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El obispo de Aiquile solicita practicar en esta Navidad:  La honestidad, la justicia, la solidaridad y la caridad.

Prensa CEB 15.12.2024.- En su homilía del Tercer Domingo de Adviento, conocido también como «Gaudete» o «domingo de la alegría», Monseñor Jorge Herbas, Obispo de la Prelatura de Aiquile, solicitó a sus feligreses prepara la Navidad ejercitando la honestidad, la justicia, la solidaridad y la caridad, es decir, ser personas honradas.

Desde la Catedral San Pedro, “Virgen de la Candelaria”, Monseñor Herbas comenzó recordando que el Adviento es un tiempo de esperanza y preparación, donde la alegría ocupa un lugar central, “el tercer domingo de Adviento nos invita a experimentar una alegría auténtica, no aquella que se basa en bienes materiales o placeres pasajeros, sino la alegría que surge del encuentro con Dios y de vivir en comunión con los demás”, afirmó.

Refiriéndose al profeta Sofonías, Monseñor destacó cómo esta llama al pueblo de Israel a “gritar de alegría” y a “regocijarse de todo corazón” porque Dios está en medio de ellos. En este contexto, el Obispo subrayó que la alegría cristiana es una experiencia íntima que se vive en la certeza de que Dios no abandona a su pueblo, incluso en los momentos más difíciles, “Dios es un guerrero victorioso que lucha por nosotros y nos da la fortaleza para superar los conflictos y las adversidades”, explicó.

El Obispo de Aiquile, invitó a los fieles a preguntarse cuándo experimentan alegría y destacó que, desde la fe, esta no es un mero razonamiento intelectual, sino una experiencia de vida que nace del amor de Dios, “la alegría es más plena cuando se comparte. Por eso, en este tiempo de Adviento, somos llamados a vivir la solidaridad con los más necesitados, a compartir lo que tenemos y a transformar nuestras acciones en gestos concretos de amor y justicia”, dijo.

Preparación y conversión: el camino hacia la Navidad

Refiriéndose al Evangelio de Lucas, