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 «Si la humanidad no cambia, especialmente en el corazón, se continuará en un mar de maldad que hundirá al ser humano», dijo el obispo de Pando

Prensa CEB 11.20.2024.-Mons. Eugenio Coter, Obispo del Vicariato Apostólico de Pando, reflexionó en su homilía de hoy de sanar, curar y purificar, el espíritu “leproso” que de alguna manera llevan las personas, hasta incluso colocar etiquetas injustas a aquellos que aún no han sido juzgados.

Desde la catedral “Nuestra Señora del Carmen” en la ciudad de Riberalta, monseñor Coter reflexionó en el marco del Evangelio de hoy (Ms 1, 40-45 “La lepra desapareció y quedó purificado”) recordando que el leproso rompe las reglas y se acerca a Jesús señalando: “Si quieres puedes purificarme”, “pero acá hay que hacer antes tres puntualizaciones ya que el Evangelio habla de tres temas, que son curarme, sanarme, purificarme.”, señala el Obispo.

En cuanto al “curarme”, Mons. Coter explica que es el mal físico que atañe a la vida de las personas. El “sanarme” refiere, respecto del corazón, es decir, que el espíritu se encuentre bien en una relación sincera con Dios y con los demás, “las enfermedades que son del espíritu y se traducen en la enfermedad del cuerpo.”

Y finalmente el de purificar, es decir, sacar la experiencia del mal en lo más profundo del ser, “es ese mal que hacemos hacia los demás y a nosotros mismos”, apunta el Obispo, siendo la confesión el camino de la purificación del corazón y al confesarnos, “sentimos aire fresco en nuestro espíritu”.

Retomando el pasaje del leproso, cuenta que Jesús se sintió conmovido por el leproso rompe las reglas y lo toca, “Jesús frente al mal no tiene miedo de tocar y lo toca para purificarlo y no es el mal el que contagia a Dios”.

La autoridad eclesial advirtió que si la humanidad no cambia de actitud, especialmente en el corazón, se continuará en un “mar de maldad” que hundirá al ser humano, “ y queremos que Dios castigue a los malos, como si Dios estuviese para eso, pero es el Dios que nos hemos inventado nosotros , pegando una etiquetas hasta Dios y si la Iglesia no los condena, es porque se vuelve infiel a Dios, es el Dios de Jesucristo o es el Dios que has querido inventarte”, puntualizó Mons. Eugenio Coter.

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