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Mons. Robert Flock: “La misión pastoral de la parroquia es la evangelización, la santificación de las personas y el cuidado de los pobres”

Prensa CEB 13.02.2023.- Este domingo 12 de febrero, desde Santa Ana de Velasco, Monseñor Robert Flock, obispo de la Diócesis de San Ignacio de Velasco, se refirió a las tareas de los párrocos, y a la ayuda que necesitan de parte de las comunidades para el ejercicio de su pastoreo. A tiempo de posesionar a Padre Erlin Pinto Tacuchaba como párroco de Santa Ana.

“La misión pastoral de la parroquia es la evangelización, la santificación de las personas y el cuidado de los pobres. El consejo pastoral debe ayudar al párroco para que se cumpla toda esta misión, asegurando precisamente que hay colaboradores en cada comunidad que trabajan en sintonía con el pastor”, señaló.

Homilía de Mons. Robert Flock 

Obispo de la Diócesis de San Ignacio de Velasco

5º Domingo en Tiempo Ordinario – 12 de febrero de 2023

Posesión de P. Erlin Pinto Tacuchaba como párroco de Santa Ana

Queridos hermanos.

Un año, cuando tomé mis vacaciones a los Estados Unidos, quedé sorprendido al ver a mi madre, porque siempre tenía cabello negro, pero de repente estaba de color gris, y ella parecía haber envejecido de golpe. La realidad es que siempre había colorido sus cabellos, pero al pasar los 70 años, decidió ya no hacerlo, que era más digno presentarse con la verdad en este detalle. Yo en cambio, nunca he intentado cambiar el color de mi cabello, que se volvió blanco hace más de una década. Según la ciencia, al envejecer, los cabellos tienen menos melanina, y por esto pierde su color. A veces el estrés o alguna enfermedad acelera este proceso.

Según el Evangelio, Jesús dijo: “No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.” Así era en aquel entonces; hoy se puede comprar productos y elegir el color que quieres. Sin embargo, es algo, estoy seguro, que no lo haría Jesús. Como Dios hecho hombre, aceptó en todos sus detalles las limitaciones del ser humano, sujeto a enfermedad y muerte. Habría recordado que Dios no mira a las apariencias, sino al corazón. De hecho, todos los consejos que da en el Evangelio que hemos escuchado esta mañana, supone esta mirada penetrante, pero amorosa de Dios Padre.

El que maldice, merece el infierno”. “El que solo mira con lujuria comete adulterio”. Por esto, al pedir perdón en la Misa, a veces decimos; “he pecado mucho, de pensamiento, palabra, obra y omisión”. Pues delante de Dios, no podemos esconder nuestro corazón y alma. La buena nueva es que no hace falta. Porque, a pesar de nuestros pecados, que Dios ve mejor que nosotros mismos, el Señor también ve a la persona que creó en su imagen y semejanza, y en esta realidad hay una belleza que se debe apreciar. Ojalá, con el paso de los años, aunque nuestro cuerpo pierda lo atractivo de la juventud, vayamos cultivando y transparentando esa belleza interior. “Corona de gloria son los cabellos blancos, y se la encuentra en el camino de la justicia.”, dice el libro de Proverbios, 16,31.

Hablando de las apariencias, personalmente, pienso que es mucho más atractiva la cara de un ancianito llena de verdad, por lo que se ha vivido, gozado y sufrido, que una cara cubierta de maquillaje. Debemos, por supuesto, cuidar nuestra salud para así tener una mayor calidad de vida, y para no morir antes de tiempo. Pero, el cuidado del alma, es más importante aún. Hay quienes andan resentidos, victimizándose, justificando sus vicios, siempre buscando venganza, destruyendo así su propia felicidad y haciendo de la vida un infierno para sí mismos y para quienes les rodea. Mejor es dar la felicidad. Y esto espero de su nuevo párroco.

¿Qué es la tarea del párroco? La palabra que resume su función es “pastor”, lo mismo vale para los obispos. Y para definir qué es un pastor, siempre pongo en el decreto la misma cita bíblica de la cual he tomado mi lema como Obispo: “Pastorea el rebaño”, de la primera carta de San Pedro: “Pastorea el Rebaño de Dios, que le ha sido confiado; velando por él, no forzada, sino espontáneamente, como lo quiere Dios; no por un interés mezquino, sino con abnegación; no pretendiendo dominar a los que les han sido encomendados, sino siendo de corazón ejemplo para el Rebaño.” 

Seguramente, al escribir estas palabras, San Pedro recordaba lo que el Pastor Supremo,

Jesucristo, le preguntó tres veces: “«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».” En otras palabras, Jesús insiste que la tarea de un pastor, es prácticamente lo mismo que de los padres de familia. Es el cuidado de esa familia que se hace por amor; por amor a ellos y, sobre todo, por amor a Jesús.

El párroco de una parroquia no puede y no debe hacer esto a solas. Necesita ayuda, especialmente cuando su parroquia consiste de varias comunidades. Según mis datos, Santa Ana incluye también: El Tere, Guapacito, San Lorencito, Suponema, San Fermín y La Encrucijada. De repente hay otros. Entonces, han de trabajar con el párroco los Cabildos, los Líderes

Religiosos, los Catequistas, y otros. Estos días han estado participando en un taller los líderes y catequistas de toda la zona norte de la diócesis, que el mismo P. Erlín ha organizado. Pero, a pesar de los 170 participantes, sabemos que hay muchas comunidades, algunas de esta parroquia, donde no hay ningún líder, ni tampoco un catequista. Una tarea urgente es elegir a estos y otros colaboradores y ayudarles a cumplir su labor.

El párroco debe organizar un buen consejo pastoral, y también un consejo económico. A veces, se nota una cierta confusión sobre la función propia de cada consejo. La misión pastoral de la parroquia es la evangelización, la santificación de las personas y el cuidado de los pobres. El consejo pastoral debe ayudar al párroco para que se cumpla toda esta misión, asegurando precisamente que hay colaboradores en cada comunidad que trabajan en sintonía con el pastor. 

Obviamente, todo esto requiere dinero; hay que mantener las capillas y al mismo párroco. El necesita una movilidad y gasolina. Si bien la Diócesis ayuda, es en realidad la responsabilidad de la misma parroquia, con la ayuda del consejo económico, Este debe asegurar que tenga los recursos necesarios y que estos estén administrados honestamente y sabiamente. La experiencia de la Iglesia, muestra que no conviene mezclar el consejo económico con el consejo pastoral porque inevitablemente descuide una u otra función, típicamente la parte pastoral. 

Queridos hermanos, agradezco al P. Erlin, aceptar ser su párroco. Le pido que sea un Buen Pastor. Igualmente les pido a ustedes ayudarlo y cuidarlo también.

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