NOTICIAS

«Anhelamos que hayan días mejores» manifestó el Arzobispo de Cochabamba pidiendo integración, paz y unidad para Bolivia

Prensa CEB 12.08.2025. Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba fue el encargado de presidir la Eucaristía de calvario en el cerro de Cota de la provincia de Quillacollo: «Estamos esperando, anhelamos que hayan siempre días mejores, que salgamos de estas profundas crisis, que salgamos y podamos también juntos caminar en la solidaridad. Anunciamos que desde aquí es posible también, como estamos haciendo este signo de integración, de paz, de unidad, de amor, de misericordia, de la capacidad de entre nosotros no sólo reconocer el amor de Dios presente en nuestras vidas, sino también que entre nosotros puede haber esta unidad, puede haber esta paz, puede haber esta solidaridad, la construcción de un reino de Dios en este mundo, como presagio también de lo que nos espera. Porque si estamos celebrando la festividad de la Asunta de los Cielos, es que ella ya está junto al Padre», resaltó en su homilía.

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

MISA DE CALVARIO

Hermanos y hermanas, ya hemos recibido de parte de Monseñor Iván los saludos dirigidos a nosotros, a peregrinos, a aquellos que vienen de fuera, también del interior del país, a todos nosotros. Yo quisiera más bien resumir este saludo, el saludo nuestro a la Virgen Urcupiña. Le saludamos a ella, exaltamos su nombre porque es el motivo propiamente de nuestra esperanza y de nuestra festividad.

Venimos cargados de experiencias y no solo de pedidos

Si la saludamos hemos venido hasta acá justamente con este anhelo, trayendo tantas de nuestras ilusiones, nuestras esperanzas, nuestra vida, en sus afanes, en sus quehaceres, pero también en todos estos gozos y alegrías de una palabra de Dios que ha sido cumplida en nuestras vidas. Venimos cargados de experiencia, no sólo de pedidos, venimos cargados también para agradecer a Dios a través de la mamita Urcupiña, para decirle igual que Isabel, igual que aquella niña aquí en el Cerro de Cota, para bendecirla, alabarla y saludarla total y plenamente. Vean que Isabel recibe el saludo de María y al tiempo le dice bendita tú entre las mujeres.

La Virgen María entre nosotros

¿Por qué? Porque tú has recibido la gracia de Dios, has dicho sí a aquel plan salvífico de Dios mismo, te has puesto como instrumento para que Dios haga su obra. Es el motivo fundamental también de María entre nosotros. Es el cumplimiento de aquello que el Señor nos ha anunciado.

Vean que después, que ella misma después dirá me llamarán dichosa entre todas las mujeres y proclama todo el himno ya de la historia de salvación pasada, presente y diríamos también futura en medio nuestro. Alaba y bendice la misericordia y la bondad de Dios. Reconoce que si hay algo presente en este mundo es este amor profundo de Dios.

Por eso la saludamos. Bendita tú, porque a través tuyo nosotros también podemos reconocer que lo que Dios hace en nuestra vida es por un amor profundo que nos tiene. Que si nos perdona es porque Dios es amor.

Que si nos invita a caminar y a ser este amor presente en nuestras familias, en nuestra sociedad, es porque en realidad nos ha tocado el corazón, igual que María. Reconocemos que nuestros sufrimientos, nuestros padeceres, todas las adversidades que podamos tener tienen sentido profundo en un Dios que nos alienta, que nos da su gracia, que nos anima a poder enfrentar también estas situaciones con el Espíritu de Jesús, con el Espíritu del Resucitado, decía así también la segunda lectura. El Señor es aquel que es proclamado por María, es anunciado por María, es el cumplimiento de su palabra.

Por tanto, lo que esperamos, lo que esperamos en este mundo no sólo son beneficios de la Virgen María, no sólo son nuestras necesidades cumplidas. Si hemos venido a este cerro de Cota, no es sólo para encontrarnos con María, sino también para, encontrando a Dios, encontrar aquel sentido profundo hacia dónde caminamos. Ya construimos en este mundo el reino de Dios, sobre todo para aquellos que más lo necesitan.

