Mons. Juan Gómez: “Que la Pascua sea la experiencia que nos ayude a fortalecer nuestra fe en el seguimiento al Señor”
Prensa CEB 20.04.2025 En la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, la Misa del Domingo de Pascua se celebró en la Basílica Menor San Lorenzo, Catedral Metropolitana, fue presidida por Mons. Juan Gómez, Obispo Auxiliar de Santa Cruz, con la participación de la feligresía para celebrar a Jesús Resucitado. Compartimos la Homilía compartida por la Arquidiócesis de Santa Cruz.
Homilía de Mons. Juan Gómez
Obispo Auxiliar de Santa Cruz de la Sierra
Domingo de Pascua, 20 de abril de 2025
EL GOZO DE UNA NOTICIA QUE ROMPE EL SILENCIO
Comunión desde la palabra y los medios: Buenos días, hermanos y hermanas. Quiero hacer llegar también mi saludo a los que nos siguen a través de las redes sociales, medios de comunicación masivos, la TV como Red Uno y la radio, y a todos aquellos que nos escuchan, nos siguen también en los diferentes lugares, diferentes comunidades, en los hogares, en los recintos penitenciarios, en los hospitales, nuestros enfermitos, personas mayores, los acompañamos también desde aquí y pidiendo por todos ellos.
Aleluya: proclamación viva del triunfo del amor
¡Aleluya! El Señor ha resucitado. Creo que es la frase que a nosotros nos va diciendo muchas cosas desde anoche y todos estos días para adelante, y ojalá que sea toda nuestra vida esa frase: ¡Aleluya! El Señor ha resucitado. ¡Alegría!, ¿no’ El Señor ha resucitado.
El relato como resistencia frente al olvido histórico
San Pedro, en la primera lectura, nos hace como una pequeña narración de los episodios y también como una denuncia, ¿no?, por todo lo sucedido.,



CAMINO, PASIÓN Y TRANSFORMACIÓN INTERIOR
La Cuaresma: una pedagogía del corazón, Para nosotros reflexionar sobre este acontecimiento de fe, ya lo hemos iniciado bastante tiempo atrás, y mucho más atrás todavía, desde nuestro bautismo. Pero concretamente, hemos iniciado el tiempo de preparación para llegar a este día tan importante con el Miércoles de Ceniza, todo ese camino que hemos recorrido, todo ese tiempo de gracia que la Iglesia nos regala para hacer una reflexión, para mirarnos nosotros mismos interiormente, y haber reflexionado, haber tomado conciencia de nuestra finitud, de nuestras limitaciones, de nuestras fragilidades.
Dios misericordioso: luz en la fragilidad
Y a pesar de todo eso, hemos podido reconocer la bondad infinita de Dios, la misericordia de Dios, y con todo eso, nos hemos preparado para llegar a este momento. Porque hoy, en este Domingo de Pascua de Resurrección, para nosotros es la fiesta más grande que podemos celebrar.
La Eucaristía: memoria viva de la resurrección
Por eso, cada domingo y cada vez que celebramos la Eucaristía, casi lo vamos recordando todo esto, pero para nosotros tiene de verdad un valor muy importante y es el máximo de nuestra fe.
El Espíritu Santo transforma corazones
Los apóstoles que acompañaron a Jesús todo ese momento estaban muy tristes cuando Jesús estaba en su pasión, pero después que reciben el Espíritu Santo, estos apóstoles miedosos, cobardes, salen y salen a gritar, salen a denunciar, salen de verdad a hacer ese anuncio de que Jesús, aquel que fue maltratado, aquel que fue matado por ustedes —dice, ¿no?, denuncia—: El Señor resucitado, y ahora vive.
Vivir en el Señor es amar sin medida
Y eso tiene que ser para nosotros la alegría de vivir, porque el Señor ha resucitado no para que nosotros muramos, sino para que nosotros vivamos. Y vivir en el Señor implica muchas cosas, no solamente quedarnos aplaudiendo un momento o un tiempo, sino significa vivir en el Señor, estar cerca de Dios. Y estar de Dios es vivir el primer mandamiento. ¿Quién nos dice el primer mandamiento?
