado alguna vez ese encuentro con Dios Padre? ¿Ustedes han tenido esa experiencia de este encuentro así como en esta lectura de hoy? Seguro que sí, algunos. Otros, a lo mejor, todavía no, y otros, a lo mejor, lo están pensando porque no se sienten capaces de pedir perdón, o a lo mejor dicen: “¿De qué voy a pedir perdón?” Como hay algunos que dicen: “No, ¿yo de qué me voy a confesar? ¿De qué voy a pedir perdón si no he matado a nadie?” Me he encontrado con personas que dicen eso, o sea, que piensan que quitar la vida a alguien recién es tener un pecado. Hay tantas cosas, tantas cosas en las cuales caemos en pecado y eso a veces no se reconoce, eso a veces lo pasamos así no más, como si fuera normal.
La importancia de cuestionar la realidad: “Si somos conformistas con lo que hay, pues todo se vuelve normal. Pero si no, nada es normal.”
Es que en la normalidad estamos cayendo cada vez más en cosas que ya pareciera que todo es normal. Es normal estar en la cola ahí haciendo fila para cualquier cosa, ¿no? Últimamente, para combustible, ahí casi. Al principio renegaban, últimamente como que ya estaban concientizándose. O sea, todo parece que se vuelve normal y no hay nada que pueda ser así si es que nosotros no somos conformistas con lo que hacemos y con lo que tenemos. Si nosotros somos conformistas con lo que hay, pues todo se vuelve normal. Pero si no, nada es normal.
Entonces, en nuestra vida también puede pasar eso, ¿no? ¿Puede pasar eso? ¿Todas las cosas que hacemos son normales? ¿Todos lo hacen, por qué yo no? ¿Todos cometen esto, por qué yo no? ¿Todos insultan y si yo no lo hago, cómo quedo? ¿Todos mienten y si yo no lo hago, no soy parte de esta sociedad? ¿Es normal? No, no es normal. Pero, sin embargo, si no se lo analiza así como escuchamos la palabra de Dios, entonces quedamos de esa manera, viendo las cosas que son normales y no.
Reflexión sobre el arrepentimiento y la falta de reconocimiento hacia el Padre
El Señor justamente por eso nos invita en este tiempo a mirarnos a nosotros mismos. ¿Cuántos de nosotros han salido de la casa del Padre? ¿Cuántos de nosotros están haciendo cosas en su vida que les parecen bien, pero que están fuera de lo que Dios quiere? Y, a lo mejor, los que estamos dentro, los que no nos hemos ido, no estamos siendo capaces de ver lo que realmente es el Padre. Así como el hijo que quedó en casa, cuando ve que su hermano vuelve y su padre empieza a hacer fiesta porque ha vuelto a casa, porque ya no estaba perdido, sino que apareció, se molesta. Se molesta el hijo que queda en casa y dice: “Tanto tiempo yo aquí en casa y no me ha dado nada para una fiesta.”
“Estamos en casa, pero no somos capaces de ser parte de esa vida que Dios Padre nos da”
Eso también es parte de nuestra vida. Estamos en casa, pero no somos capaces de ser parte de esa vida que Dios Padre nos da. O a veces estamos ahí y, si no experimentamos alguna cosa de lo que le pedimos, nos quedamos pensando: “Estoy aquí, pero parece que no existo, porque lo que digo, lo que hago, lo que pido no siempre se cumple.” O sentimos que Dios parece que no nos escucha. O sea, estamos dentro, pero renegamos también de Dios Padre, y a veces por eso nos vamos fuera, y fuera es peor.
Llamado a la reconciliación y al regreso al Padre en este tiempo de Cuaresma.
Esta lectura de hoy, de verdad, es para meditarla, para meditarla realmente y para preguntarnos cada uno de nosotros: ¿Con cuál de esos hijos me identifico? ¿Con cuál de ellos? ¿Cuál de ellos es mejor? Creo que ninguno de los dos, si no hay una reconciliación verdadera y un sentido de estar a gusto en la casa del Padre, va a ser mejor, porque no están asumiendo ni degustando eso que el Padre les está dando. Y entonces, aquí es donde viene nuevamente este tiempo de Cuaresma: tiempo de acercarnos al Padre, tiempo de reconciliación, tiempo de dejar nuestro malestar entre nosotros. El Padre está ahí, esperando, con los brazos abiertos. Está el Padre ahí, mirando siempre para que volvamos nuevamente a Él, y está listo para hacer fiesta.