Anhelamos que hayan días mejores

Estamos esperando, anhelamos que hayan siempre días mejores, que salgamos de estas profundas crisis, que salgamos y podamos también juntos caminar en la solidaridad. Anunciamos que desde aquí es posible también, como estamos haciendo este signo de integración, de paz, de unidad, de amor, de misericordia, de la capacidad de entre nosotros no sólo reconocer el amor de Dios presente en nuestras vidas, sino también que entre nosotros puede haber esta unidad, puede haber esta paz, puede haber esta solidaridad, la construcción de un reino de Dios en este mundo, como presagio también de lo que nos espera. Porque si estamos celebrando la festividad de la Asunta de los Cielos, es que ella ya está junto al Padre.

 Y esta mañana decíamos, también peregrinando desde la Catedral hasta San Ildefonso y también los que han peregrinado de San Ildefonso aquí, todos los que hemos peregrinado desde casa, ya sea de fuera o también del interior del país o lo que sea. Yo espero que estas actitudes nos ayuden, pero también decíamos que la Junta de los Cielos está anunciando algo fundamental. Nuestro camino, nuestro peregrinar, lo que esperamos nosotros es que caminamos a la Ser la Patria Celestial, que la podemos pregustar aquí ya en la Tierra.

Esta es la imagen de la Virgen. Por esto este cerro tiene tan, tanto significado. Por eso la actitud de esta niña es tan importante para nosotros en este lugar.

 Nosotros, humildes, sencillos, con un corazón también frágil, con tantos temores, con tantas situaciones de que esperamos que todo cambie y cambie para bien. Nosotros nos acercamos aquí como Isabel, nosotros nos acercamos como esta niña, no sólo para mostrar a la Virgen María hacia los demás, sino para que ella impregne, impregne nuestro espíritu, nuestro corazón en este anhelo de la construcción del reino de Dios en medio de nuestro mundo, en medio de nuestra realidad. Nos toca a todos y cada uno, así como María, anunciar este reino en medio de nosotros.

Que el espíritu del resucitado cambie nuestro corazón

Cuando vuelvas a casa, que el manto de la Virgen, la gracia de la Virgen, la bendición de la Virgen acompañe a toda tu familia, a toda tu sociedad. Pero sobre todo, que es el espíritu del resucitado acompañado de Isabel y de esta niña, que pueda también cambiar nuestro mundo, nuestra realidad. Que nuestra experiencia de haber peregrinado y habernos encontrado con la Virgen nos llene de gozo y nos cambie el corazón.

Y esto mismo queremos pedir para todas nuestras autoridades. Queremos pedir para aquellos que tienen una responsabilidad concreta, incluso aquellos que no creen, incluso aquellos que no han podido venir o no han querido ni siquiera hacer atención a esto que estamos celebrando. Que se escuchen, que escuchen la palabra de Dios, que miren la imagen de la Virgen María, nuestra mamita de Urcupiña y que desde aquí brote también esta alabanza, esta bendición y este reconocimiento que Dios hace una obra y la hace una obra para bien.

Un gran foco desde aquí, como una gran fogata que ilumina nuestras realidades, que ilumina también a nuestro país. Anhelamos, esperamos la misericordia, el amor de Dios. Anhelamos, esperamos un corazón nuevo.

Anhelamos, esperamos un espíritu al mismo estilo de la mamita de Urcupiña. Anhelamos y esperamos ser también testigos de esta esperanza, de este amor, de esta misericordia en medio de nosotros. Por tanto, que la mamita de Urcupiña regrese con ustedes a sus hogares, a sus familias, a sus casas, a sus ciudades, a su nación y que la mamita de Urcupiña llegue también a toda casa boliviana desde aquí, desde el Cerro de Cota, desde la mamita patrona de la integración.

Fuente: https://boletinelmensajero.blogspot.com/

Author