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Monseñor Percy Galván: “Cuando entramos a la Iglesia, reforzamos nuestra fraternidad, fortalecemos nuestra unidad, crecemos en solidaridad y nos sentimos hijos de Dios”

Prensa CEB 2.6.2024.- Monseñor Percy Galván, arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, centro su reflexión en este domingo en la última solemnidad que festejó la Iglesia Católica, es decir, el Corpus Christi, explicando a los feligreses, mediante los Vasos Sagrados, la importancia en la vida de la fe que refiere el significado del Cuerpo y a Sangre del Señor, «por eso traje los vasos sagrados (patena, cáliz y copón) y todo se consagra sobre el corporal, es decir, donde se consagra el Cuerpo de Cristo, explicó.

El arzobispo aclaró, además, que tanto el pan y el vino, no es que representan el cuerpo y la sangre de Cristo, sino que “son” el cuerpo y la sangre del Señor, “este es el primer punto que tenemos que tener claro, no es que el pan representa el cuerpo de Cristo, Jesús dice ES mi cuerpo, esto debe estar claro queridos hermanos. Y cuando toma el Cáliz lleno de vino, dice el Señor, esta ES mi sangre, no dice, el vino simboliza mi sangre”.

Por lo que es una presencia real de Cristo en su cuerpo y en su sangre y tenemos esta certeza, porque Jesús el Hijo de Dios, lo dijo y desde ese momento compartimos con Jesús la “sagrada eucaristía”.

Aclaró que por esta razón se pide respeto en lo templos, a la Casa de Dios, “no es tanto por las imágenes y los decorados, es por la presencia real de Cristo, en su Cuerpo y en su Sangre”.

Monseñor Galván afirmó que las personas que comulgan los domingos, ya no tienen más hambre, ni necesidades, ni deseos, ya que el Señor sacia todas las expectativas, “y lo que único que deseo Señor, es permanecer junto a ti, y que tu sigas siendo ese alimento de esta vida, y de la vida eterna».

“En cambio, las personas que participamos de la eucaristía y seguimos deseando cosas, deseando cosas materiales, deseando poder deseando prestigio, dinero, inmuebles, vehículos, no hemos entendido, qué es participar de la santa misa”, reflexionó monseñor Galván.

 Aseguró que la gente se crea necesidades “innecesarias”, por ejemplo: “se entra a un supermercado, nos hemos comprado la mejor maquina de rasurar, sin tener un pelo en la barba”, graficó gozoso.

Por lo que reitera, el arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, que la presencia en la eucaristía debe saciar toda hambre y sed, “Señor, lo único que deseo, es que tu sigas siendo mi alimento de salvación eterna”, dijo.

Continuó con su explicación, tomando entre sus manos la ostia (pan), e indicando que el mismo se parte siendo la identificación de Cristo con su pueblo, “con nuestro sufrimiento, dolor, es sacrificarse para que nosotros alcancemos la salvación”.

“Jesús se parte, se sacrifica para solidarizarse con nuestro dolor, con nuestra enfermedad y nuestro sufrimiento, con nuestra pena, para esto se parte. No hay una vida que no tenga dolor, que no tenga sufrimiento, por eso Cristo asume la cruz”, exhortó.

 Ya en la conclusión de la homilía monseñor Galván dijo que no se debe buscar una vida sin dolor sin sufrimiento, sin pena, ya que no existe aquello, “pero sí tenemos a esta Cristo solidario, que se parte en su cuerpo para unirse en su sufrimiento, hacernos superar nuestro dolor y llevarnos a la salvación eterna, eso significa partir el cuerpo de Cristo”. El cuerpo de Cristo se reparte a todos y lo comulgamos todos y nos unimos todos, “por eso queridos hermanos, cuando entramos a la Iglesia, reforzamos nuestra fraternidad, fortalecemos nuestra unidad, crecemos en solidaridad y nos sentimos hijos de Dios», puntualizó.

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