Celebración de inauguración de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
Prensa CEB 22.05.2023.- “Dios, a través del Espíritu Santo, despierta en nosotros anhelos de paz y justicia”
El pasado domingo 21 de mayo, en la Solemnidad de la Ascensión del Señor, se realizó la celebración ecuménica virtual inaugural de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Este año el lema es: “Haz el bien, busca la justicia”, inspirado en el profeta Isaías 1,12-18.
Participaron líderes y fieles de las Iglesias cristianas con las que se camina ecuménicamente en Bolivia: Iglesia Sirio Ortodoxa de Antioquia, Iglesia Evangélica Luterana Boliviana, Iglesia Evangélica Metodista en Bolivia, Iglesia Evangélica Luterana de Habla Alemana, Iglesia Pentecostal e Iglesia Católica.
Cada parte de la celebración estuvo a cargo de líderes de las diferentes Iglesias presentes, hubo dos momentos comunes: la homilía compartida y los mensajes de esperanza por la unidad de los cristianos.
Compartimos una parte de la homilía de Mons. Antonio Reimann, responsable de Ecumenismo de la Conferencia Episcopal Boliviana, en torno al texto de Isaías 1,12-18:
Paz y bien hermanos y hermanas,
La Palabra de Dios que acabamos de escuchar por la unidad nos interpela, es como un examen de conciencia para todos nosotros. Dios no nos rechaza, antes bien, nos atrae; solo que el camino de acercamiento a Él no es solamente el pisar los atrios de los templos, sino la práctica de justicia como condición de una relación personal y comunitaria con Él. Por eso Dios no acepta nuestra práctica religiosa sino van acompañada por la práctica del bien y la búsqueda de la justicia.
Les invito una vez más a leer este texto del profeta Isaías: “Aprendan a hacer el bien, tomen decisiones justas, socorran al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan la causa de la viuda”.
Este texto recuerda otros textos en la historia de la salvación que nos transmiten las Sagradas Escrituras. Sabemos bien que después de nuestra desobediencia a Dios, que la llamamos el pecado original, hemos dejado de hacer el bien y entró la injusticia en la humanidad, cuyo fruto son las divisiones, rivalidades y finalmente la muerte.
Pero también sabemos que, a pesar de todo el desorden y la injusticia cometidos, Dios nunca nos ha dejado huérfanos, no nos abandonó, nos envió a los profetas y en los últimos tiempos a su Único Hijo Jesucristo para salvarnos.
El evangelista Juan nos recuerda: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Único para que todo el que crea en Él tenga vida eterna” (Jn 3,16). Y por eso es el mismo Dios que se compromete con nosotros a través de su Hijo Jesucristo para que aprendamos a hacer nuevamente el bien y tomemos las decisiones justas defendiendo al huérfano y a la viuda.
Recuerden la primera aparición de Jesús en la sinagoga de Nazaret, cuando cita delante de sus paisanos las palabras del profeta Isaías: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado para proclamar la liberación a los cautivos” (Lc 4,18).
El evangelista Mateo, al describir el juicio final, recuerda las palabras de Jesús: “Vengan benditos de mi Padre, reciban en herencia el Reino preparado para ustedes, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, fui forastero y me recibieron. Entonces los justos le preguntarán ¿Señor cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? Y el rey responderá: Les aseguro que siempre que lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”. Esta justicia es precisamente hacer el bien, tener entrañas de misericordia para con el hermano pobre y necesitado.
Demos gracias al Señor por su compromiso con nosotros. Y su compromiso más grande ha sido el de donarnos a Jesús, de ungirnos con su santo Espíritu, que despierta continuamente en nosotros anhelos de paz, de justica, de comunión con Él, con todos nosotros y con la creación entera.
Y al mismo tiempo seamos conscientes que tenemos que pedirle perdón, así como lo hemos escuchado porque no siempre nos hemos dejado guiar por su Espíritu Santo, lo que ha sido causa de las divisiones entre nosotros los cristianos.
No puedo callar los hechos delictivos, que se comentan tanto en estos días, cometidos por algunos miembros sacerdotes de nuestra Iglesia católica y que han dañado a los pequeños en su alma, mente y cuerpo. Los casos de violaciones sexuales merecen nuestro repudio y nuestra obligación moral y social de llevarlos a la justicia ordinaria y brindar la debida atención a las víctimas de estos hechos. Son palabras del Pronunciamiento Boliviano de los Laicos, a las cuales nos adherimos.
Tal vez algunos de los presentes en esta oración diga: “Esto no me toca a mí, a nuestro grupo”. No olvidemos las palabras de San Pablo Apóstol: “De modo que, si un miembro sufre, todos los miembros sufren con él. Y cuando un miembro recibe honores, todos los miembros se alegran con él” (1 Co 12, 26-267).
Que nuestra oración sea unánime para crecer en el espíritu de arrepentimiento, de reparación y de reconciliación. Y pidamos al Señor en esta Semana de Oración que seamos dóciles al Espíritu del Señor, viviendo y anunciando el Reino de Dios, que es un Reino de paz, de justicia y de comunión entre todos los bautizados en Cristo. Amén.
Fuente: Beatriz Castro, colaboradora responsable de la Sección de Ecumenismo y Diálogo interreligioso del Área de Evangelización de la Conferencia Episcopal Boliviana.