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Mons. Antonio Reimann: “Lo antiguo y lo nuevo nos convoca a todos”

Prensa CEB 11.08.2025. En este mes de agosto, marcado por grandes eventos eclesiales y cívicos, Mons. Antonio Bonifacio Reimann, OFM, obispo del Vicariatoo Apostólico Ñuflo de Chávez subraya la importancia de reconocer que lo antiguo y lo nuevo no son opuestos, sino complementarios. Desde la celebración del Jubileo de los Jóvenes en Roma, las fiestas religiosas como la Transfiguración, la Asunción de la Virgen María y Santa Rosa de Lima, hasta el bicentenario de la independencia de Bolivia y las próximas elecciones presidenciales, el obispo invita a valorar estas realidades integradas como “dos caras de la misma medalla que es la Vida”.

Mons. Reimann invita a pedir la intercesión de la Virgen de Urcupiña, en este mes de agosto y bicentenario, para que la comunidad boliviana siga adelante con un espíritu de unidad, paz y justicia, bajo la guía divina. A continuación su mensaje completo.

«El reino de los cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo» (Mt 13, 53).

El mes de agosto, en este Jubileo de Esperanza, que el Señor nos regala, se destaca por los grandes acontecimientos a nivel eclesial y cívico. En los primeros días se reúnen en Roma las delegaciones de los jóvenes, para celebrar, junto con el Papa León XIV, el Jubileo de los Jóvenes. En el calendario litúrgico resalta el 6 de agosto la fiesta de Transfiguración del Señor, el 15 de agosto la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María, y el 30 de agosto la fiesta de Santa Rosa de Lima, Patrona de América Latina.

Las Fiestas Patrias, coinciden con el “200 Aniversario de vida independiente de Bolivia”. El 17 de agosto tendremos las elecciones presidenciales. ¿Cómo sacar y valorar lo nuevo y lo viejo en estos acontecimientos de carácter religioso y civil? Las dos realidades no se contraponen, sino complementan; lo auténtico nuevo hunde sus raíces en “lo viejo”, y de ello se alimenta, como la nueva criatura en el vientre de su madre. Al mismo tiempo “lo viejo” necesita del impulso de “lo nuevo” porque en ello se fundamenta su esperanza, como la esperanza de una madre que está a punto de dar la luz. Lo nuevo y lo viejo no constituyen dos realidades separadas, son como las dos caras de la misma medalla que es la Vida.

Lo nuevo y lo viejo en los desafíos pastorales

En el Mensajero de Julio hemos publicado los desafíos pastorales del Vicariato. Siguen actuales los desafíos permanentes (viejos) como el fortalecimiento de la pastoral familiar, formación de los Laicos y agentes pastorales de las comunidades y centros urbanos, importancia de la pastoral social – Cáritas, necesidad de tener consejos económicos.

Al mismo tiempo surgen nuevos desafíos: renovar la fe a través de la misión de evangelización, visitar a las familias con la Palabra de Dios, formar ministros extraordinarios de la comunión; pastoral educativa no solo en los colegios de Fe y Alegría; evangelización a través de las redes sociales; que en las parroquias se formen grupos del cuidado de medioambiente.

La vida nos enseña que, tanto “lo nuevo” como “lo viejo”, para que tenga valor, precisa de un alimento sólido, permanente. El cielo nuevo, y la tierra nueva, de la que nos habla la Palabra de Dios (cfr. Ap. 21,5), anhelado por toda la creación (cfr. Rom 8,19), y sobre todo por nosotros, las personas con la edad avanzada, aunque, también, los jóvenes que en su mayoría buscan acercar al hoy los sueños que tardarán en realizarse.

Si lo nuevo y lo viejo se alimentan y sostienen del amor entendido como servicio, entonces permanecen atrayentes, auténticos. Pero si les falta el amor, no me sirve de nada lo nuevo y lo viejo, si me falta el amor, nada soy (cfr. 1Cor. 13,1-13). En cambio, “Si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros” (1 Jn 4,7-16).

Donde las personas se aman, hasta los baños permanecen limpios, porque hay preocupación por quienes lo usarán más tarde. No se trata solo de educación, sino de voluntad de amar concretamente. Los discursos y las oraciones no bastan, si no hay acciones (cfr. Fazenda Esperanza, comentario 29.07).

En estos días de agosto, cuando tanto se hablará de lo viejo y de lo nuevo, del pasado y del futuro, pidamos al Señor, Dueño de esta casa común, que es el universo entero, que sepamos administrar los bienes que gratuitamente ha puesto en nuestras manos para que sirvan, también, a las próximas generaciones.

Sólo así, el hoy y el mañana, lo antiguo y lo nuevo se unirán en una única sinfonía, como bien supo descubrirlo San Francisco de Asís. Se trata de evitar que la Historia, la vida personal y familiar, nuestras comunidades cristianas, las relaciones laborales y sociales se conviertan en una plataforma de poder, de autoritarismo, de enfrentamientos… porque entonces la continuidad se vuelve división; la fraternidad es permanente oposición, y la vida deja de ser un don que se renueva y multiplica en el encuentro creador de lo viejo y lo nuevo.

Sí, pidamos al Espíritu del Señor, que nos conceda la gracia de reconciliar el ayer, el hoy y el mañana, sólo de este modo, seremos alabanza de gloria al Dios Creador y también así, nuestros discernimientos serán signo de comunión; manifestación de la persona de Jesús que es el mismo ayer, hoy, y para siempre (cfr. Hb. 13,8-21).

Encomendemos a María, venerada en este mes de agosto como Virgen de Urkupiña de Integración en estos 200 años, Mujer Nueva, que acompaña a la Iglesia más de dos mil años, la gracia de la amistad con su Hijo Jesucristo en todas las etapas de nuestra vida y en todas las circunstancias, que tengamos un corazón grande para amar, luchando en esperanza, caminantes sedientos de unidad, de paz y de justicia (cfr. Canto. Danos un corazón).

Felicidades Bolivia, Dios les bendiga y acompañe, +Antonio Bonifacio Reimann OFM

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