Arzobispo de Cochabamba convoca a ser testigos de la resurrección de Cristo
Prensa CEB 28.04.2025. Durante la alocución de su homilía dominical, Mons. Oscar Aparicio Arzobispo de Cochabamba convocó a los fieles a ser Testigos de la Resurrección de Cristo: Mi Señor que trae la vida. Eres mío. Estás en mi corazón. Este espíritu tuyo está en mí. La resurrección está en mí. Por eso creo. Señor mío. Y Dios mío. Yo espero hermanos que esta experiencia también a nosotros. Nos pueda poner en mucha alegría. Porque el Señor. El resucitado. El espíritu. La paz de él. Está en ti. Él te ama. Él te convoca a la vida. Él te hace testigo. Él te capacita para perdonar. Él te capacita para ser misericordioso. Señor mío. Y Dios mío. ¿Ahora crees porque me has visto? Felices los que creen sin haber visto. Se refiere a todos nosotros, dijo.
El prelado instó a decir: Señor mío. Dios mío. Quiero ser testigo de la vida de la resurrección. Quiero realizar obras de misericordia.
HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO
ARZOBISPO DE COCHABAMBA
DOMINGO 27 DE ABRIL
Muy amados hermanos y hermanas, estamos celebrando este segundo Domingo de Pascua que tradicionalmente se llamaba el Domingo Inalvis, después justamente del Domingo de Resurrección porque hacía referencia justo a aquellos que han sido revestidos con la túnica, con el alba blanca bautizados en la vigilia pascual y a los ocho días podían también ya dejar de endosar esta túnica pero siempre está el signo concreto de la criatura nueva, el hombre nuevo. Revestidos de Jesucristo nuestro Señor, el bautizado prácticamente es esto.
Domingo de la Divina Misericordia
Pero también ya tiempito atrás, bastante tiempo, el Papa Juan Pablo II ha querido justamente que este domingo se llame el Domingo de la Divina Misericordia, con esta devoción linda que yo creo que en muchas diócesis hay algún santuario, algún templo dedicado, alguna parroquia dedicada justamente a esta vocación.
Nosotros la tenemos en Sivingani, el templo de la Divina Misericordia la cuasi parroquia Divina Misericordia y que nos concentramos también, nos concentraremos esta tarde para celebrar esta festividad y esta vocación. Pero miren, en realidad lo que se está anunciando, se está anunciando es el gran amor, la gran misericordia de Dios que tiene conexión enorme en lo que hemos celebrado y estamos celebrando la Pascua del Señor, el paso de la muerte a la vida.
Vive, ha resucitado el Señor
Hemos escuchado ya en la Vigilia Pascual, el ángel que decía ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado, aleluya, aleluya.
Esa es la gran noticia, el gran acontecimiento, el que había padecido, crucificado, sepultado y muerto no está en una tumba, vive, ha resucitado nuestra esperanza, ha resucitado el Señor. Es lo que de alguna manera en la secuencia de Pascua nosotros hemos vuelto a repetir hoy María, que has visto tú en el camino, he visto los sudarios, he visto la tumba vacía y he visto, de alguna manera dirá, al crucificado que ahora vive y soy testigo de aquello. Por tanto, es el ángel, es María, las otras mujeres, es Pedro, Juan, son todos aquellos que son testigos de la resurrección.
Si ha estado enfocado siempre nuestra Pascua justamente en esto, en escuchar aquellos que han sido testigos oculares y aquellos que son también testigos de esta resurrección, nosotros también estamos llamados absolutamente a aquello. Vean que el Evangelio lo dice y lo descifra de una manera muy, muy bella. Al atardecer del día de la semana, del primer día de la semana, domingo, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.
Entonces llegó Jesús resucitado. Aquel que estaba muerto vive, ha resucitado. Jesús poniéndose en medio de ellos les dijo, la paz esté con ustedes.
Que la Paz esté con ustedes
Queridos hermanos, este es el saludo creo que más bello del resucitado, el primer saludo del resucitado. Que la paz esté con ustedes. Que sus temores puedan descansar en el Señor.
Que sus miedos puedan descansar en el Señor. Que su soledad y sus frustraciones puedan descansar en el Señor. Que su incredulidad pueda descansar en el Señor.
Que sus preocupaciones enormes de todo tipo puedan descansar en el Señor. Que podamos gozar no solo de la resurrección, sino en este sentido también total y pleno. En la presencia serena de Jesús que trae la paz.
En el espíritu del resucitado que nos convoca a vivir esta paz y esta serenidad. Esta certidumbre de que la vida es un regalo de Dios. Que la resurrección es un regalo de Dios.
Que Él nos ama tan profundamente que no permitirá que nosotros permanezcamos también en una tumba. Nuestro camino final no es la tumba. Nuestro camino es estar en los brazos de Dios, en la gloria de Dios, en la paz de Dios.
