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«Los nuevos signos de los tiempos», mensaje del Obispo del Vicariato Apostólico Ñuflo de Chávez para el mes de septiembre

Prensa CEB 3.09.2025. Entrando en el mes de septiembre, tenemos todavía en la mente, los grandes acontecimientos vividos en el mes de agosto: Bicentenario de independencia de Bolivia, elecciones nacionales, libertad para los presos políticos…

La Conferencia Episcopal Boliviana en su mensaje, emitido el 6 de agosto, a la luz de la cita bíblica: “Recuerda los caminos por donde te ha guiado el Señor tu Dios” (Dt 8,2), nos invitó a que la celebración del Bicentenario nos ayude a “mirar el pasado con agradecimiento, el presente con claridad, y proyectar el futuro con esperanza”.

También, en la segunda mitad del mes pasado, estuvimos pendientes de las elecciones presidenciales, cuyos resultados siguen suscitando muchos comentarios tanto dentro como fuera de Bolivia.

Por otro lado, en las redes sociales se ha comentado ampliamente el pronunciamiento del Tribunal Supremo de Justicia, que otorgó la libertad al gobernador cruceño Luís Fernando Camacho, y ex líder cívico potosino, Marco Antonio Pumari.

𝐆𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞𝐬 𝐥𝐮𝐦𝐢𝐧𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐧𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐜𝐚𝐦𝐢𝐧𝐨

Veamos estos acontecimientos, arriba mencionados, a la luz de los testigos de la Palabra de Dios, puesto que el mes que iniciamos es conocido como el Mes de la Biblia, mes de la Palabra de Dios (cfr. comentario, páginas siguientes).

En la última semana del mes de agosto, la liturgia nos ha recordado personas enamoradas de la Palabra de Dios: San Juan Bautista, Santa Mónica, su hijo San Agustín y finalmente Santa Rosa de Lima. Ellos fueron grandes testigos de la vida nueva derramada por el Espíritu del Señor en ellos. Aunque vivían en las épocas muy lejanas, excepto Santa Rosa (1586-1617), siguen siendo grandes luminarias: testigos de la presencia del Señor en ellos.

San Juan Bautista, dio su vida por defender la verdad y la justicia; Santa Mónica: modelo de madre que alimentó su fe con la oración elevada por la conversión de su esposo y su hijo Agustín; San Agustín: buscador apasionado de la sabiduría de Dios y de su amor; Santa Rosa de Lima, afirmaba lo siguiente: “la única verdadera escala al Paraíso es la cruz, y fuera de ella no hay camino por donde se puede subir al cielo”.

𝐂𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐮𝐧𝐝𝐨𝐬

En estos días se repetía muchas veces la frase, que Bolivia merece un cambio, en todos los aspectos… Y nos preguntamos: ¿En estas propuestas de la superación de las diferentes pobrezas, tenemos presente la cruz de Cristo? He escuchado que hay iniciativas para que vuelva nuevamente la cruz a la plaza principal de San Julián; la cruz fue retirada hace tiempo por el deterioro. Pero en nuestra vida no se trata solamente de la cruz de madera, sino de una cruz como la escalera por la que subimos para dejarnos amar por Dios, y por la que bajamos para amar al prójimo, creado a la imagen y semejanza de Dios; la cruz es también el respeto a la creación de Dios, la casa común. Sin esta cruz, todo el cambio es solo un maquillaje, y no un cambio profundo de nuestro comportamiento y de nuestra conducta.

Es importante, que no falten hoy en la Iglesia, y en el mundo entero, hombres y mujeres capaces de vivir y defender la verdad y la justicia; mujeres que protejan la vida desde su concepción, y cultiven la fe en sus familias; padres que no abandonen a sus hijos, aunque estos caigan en la trampa de corrupción; hijos que no dejen a sus padres en la vejez y en la enfermedad; es importante, que no falten hoy buscadores de Dios vivo y presente en medio de su pueblo, en su cultura y su religiosidad. Es importante que no falten hoy personas que se consagren al servicio de Dios en la vida sacerdotal, religiosa, familiar, social y política, y nos enseñen, que la única escalera por la que podemos subir en esta vida “arriba”, es la escalera de la cruz.

𝐀𝐥𝐞𝐠𝐫𝐢́𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐬𝐞𝐫 𝐩𝐞𝐫𝐞𝐠𝐫𝐢𝐧𝐨𝐬 𝐥𝐢𝐛𝐫𝐞𝐬

Quiero concluir este prólogo con las imágenes de alegría del pueblo cruceño, suscitadas por la liberación de su gobernador, y relacionarlo con el Año Jubilar, Año de Esperanza.

Entendemos la alegría del pueblo junto al Cristo Redentor, y en otros lugares. No obstante, como Pueblo creyente, debemos también recordar y celebrar con gozo la libertad que nos otorgó Cristo Redentor por su muerte y resurrección, de la cual nos habla el Apóstol Pablo en su carta a los Colosenses:” Y a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y en su carne incircuncisa, los vivificó juntamente con él y nos perdonó todos nuestros delitos” (Col. 2,13). Este don de la salvación en Cristo, se renueva en cada Santa Misa que celebramos (Lc 22,19) ¿Vamos con esta fe y con esta alegría al encuentro dominical con Cristo Redentor quien nos asegura que “el que come de este pan, vivirá para siempre” (Jn 6,51)?

Qué este año Año de Esperanza, nos ayuda a acoger el don de la libertad espiritual mediante la confesión sacramental, la comunión eucarística, la oración por las intenciones del Papa; de este modo podemos contribuir a la liberación de las almas del purgatorio, y a renovar el compromiso con las obras de misericordia en nuestra vida.

¿Se imaginan la alegría en el cielo, cuando un alma liberada del purgatorio por la gracia de la indulgencia plenaria entra a la casa del Padre celestial? Jesús también nos enseña que” hay una gran alegría en el cielo, por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento” (Lc 15,7).

Por intercesión de María Madre de la Esperanza, pidamos al Señor la gracia de una sincera conversión a Él, escuchando su Palabra de Vida, tratando de manera justa y fraterna a nuestro prójimo, y cuidando la obra de Dios, la creación. El Papa Francisco, antes de la oración de Ángelus, lo recordaba con estas palabras: “En el espíritu del Cántico del Hermano Sol, compuesto por San Francisco hace 800 años, alabamos a Dios y renovamos nuestro compromiso de no destruir su don, sino de cuidar nuestra casa común” (31.08).

¡Paz y Bien!

𝗠𝗼𝗻𝘀. 𝗔𝗻𝘁𝗼𝗻𝗶𝗼 𝗕𝗼𝗻𝗶𝗳𝗮𝗰𝗶𝗼 𝗥𝗲𝗶𝗺𝗮𝗻𝗻, 𝗢𝗙𝗠

Fuente:El Mensajero del Vicariato Ñuflo de Chavez

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