Permanecer en el amor todos los días y evitar el ritualismo y la fragmentación
Si nosotros vivimos ese primer mandamiento, que es amar a Dios sobre todas las cosas, yo creo que la alegría del Señor siempre va a permanecer en nosotros. Pero si nosotros de verdad solamente esperamos este día o este tiempo de Pascua y después nos olvidamos de lo que nos hemos preparado, de lo que hemos celebrado de lo que hemos vivido compartiendo con los demás, ¿por qué? Porque seguir al Señor no es solamente por tiempos o por épocas o por momentos, no sé, cuando estamos de a buenitas o de buen humor. Seguir al Señor es las veinticuatro horas del día. Seguir al Señor no tiene pausa. Seguir al Señor no tiene vacaciones. Estemos donde estemos, somos discípulos del Señor y debemos de compartir esa alegría, esa alegría que hemos recibido, esa alegría de la presencia del Resucitado en medio de nosotros.
LA FE COMO IMPULSO TRANSFORMADOR DE LO COTIDIANO
Las mujeres: Las primeras anunciadoras del Resucitado, Por eso, en el Evangelio, vemos de verdad que a los primeros que han experimentado, vamos a decir así, esta cercanía con el Señor resucitado, pues, han sido sus apóstoles. Han sido unas mujeres. Unas mujeres, unas mujeres valientes, algunos decían por curiosas, pero no es tanto así, sino porque de verdad su fe les movía, su fe les animaba, su fe hacía que ellas tomaran la iniciativa, tomaran la delantera —voy a decir así— de anunciar, de avisar, si se quiere decir.
Pedro: liderazgo fundado en la fe, Y después vemos a Pedro y al discípulo al que Jesús amaba. Los dos corrían. ¿Quién llegó primero? El discípulo al que Jesús amaba, porque era más joven, dicen muchos. Pero Pedro llega y no se queda a mirar solamente: llega y entra, porque él de verdad tiene fe, él cree, y él tiene —vamos a decir así, como hermano mayor que fue elegido por el Señor— esa primacía.
Ante la Crisis estructural y necesidad de espiritualidad: Buscar a Dios , Por eso, hermanos y hermanas, nosotros de verdad en esta vida tenemos que buscar a Dios, a pesar de los diferentes obstáculos, a pesar de los diferentes miedos que tengamos, a pesar de tanta crisis que vamos viviendo ahora en nuestra sociedad, en nuestras comunidades, en nuestra familia. A pesar de todo eso, tenemos que buscar siempre al Señor, en toda circunstancia.
El seguimiento al Resucitado como praxis liberadora en lo cotidiano
Porque sin Dios, nosotros no podemos hacer la voluntad del Padre. Sin Dios en nuestras vidas, no podemos ser discípulos del Resucitado. Sin Dios en nuestras vidas, no podemos vencer las dificultades que se nos presenten en nuestra cotidianidad.
Cristo resucitado: don del Padre y misión viva contra la banalización de la fe
Por eso, la presencia del Resucitado tiene que ayudarnos a nosotros a reconocer ese gran amor que el Padre ha tenido para con nosotros, de enviar a su Hijo —y no de paseo— sino con una misión concreta: hacer que de verdad todos conozcan a Dios, que todos conozcan la Buena Noticia. Y eso le ha costado su vida. Pero tampoco ha dado su vida así nomás, por darlo, sino para que nosotros también tengamos vida, y tengamos vida en abundancia.
La Pascua como camino permanente: Que este Resucitado nos ayude a mirar de verdad con mucha firmeza al Señor, que nos ayude a mirar con mucha firmeza nuestras responsabilidades que tenemos como personas, como ciudadanos, como creyentes. Nuestra responsabilidad tenemos que llevarla adelante. Esa responsabilidad es parte de nuestra vida, es parte de nuestra vivencia, es parte de nuestro seguimiento al Señor. Que de verdad el Señor Resucitado nos ayude a nosotros a vivir la experiencia de la Pascua cada día y que esa experiencia nos ayude a fortalecer nuestra fe en el seguimiento al Señor.
Que de verdad el Señor nos conceda esta gracia.