Por eso vean cómo, qué fuerza tiene hoy las palabras de Jesús. La paz con ustedes, lo dice a sus apóstoles, pero lo dice a ti, a ti, lo dice a mí, lo dice al Papa Francisco. La paz esté contigo.
Jesús les muestra las manos y el costado. Los discípulos se llenan de alegría cuando vieron al Señor. Hermanos, yo espero que esta sea nuestra experiencia.
Haber visto al resucitado, ser testigos del amor de Dios, de la misericordia de Dios. Un Dios que perdona, que ama en concreto a ti, a mí, en nuestra sociedad, en nuestras familias, en nuestras comunidades. Esta es la experiencia pascual.
Si nos trae algo, nos trae vida y nos trae en abundancia. Nos ha amado al punto de dar la vida por nosotros. Somos rescatados a precio de sangre.
Seamos testigos de la resurrección
Jesús nuevamente les dice la paz con ustedes. Como el Padre me envió, yo también los envío a ustedes. Esta paz, esta presencia serena de Dios, este amor inconmesurable de Dios, desamado en los corazones de los seres humanos.
Esta vida y esta resurrección se traducen también ciertamente en paz, pero también en que seamos testigos. Testigos de aquel amor, testigos de la resurrección. Y los envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio.
¿Cuál es el resumen y la síntesis del Evangelio de la buena noticia? Lo que ha dicho el ángel. Cristo vive, aleluya, aleluya, y con él vive el universo entero. Vivimos también nosotros.
Estamos llamados a la gloria de Dios, a la resurrección. Esta es la síntesis total. Cristo, nuestra Pascua, ha resucitado. Por eso estamos contentos. Por eso estamos alegres. La paz radica en aquello.
Y anunciemos a los demás este gran gozo y esta gran alegría. Porque Jesús tiene la otra actitud. Primero saluda, reitera su saludo, y luego sopla sobre sus discípulos.
Les concede el Espíritu. Reciban el Espíritu. Los pecados serán perdonados.
A los que ustedes se los perdonen y serán retenidos. A los que ustedes se los retengan. Mayor amor que esto no hay.
Estamos llamados a realizar obras de vida eterna
Mayor misericordia que esto no existe. Y estamos llamados siendo testigos a nosotros también realizar obras de vida eterna. Lo mismo que hemos escuchado en la primera lectura.
No solo son los testigos que aparecen. Son los testigos de la vida y de la resurrección que son capaces de realizar estos prodigios en nombre de Jesús. Los enfermos quedan sanos.
Los leprosos quedan limpios. Los cautivos ven la libertad. Los cojos caminan. Obras de vida eterna. Más allá del milagro. Estamos llamados justamente a esto. A ser de aquellos testigos del Señor con el Espíritu de Jesús. Capaces de realizar obras de vida eterna. Obras de vida.
Obras de resurrección. Tomás uno de los doce no estaba con ellos. Hemos escuchado la narración y la conocemos de memoria ¿no cierto? Tomás el incrédulo.
Si yo de verdad veo al Señor físicamente. Podré decir que había sido cierto aquello. Y Jesús se le presenta. Por tercera vez dice a sus discípulos la paz con ustedes. Luego dice a Tomás. Trae aquí tu dedo. Aquí están mis manos. Acerca tu mano. Métela en mi costado.
En adelante no seas incrédulo sino hombre de fe. Escuchen la respuesta. Es creo maravillosa. No le dice Señor yo creo. O perdóname por no haber creído. Le dice Señor mío. Y Dios mío. Yo creo que hermanos esta es una hermosa expresión. Tantos de ustedes conocen el Quechua. Es un idioma inclusivo. Que normalmente se dice. Se hace intimismo.
Este es mi pueblo. Mi hermano. Mi hermana. Come tu pancito. Siempre se hace lo mío. No se trata de un individualismo.
Si no es una forma de expresar. Que aquello que nosotros decimos. Esta conscientemente en nuestro yo. En nuestro ser. Señor mío. Y Dios mío. No se trata de un individualismo. Se trata más bien de decir. Reconozco en ti. Que eres mi Señor. Mi Rey. Mi Mesías.
Mi Señor que trae la vida. Eres mío. Estás en mi corazón. Este espíritu tuyo está en mí. La resurrección está en mí. Por eso creo. Señor mío. Y Dios mío. Yo espero hermanos que esta experiencia también a nosotros. Nos pueda poner en mucha alegría. Porque el Señor. El resucitado. El espíritu. La paz de él. Está en ti. Él te ama. Él te convoca a la vida. Él te hace testigo. Él te capacita para perdonar. Él te capacita para ser misericordioso. Señor mío. Y Dios mío. ¿Ahora crees porque me has visto? Felices los que creen sin haber visto. Se refiere a todos nosotros.
Por tanto esperemos nosotros también decir aquello. Señor mío. Dios mío.
Quiero ser testigo de la vida de la resurrección. Quiero realizar obras de miserico
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