Llamado a la dignidad y restauración de los perdidos en la vida
Como dice la lectura: “Hay que hacer fiesta porque este hijo mío estaba perdido y ha vuelto a la vida.” Tantas personas hay ahora que están deambulando por ahí, perdidas. Tienen vida, pero su vida está destrozada, pareciera que no tienen vida en sí. Y aquí dice: “Padre, ha vuelto a la vida.” ¿Cuántas personas hay estropeadas? ¿Cuántas personas marginadas? ¿Cuántas personas están por ahí y no son respetadas en su dignidad? ¿Acaso estas personas no sienten que su vida ya no vale nada? ¿Cuántas personas hay engañadas? ¿Cuántas personas se encuentran por ahí y son utilizadas en todo sentido? Cuando se las necesita, se las busca, pero después, ¿qué? ¿Cuántas personas se sienten así? Entonces, se sienten mal en su dignidad, y aquí la lectura dice: “Ha vuelto a la vida.” Para estas personas que están así, la vida que llevan no es vida, y entonces hay que volver nuevamente al camino correcto. Ahí está el Padre para decirnos: “Bienvenidos otra vez”, si es que decidimos hacerlo, porque este hijo que se fue estaba él trabajando, dando de comer a los animales, se le acabó todo y recién ahí reaccionó.
Llamado a la reconciliación y la verdad en tiempos de crisis: “En la casa de mi padre hay todo y yo aquí sufriendo de hambre.”
“Decir: ‘En la casa de mi padre hay todo y yo aquí sufriendo de hambre.’ Les invito de verdad que en este tiempo podamos reflexionar. ¿Cuánto no quisiéramos, o cuánto no quisiera el Padre, y como Iglesia, cuánto no quisiéramos que hubiera una reconciliación verdadera y sincera? ¿Cuántos no quisiéramos que aquellas personas que ven la mentira como algo normal de verdad dijeran la verdad, que hagan las cosas mejor, que en vez de palabras se lo vea con hechos y no se inventen cosas? Con todas estas actitudes estamos perdiendo lo que significa la verdad en nuestra sociedad. Como alguien decía, por escuchar hay una crisis en todo sentido: crisis en nuestra sociedad, crisis en el alimento, crisis hasta en la misma moral. En medio de todo, la mentira se campea en nuestra sociedad.
Reflexión sobre el presente y el futuro de Bolivia en el tiempo de Cuaresma: “Estamos esperando. […] Las estructuras que tenemos, ¿cómo están?”
Hay tantas cosas que de verdad nos hacen mal. Estamos en este tiempo ahora, esperando que los políticos decidan al final, ¿no? Si de verdad sienten el sufrimiento de su pueblo, entonces hicieran algo mejor, dejaran los propios intereses a un lado y buscaran el bien común. ¿Será que lo van a lograr? ¿Será que lo van a hacer? Estamos esperando. Hay grupos que de verdad lo han pasado muy mal y piensan que haciendo otro grupo por ahí, creyendo que serán apoyados con la mayoría, van a seguir igual o peor. O sea, no se está viendo la realidad en su conjunto. Las estructuras que tenemos, ¿cómo están? Yo creo que esto también es tiempo de Cuaresma, ¿no? Tiempo de ver lo que somos como país, como Bolivia, como bolivianos, como personas que quieren hacer el bien. Está bien las buenas intenciones que tienen, está bien, pero ¿nos va a ayudar para salir de este momento donde estamos? Creo que el sentir de nosotros, los bolivianos, es ese, ¿no?
Reflexión sobre los precandidatos y la política electoral en Bolivia: “Qué lindo sería esto si de verdad pensaran en su pueblo.
