“No perdamos la fe ni la memoria de Dios”: Mons. René Leigue
Prensa CERB 4.08.2025. Desde el altar de la Catedral de San Lorenzo Mártir, el Arzobispo de Santa Cruz, Mons. René Leigue, ofreció una homilía profundamente conectada con la realidad social, política y espiritual del país. Basándose en las lecturas del domingo —Eclesiastés 1,2; 2,21-23; Colosenses 3,1-5.9-11 y el Evangelio según San Lucas 12,13-21— exhortó a los fieles a “mirar dónde está nuestro corazón, porque donde está nuestro tesoro, allí también está nuestro corazón”.
Crítica social desde lo íntimo: la herencia como reflejo de un corazón confundido

A partir del Evangelio de Lucas, Mons. Leigue reflexionó sobre la parábola del hombre que pide a Jesús repartir una herencia. “Tanto sufrimiento que hay en algunas familias por la herencia… No nos toca a nosotros como hijos pelearnos por lo que no es fruto de nuestro esfuerzo”, dijo.
Jesús, según recordó el Arzobispo, responde: “¿Quién me ha puesto como juez para repartir entre ustedes?”, subrayando que las peleas por lo material desvían a las familias del verdadero camino.
“¡Vanidad de vanidades!”: la ilusión de la acumulación

En resonancia con el clamor de Eclesiastés —“Vanidad de vanidades, todo es vanidad”—, Mons. Leigue advirtió que el acaparamiento puede convertirse en una trampa espiritual. “Haré un granero y meteré todo ahí y me daré una buena vida. La respuesta de Dios es: ‘¡Insensato! Esta noche vas a morir, ¿y para quién queda todo esto?’”.
Recordó que Jesús no condena los bienes, sino su idolatría: “No es el tener, sino el acumular sin compartir. Las cosas materiales no son el fin; el fin para nosotros es Dios”.
Religión sin justicia es idolatría: fe vacía frente a una sociedad desigual

Desde Colosenses, el Arzobispo retomó el llamado a “despojarnos del hombre viejo” y renacer con Cristo. “De qué te sirve acumular si no compartes, acumulas y acumulas y hay muchas personas que necesitan de ti”, cuestionó con firmeza.
Denunció la codicia como raíz de muchos males, tanto personales como colectivos: “La codicia es pensar solo en mí… incluso en los bienes de los demás. Eso no nos deja vivir como Dios quiere: libres, sin estar amarrados”.
Crisis económica y espiritual: cuando el pan preocupa más que la fe

Mons. Leigue reconoció con realismo el peso de la situación actual: precios altos, inseguridad, incertidumbre. Pero alertó sobre el riesgo de dejar a Dios fuera del análisis. “Es una preocupación… pero si no pensamos en Dios, que vamos a salir de esto, estamos mal”.
Inspirado en Colosenses 3, instó a “poner el corazón en las cosas de arriba, no en las de la tierra”, sin negar la necesidad de un equilibrio. “Las cosas materiales son un medio, pero también no tenemos que alejarnos de Dios”.
Voto sin conciencia: “Los candidatos todavía tienen la oportunidad”

En una de las partes más incisivas de su homilía, el Arzobispo cuestionó el contenido de las actuales propuestas electorales. “¿Ustedes están conformes con todo lo que nos han dicho? En vez de ayudarnos nos dicen: ‘esto es lo que hay’”.
Criticó la superficialidad de los debates políticos: “En vez de debatir se están quedando en ponerse apoditos… ¿de qué nos ayudará eso? Sacar el pasado, insultarse, mostrar fotitos… ¿de qué sirve?”
Ciudadanía activa: el pueblo como protagonista de su destino

Mons. Leigue insistió en el derecho del pueblo a exigir claridad y visión: “Estos espacios que se les está dando deberían usarlos para decirnos lo que quieren hacer. Los candidatos todavía tienen la oportunidad de hacerlo”.
En tono esperanzador, convocó a una observación crítica: “Sigan escarbando en las presentaciones de los candidatos. ¿En quién podemos confiar? ¿Quién nos va a sacar de esta realidad que vivimos?”
Conversión del corazón: dejar la idolatría para volver al Dios de la vida

El Arzobispo cerró con una fuerte exhortación a la vida nueva en Cristo. “Hagamos morir en nosotros la lujuria, la pereza, y toda avaricia, que es una forma de idolatría”, dijo, citando la carta a los Colosenses.
“Pidámosle al Señor que nos acompañe, nos dé fuerza y sabiduría”, concluyó, dejando claro que la fe debe ser el motor para actuar con justicia, tanto en la vida personal como en el ejercicio ciudadano.
Fuente https://campanas.iglesiasantacruz.org/