Comentario Bíblico: «Bendito sea el Rey que viene en nombre Señor»
Domingo de Ramos (CICLO C)
Inicia la Semana Santa
PRIMERA LECTURA: Isaías 50,4-7. No retiré mi rostro cuando me ultrajaban, pero sé muy bien que no seré defraudado.
Son las primeras palabras del tercero de los denominados «cánticos del Siervo de Yahvé». Llamado por Dios desde el seno de su madre, aparece como un discípulo a quien Dios «le ha abierto el oído», para que él pueda instruir a todos. Mañana tras mañana le despierta y le abre el oído; y la consecuencia de tener el oído abierto a la Palabra, es que no se rebela ni se echa atrás; más bien afrontará todos los problemas y desprecios de su historia, sabiendo que el Señor le ayuda, y por tanto no quedará avergonzado. La Iglesia ha visto en este personaje una anticipación profética de la figura de Jesús, y representa un mesianismo opuesto al que era más habitual en Israel: el mesianismo triunfal, al modo y modelo de David.
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 2,6-11. Se anonadó a símismo, Por eso, Dios lo exaltó.
Este cántico es uno de los más célebres himnos cristológicos de la Iglesia primitiva. Está centrado en un doble movimiento: el abajamiento de Cristo (v. 6-8) y su elevación por parte de Dios Padre (v. 9-11). El acento se ha puesto no tanto en la naturaleza del Hijo de Dios como en su hurmildad, porque abandona los privilegios de su condición divina y se rebaja hasta abrazar la muerte más. Por eso el Padre le exalta y le da el título de Señor del universo.
EVANGELIO: Lucas 22,7.14-23,56.
He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión. San Lucas comienza el relato de la Pasión del Señor desde la traición de Judas, la Institución de la Eucaristía hasta la sentencia de muerte en cruz y su ejecución. Es un relato dramático en el que destacan estos mensajes: a) San Lucas orienta su narración de la Pasión hacia el descubrimiento del amor de Dios Padre hacia su Hijo y hacia los hombres. La Cruz emerge «como el sacramento de la Misericordia de Dios»; b) El texto insiste en el perdón de Dios, que se manifiesta en la Cruz de Jesucristo, para todos los hombres; c) El secreto de ese perdón sin límites, radica en la comunión exclusiva de Jesús con su Padre. Las manos a las que Jesús se confía son las manos de Dios, que es Padre de amor y de vida. En este trasfondo, la Cruz es el punto culminante del camino que Jesús había emprendido: el testimonio de su amor que es su muerte, su entrega total. A la confianza del Hijo responde el Amor creador del Padre.
PREGUNTAS DE REFLEXIÓN
¿Quién es Jesús para mí? / ¿Nos interesamos por conocer la vida y el mensaje de Jesús?
Hoja Dominical «Día del Señor»