Qué lindo si reaccionaran los precandidatos ahora y dijeran: ‘Hagamos solamente dos frentes políticos para las votaciones, uno de la oposición y el otro del oficialismo, y que nosotros decidamos como ciudadanos. Dejemos que el pueblo decida.’ Qué lindo sería esto si de verdad pensaran en su pueblo. Así evitarían tantas cosas, especialmente en lo económico, porque si hay varios partidos, van a dividir el voto y no va a haber un ganador en primera vuelta. Y ya para esta primera vuelta, ¿cuántos millones van a gastar? Y si hay una segunda vuelta, ¿cuántos millones todavía hay que gastar? ¿Estamos en abundancia de plata? ¿De dónde sacarán ese dinero? En vez de invertirlo en lo que realmente necesitamos los bolivianos, van a seguir invirtiendo en esto para sacar al final un ganador. O sea, ¿será que no piensan en esto los precandidatos, que van a seguir gastando dinero? Son cosas, ¿no?, que hay que seguir analizando.
La conversión política: poner al pueblo antes que el interés propio: “En esto consiste la conversión, en dejar de lado aquello que solamente a mí me interesa.”
¿Y cuántos no quisiéramos que, de verdad, los precandidatos lo sintieran así, lo vivieran así? Y si realmente sienten esa compasión por su pueblo, pues den un paso certero y sincero. Nosotros lo esperamos así. En esto consiste la conversión, ¿no? En dejar de lado aquello que solamente a mí me interesa, ¿no? Y si veo el interés de los demás, de todo un conjunto, de todo un pueblo, eso significa conversión: buscar el bien de todos y no de algunos, no mis propios intereses, no mi propio bienestar.
Volver al Padre con un corazón sincero:“Hoy dejaré de lado estas cosas que me impiden seguir a su lado, que me impiden seguir alejado del Señor, y volveré.”
Esto es lo que nos invita hoy el Señor con la parábola del hijo pródigo, para seguir profundizando, para seguir analizando, para seguir mirándonos a nosotros mismos y seguir también con ese compromiso. Decir: “Bueno, a mí me toca ahora. He estado alejado del Señor; hoy volveré también a la casa paterna. Hoy dejaré de lado estas cosas que me impiden seguir a su lado, que me impiden seguir alejado del Señor, y volveré.” Y ahí está el Padre, esperándonos con los brazos abiertos, listo para hacer fiesta también.
Cuaresma: tiempo de conversión, tiempo de pedir perdón y perdonar y tiempo de solidaridad.
Que podamos seguir reflexionando en este tiempo de Cuaresma: tiempo de reconciliación, tiempo de conversión, tiempo de pedir perdón, tiempo de perdonar. ¿Recuerdan al inicio de la Cuaresma las propuestas que nos dio el Señor? Y de esa propuesta, el siguiente domingo la hemos puesto en conocimiento de ustedes. Como Arquidiócesis, lanzamos esta campaña de solidaridad, y cuando dijimos que se realizaba este día de la solidaridad el quinto domingo, ¿y cuándo es el quinto domingo? ¡El próximo!
Llamado a la solidaridad: la colecta del próximo domingo es para las personas necesitadas
Por lo tanto, les invito a ustedes. A lo mejor ya han ido ahorrando un poquito más, porque el próximo domingo toda la colecta que ustedes den es para la solidaridad, para que, en nombre de ustedes, podamos hacer llegar eso que aportan a muchas personas que lo necesitan. Hagamos realidad este tiempo de Cuaresma: tiempo de ayuno, tiempo de oración, tiempo de solidaridad. Les invito a que lo tomen en cuenta, no se hagan los olvidadizos. Ya anótenlo: próximo domingo, el domingo de la solidaridad, y hay que aportar. Sabemos que estamos viviendo un momento complicado, pero entre todos podemos hacer algo por los demás. Eso es lo que les pedimos a todas las personas que quieren hacer algo por el país: que entre todos y juntos podemos hacer algo por todos. Que el Señor nos acompañe, nos bendiga, y que todavía tenemos la oportunidad de acercarnos a Él. Y si así lo estamos pensando, que sea Él quien nos acompañe para que podamos hacerlo.
Que así sea.

Fuente: https://campanas.iglesiasantacruz.org/