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Mons. Coter: “Se puede pensar en un modelo distinto de país y relaciones distintas, pero siempre en el marco del respeto y de la dignidad de las personas”

Prensa CEB 1.01.2023.- En la primera misa de este año 2023, Mons. Eugenio Coter, obispo del Vicariato Apostólico de Pando, se dirigió a sus feligreses desde la catedral Nuestra Señora del Carmen y en donde reflexionó sobre el respeto de la dignidad de las personas, el amor de la fraternidad universal y la justicia, aseverando que no es igual para todos.

“Se puede pensar en un modelo distinto de país y relaciones distintas, pero siempre en el marco del respeto de la dignidad de las personas, del amor de la fraternidad universal, de la justicia, sin la cual, no hay ciertamente igualdad, sobre todo cuando la justicia esta doblada como “sirvienta del poder” entonces rompe la igualdad entre las personas y quiebra la fraternidad de las personas”, dijo

Acotó que no se logra construir un país sino existe un profundo respeto de la justicia verdadera, “sino hay esto, no hay igualdad. Esto quiebra la igualdad entre las personas, quiebra la fraternidad y nuestra relación con Dios”.

Asimismo, recordó que hoy 1 de enero se conmemora el Día Mundial de la Paz que lleva el mensaje en el que, “todos nos salvamos juntos”.

La homilía de Mons. Coter, a continuación:

El COVID nos dio esta experiencia que ninguno se salva solo

Empezamos el camino en este nuevo año, para hoy el Papa Francisco no dio un mensaje en este Día Mundial de la Paz, mensaje que lleva como indicación que, todos son salvamos juntos.

La experiencia del COVID, de la cual todavía no hemos salido aún, nos ha enseñado que tocó la vida de todos y las cifras indican que hubo 658 millones de contagios en el mundo y más de 66 millones de muertos. Y esto nos enseña que, ninguno se salva solo. Es por eso que tenemos que cuidarnos y ayudarnos en el cuidarnos y lo tenemos que hacer todos juntos con un grado de madurez mayor de lo que se exigía en el pasado, ¿por qué?, porque somos frágiles.

Por lo que el COVID nos dio esta experiencia que ninguno se salva solo, ya que cada uno asume una responsabilidad ética y moral ante los demás.

Los tres años de COVID, permitieron llegar a las vacunas y juntar esfuerzos para avanzar con rapidez para conseguir una vacuna y esto ha dado una esperanza que ha requerido también una solidaridad frente a los países que tenían más recursos versus frente a los que no, para facilitar la vacuna, y es una lección que el COVID nos da, cuidarnos y compartir. Son los dos valores que lamentablemente el COVID nos ha recordado.

Y cuando pensábamos que finalmente había una luz que nos permita salir del COVID y esperar un mejor momento para la humanidad, se desató la guerra de la invasión de Ucrania y nos ha mostrado que todavía es más fácil combatir el virus del COVID que el virus de la guerra, por el cual no hay todavía un antídoto, sino pasa por el corazón del hombre, de la persona humana.

En el país nuestra fraternidad ha sido puesta en discusión

Y esto nos dice que no basta cuidar el cuerpo, también hay que cuidar el espíritu, porque el espíritu del mal se mete en el corazón del hombre. Los sueños del pasado se han vuelto anacrónico juntamente con el egoísmo y pueden insertarse en la vida de las personas y llevar a instalar el virus de la confrontación y quebrar el tema de la hermandad universal e ir en contra de los demás por egoísmos, por búsqueda de un propio poder y una propia ganancia.

Venimos de un año donde podemos decir que en el país nuestra fraternidad ha sido puesta en discusión. Venimos de un tiempo donde en el país nos hemos olvidado de este llamado a la fraternidad universal a reconocer en el otro la dignidad de la persona humana, a reconocer en el otro los derechos humanos del cual es destinatario.

 Si queremos de verdad vencer el virus de la guerra y el virus del COVID, tenemos que volver a recordar la dignidad de cada persona, a recordar que somos todos hijos del mismo padre, a recordar que el mundo será mejor y tenemos la responsabilidad de dejar un mundo superior a la juventud que va creciendo.

Y esto nos desafía a los adultos a saber mirar a los demás como hermanos, donde podemos tener un pensamiento distinto, pero esto no debe ser la razón de enfrentarnos, porque todos somo dignos de respeto y el que tiene más poder está llamado aún más a respetar y servir a los demás.

La experiencia de la guerra y del COVID nos recuerda esto la fraternidad universal donde nos reconocemos hijos del mismo padre. Este es el gran desafío que nos a puesto la guerra y el COVID.

Y el papa Francisco a comienzos de este año nos recuerda que estamos llamados a construir en esta hermandad los valores más profundos que implica el respeto a los otros, implica una actitud de apertura, solidaridad, también para el principio que el COVID nos ha enseñado “ninguno se salva solo”.

Fraternidad Universal

Y entonces se puede pensar en un modelo distinto de país y relaciones distintas, pero siempre en el marco del respeto de la dignidad de las personas, del amor de la fraternidad universal, de la justicia sin la cual no hay ciertamente igualdad, sobre todo cuando la justicia esta doblada como “sirvienta del poder” entonces rompe la igualdad entre las personas y quiebra la fraternidad de las personas.

Por lo que no se logra construir un país, sino hay ese profundo respeto de la justicia verdadera. Sino hay esto, no hay igualdad. Se quiebra la igualdad entre las personas, quiebra la fraternidad y nuestra relación con Dios.

El deseo de la paz, en el final del mensaje del papa Francisco, nos invita hacer todos constructores de paz a recordar lo que el Evangelio nos enseña, que los arquitectos de paz son hijos de Dios, podamos acoger esta invitación y trabajar este año 2023 para hacer de verdad hijos de Dios, hermanos entre nosotros y verdaderos constructores de paz, contemplando el reino de Dios que se va encarnando día tras día en este 2023.

¡Feliz Año Nuevo a todos!

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