Mons. Aurelio Pesoa: “El mundo no necesita la multiplicación de milagros, más bien necesita de signos de compasión y de amor”
Prensa CEB 28.07.24.- Desde la Catedral Santísima Trinidad, este domingo 28 de julio, el Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, Obispo del Vicariato Apostólico del Beni y Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, exhortó a los cristianos a ser signo de esperanza, vida, reconciliación y paz en nuestra sociedad, en el país y en un mundo lleno de “nubarrones confusos que se cierne sobre la humanidad”.
En su reflexión dominical sobre el Evangelio de Juan, que relata el milagro de la multiplicación de los panes y peces, el Mons. Pesoa habló sobre “la abundancia de la generosidad de Dios, que se hace realidad por medio de su Palabra que es el verdadero pan vida”, donde Jesús se revela como el enviado Dios, el anunciado por los Profetas. “Él quita el hambre de fe de cada generación humana. Representa el signo de la Eucaristía, la última Cena del Señor, lo más sagrado que tenemos los católicos”, enseñó.
La autoridad eclesial se refirió a la parodia de la Última Cena durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos París 2024: “Estos días, el memorial de la Cena del Señor ha sido motivo de burla y de blasfemia por gente que se dice educada, pero que corre por sus venas la sangre de la intolerancia y al mismo tiempo del odio a la Iglesia, que a pesar de sus pecados y miserias su palabra seguirá siendo escuchada”, afirmó y añadió que «la intolerancia de los tolerantes no tiene límites”, asegurando que con la intolerancia no se contribuye a la fraternidad humana.
“En estos tiempos de nubarrones confusos que se cierne sobre la humanidad, el mundo no necesita la multiplicación de milagros, más bien necesita de signos de compasión y de amor, los cristianos estamos llamados a ser personas que den signo esperanza y vida. Todos estamos llamados a imitar a Jesús, ser signos de reconciliación y paz entre hermanos, es lo que necesita nuestro mundo, nuestro país, nuestra sociedad”, señaló.
El Obispo Pesoa aseguró que el mundo sigue necesitando de nuestros cinco panes y los dos peces para alimentar a muchos hermanos con hambre: “Jesús necesita de nuestro tiempo para visitar a los enfermos y abandonados; Jesús necesita de nuestra palabra para consolar a los que sufren; Jesús necesita de nuestra fortaleza y valentía para denunciar aquellos, que en estos días se aprovechan de la necesidad de los otros; Jesús Necesita de la generosidad de todos, hombre y mujer de buena voluntad para construir un mundo en donde reine la paz, la justicia y la fraternidad. Hoy Jesús nos invita a reconocer que Él es el verdadero pan de vida y que se nos da en la Eucaristía”.
El Mons. Aurelio Pesoa animó a abrir el corazón a la verdadera conversión, al compartir con generosidad y redescubrir su presencia en Eucaristía y en todos los hermanos.
Domingo 17 tiempo ordinario (B)
«Él nos alimenta con el Pan de su Palabra»
Jn. 6, 1-15
28.07.2024
1.- La multiplicación de los panes nos remite a la abundancia de la generosidad de Dios, que se hace realidad por medio de su Palabra que es el verdadero pan vida, el verdadero alimento para el pueblo de Dios.
La lectura del Evangelio de san Juan nos trae el recuerdo, de lo narrado en el libro del Éxodo, la travesía del pueblo Israel en el desierto, guiado por Moisés, pide a Dios que le de comida. En el Evangelio la escena es parecida, pero no en desierto estéril, sino en las fértiles riberas del lago Tiberiades.
La diferencia entre los dos relatos es que: en el libro del Éxodo es la narración de un pueblo que salió de Egipto en busca de su libertad, tiene habrá de pan. En el Evangelio es un pueblo que busca al Profeta, Jesús de Nazaret que tiene hambre de las palabras que dan la vida eterna.
El Evangelio nos relata el milagro de la multiplicación de los panes, que se realiza en las palabras de Jesús: «Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados» el signo es una invitación e interpretación de la Eucaristía. Es el momento en que reconocen a Jesús el Profeta que esperaba el pueblo judío, es más, intentan proclamarlo rey.
2.- En el milagro de la multiplicación de los panes Jesús se revela como el enviado Dios, el anunciado por los Profetas desde antiguos. Él quita el hambre de fe de cada generación humana. Representa el signo de la Eucaristía, la última Cena del Señor lo más sagrado que tenemos los católicos.
Estos días, el memorial de la Cena del Señor, ha sido motivo de burla y de blasfemia por gente que se dice educada, pero que corre por sus venas la sangre de la intolerancia y al mismo tiempo del odio a la Iglesia, que a pesar de sus pecados y miserias su palabra seguirá siendo escuchada. «La intolerancia de los tolerantes no tiene límites”, decía una de las críticas, porque con la intolerancia no se contribuye a la fraternidad humana.
En estos tiempos de nubarrones confusos que se cierne sobre la humanidad, el mundo no necesita la multiplicación de milagros, más bien necesita de signos de compasión y de amor, los cristianos estamos llamados a ser personas que den signo esperanza y vida. Todos estamos llamados a imitar a Jesús, ser signos de reconciliación y paz entre hermanos, es lo que necesita nuestro mundo, nuestro país, nuestra sociedad.
3.- Jesús sigue necesitando de nuestros cinco panes y los dos peces para alimentar a muchos hermanos con hambre. Jesús necesita de nuestro tiempo para visitar a los enfermos y abandonados; Jesús necesita de nuestra palabra para consolar a los que sufren; Jesús necesita de nuestra fortaleza y valentía para denunciar aquellos, qué en estos días, se aprovechan de la necesidad de los otros; Jesús Necesita de la generosidad de todos, hombre y mujer de buena voluntad para construir un mundo en donde reine la paz, la justicia y la fraternidad. Hoy Jesús nos invita a reconocer que Él es el verdadero pan de vida y que se nos da en la Eucaristía.
Recordemos que es en la Iglesia, fundada por Jesucristo, en donde se multiplica su presencia, en el pan de la Palabra y de la Eucaristía. A pesar de su pecado, es en la Iglesia en donde vemos los signos de Jesús, por eso le alabamos, le seguimos y nos quedamos con Él. En la Iglesia se nos recuerda que alimentar al hambriento es una responsabilidad de todo bautizado.
Para que en nuestros días haya multiplicación de los panes, es necesario que Jesús conmueva nuestros corazones. como lo hizo al multiplicar el corazón con el acto de generosidad de aquel joven que había viajado con su merienda, que había seguido a Jesús con su merienda.
Abrir el corazón es la verdadera conversión y el compartir debería ser la consecuencia de la apertura del corazón a la generosidad y a la verdadera compasión. Pues compartir debería ser un signo de la fe y de la vida verdadera, aquella que Jesús nos predica, aquella que Jesús nos invita a predicar también. El Dios de la paz, el Dios hecho Eucaristía nos conceda a cada uno de nosotros hoy, redescubrirlo y redescubrir su presencia en Eucaristía y en todos los hermanos. Así sea.