Mons. Stanislaw Dowlaszewicz: “La riqueza no define nuestra humanidad, ni nuestra empatía”
Prensa CEB 13.10.2024.- Mons. Stanislaw Dowlaszewicz, obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, manifestó en su homilía de hoy, que el futuro del hombre no está garantizado solo por la economía, ni las posesiones o las riquezas, pero que cobra sentido, cuando se lo distribuye, equitativamente.
Desde la Catedral basílica menor de San Lorenzo Mártir de esa ciudad, monseñor Stanislaw introdujo su homilía desde el Evangelio de este domingo (Marcos 10, 14-30) “vende lo que tienes y sígueme”
“Las palabras del evangelio de hoy probablemente en este punto nosotros mismos empecemos a reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Cómo observo los mandamientos de Dios? ¿Cómo es mi vida?, indicó.
Recordó que en el Evangelio Jesús le pide al joven rico que lo siga dejando atrás toda su riqueza, “Ve, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo. Entonces ven y sígueme, pero este joven no lo sigue y se fue triste porque tenía muchos bienes”, comentó
El obispo auxiliar de Santa Cruz afirmó también que, Jesús estaba interesado en enseñar la salvación y la felicidad, en donde el futuro del hombre no está garantizado solo por la economía, las posesiones o las riquezas. Todo eso tiene su sentido cuando se distribuyen equitativamente”.
Destacó que Jesús no condena la riqueza, ni al rico, sino que condena la acumulación de las mismas en manos de unos pocos, “el tesoro en el cielo se adquiere con la generosidad, con la solidaridad, la justicia”, dijo.
“Compartir con los empobrecidos es compartir con el mismo Dios. Jesús hizo reflexionar al joven rico, quien cayó en la cuenta sobre en quién había puesto su confianza y compartiendo su futuro y felicidad en acumular riqueza”, comentó monseñor Stanislaw.
Evocó al Papa Francisco en la exhortación “Evangelii Gaudium” que apunta a un mundo globalizado, pero al mismo tiempo insensible, que ve el consumo y su propio bienestar, para una economía de la exclusión, es decir, que favorece solo a los ricos y empuja a los marginados de la sociedad a ser más pobres. “No a la desigualdad social, que siempre engendra la violencia”, reflexionó.
“(…) no por la corrupción que está tan arraigada en muchos países, en los ámbitos gubernamentales, entre los empresarios y en las instituciones. Y muchas veces nosotros lo sufrimos y cómo se ve todo en nuestras vidas, o no”.
“ Queridos hermanos, la riqueza no define nuestra humanidad ni nuestra empatía”, aseguró.
Manifestó además que el problema no es la riqueza en sí, sino cómo nosotros nos relacionamos con ella, aconsejó liberarse del apego excesivo a los bienes materiales para mantenernos abiertos, serviciales y alegres en la vida.
“Cuanto más haya ayudado a los necesitados, más acceso tendrás a la felicidad eterna en el cielo. Y la lógica del evangelio nos dice que más nos preocupemos por acumular tesoro en el cielo y no en la tierra”, recordó.
El obispo terminó su reflexión indicando que la riqueza no tiene que ser material y que vale la pena recordar que se debe permitir que la prosperidad material oscurece el objetivo más importante de la vida, que es el camino al cielo.