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Mons. Pesoa: “Muchos de los conflictos actuales podrían llegar a resolverse si de verdad hubiera la firme voluntad del diálogo sincero”

Prensa CEB 12.03.2023.- Este tercer domingo de Cuaresma, desde la Catedral de Trinidad, Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, obispo del Vicariato Apostólico del Beni y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, aseguró que los conflictos actuales de educación, salud, justicia y violencia, podrían resolverse “si de verdad hubiera la firme voluntad del diálogo sincero y honesto, en donde no haya vencedores y vencidos, sino en donde triunfe el bien para todos”.

En el Evangelio de Juan (4,5-42), que nos presenta el encuentro de Jesús con la mujer samaritana cuando los discípulos se habían detenido con él cerca de un pozo de Samaría. “Jesús se da a conocer a través del diálogo”, comentó el obispo, afirmando que “en estos días de conflictos con los temas de la educación, de la salud, de la justicia y de violencia, como en Samaría, nuestro país necesita del encuentro verdadero con Jesucristo y los hermanos”.

Asimismo, recordó que las dificultades y conflictos “no se resuelven haciendo oídos sordos o conduciendo hasta el cansancio el problema” y que muchos de los conflictos actuales podrían llegar a resolverse si de verdad hubiera la firme voluntad del diálogo sincero y honesto.

En este tiempo de Cuaresma, la autoridad eclesial pidió que, como la mujer samaritana, aceptemos a Jesús y comencemos la conversión. “Dios no necesita hacer violencia para que le crean, no se impone sabe esperar. A diferencia de lo sucedido en días pasados que, bajo el pretexto de una marcha pacífica, de reivindicación, se vuelve violenta y termina dañando templos católicos”, dijo al referirse a los hechos vandálicos del 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, donde grupos feministas atacaron distintos templos del país.

“El ser humano será siempre un mendigo de felicidad, porque la busca en lo que es pasajero, y es así que en ese esfuerzo destruye su vida.  La felicidad plena y total, está cuando el ser humano se encuentra con Dios y recibe el agua de vida que Él le ofrece”, subrayó Mons. Aurelio, a tiempo de alentar a dejar que la Palabra de Dios transforme nuestro corazón, “para que seamos sembradores del bien, rescatando los valores cristianos como: el amor al prójimo, la fortaleza, el honor, la lealtad”, concluyó.

A continuación la homilía completa:

Domingo tercero de Cuaresma

Jn 17, 5 -42

12 de marzo de 2023 (A)

“Señor Jesús dame de esa Agua viva”

1.- En este tercer domingo de Cuaresma la liturgia de la Palabra de Dios, nos invitan a reflexionar acerca del agua viva que da vida.  En la primera lectura nos encontramos con el relato en el camino que recorre el pueblo de Dios después de la liberación de la esclavitud en Egipto.  Es decir, nos animan a fijar nuestra mirada en Dios que es la fuente de la vida para el mundo.

El desierto es un camino de fe y esperanza, y al mismo tiempo de preparación para el encuentro con Dios en el monte Sinaí.  El recorrido no está libre de la tentación y la desconfianza en Dios.  El pueblo se revela contra Dios, de ahí los dos nombres que recuerdan esa rebelión. Masá, quiere decir lugar de la desobediencia y Meribá el lugar de la duda.

El punto central de este pasaje es la pregunta que surge de la duda, de saber si Dios está o no está en medio de su pueblo. Se desconfía de Dios, el pueblo exige a Dios signos.  Como el pueblo de Israel el mundo tiene sed de Dios, pero lo busca en donde no está Dios. No está buscando la roca que salva, sino la roca del poder y del deseo de dominio y sometimiento del hermano, esa búsqueda no solo conduce al alejamiento de Dios, sino también del prójimo. Este mundo tan materializado nos está conduciendo al alejamiento de Dios

2.- En el Evangelio, Jesús se da a conocer a través del diálogo. Conversa con una mujer de Samaria, judíos y samaritanos eran dos pueblos enemistados.  Es Jesús que se acerca a la samaritana y le pide un favor, que le de beber agua, en la necesidad comienza el dialogo franco y muy sencillo.

Es a partir de esa necesidad de saciar la sed que Jesús conduce a la mujer al deseo de beber el agua viva que apaga la sed para siempre, es el don de Dios.  Jesús le da a conocer a la mujer que no es fácil gozar de ese don, obtener ese don requiere un cambio verdadero de vida.

En estos días de conflictos con los temas de la educación, de la salud, de la justicia y de violencia, como en Samaría, nuestro país necesita del encuentro verdadero con Jesucristo y los hermanos.  Recordemos que las dificultades y conflictos no se resuelven haciendo oídos sordos o conduciendo hasta el cansancio el problema.  Muchos de los conflictos actuales podrían llegar a resolverse si de verdad hubiera la firme voluntad del dialogo sincero y honesto, en donde no haya vencedores y vencidos, sino en donde triunfe el bien para todos

3.- La Palabra de hoy nos convida a aceptar a Jesús que se revela como el Salvador, enviado por Dios.  En este tiempo de Cuaresma, así como la mujer samaritana, es aceptando a Jesús como debe comenzar la conversión. Dios no necesita hacer violencia para que le crean, no se impone sabe esperar. A diferencia de lo sucedido en días pasados que bajo el pretexto de una marcha pacífica, de reivindicación, se vuelve violenta y termina dañando templos católicos.

A la samaritana es el diálogo con Jesús que le trajo la salvación.  Ella reconoce que la vida centrada en lo puramente humano no da la felicidad, sino solamente desilusiones y fracaso en su vida.

Fuimos creados para para la felicidad plena, por eso nada que sea limitado puede saciar la sed de felicidad.  El ser humano será siempre un mendigo de felicidad, porque la busca en lo que es pasajero, y es así que en ese esfuerzo destruye su vida.  La felicidad plena y total, está cuando el ser humano se encuentra con Dios y recibe el agua de vida que Él le ofrece.

La palabra de Jesús ese día llegó al corazón de aquella mujer que quedó transformada, se fue a la ciudad y comenzó a predicar.  “Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho.  ¿Acaso será este el Mesías?

Dejemos que la palabra de Dios llegue y transforme nuestro corazón, para que seamos sembradores del bien, rescatando los valores cristianos como: el amor al prójimo, la fortaleza, el honor, la lealtad.  Así sea.

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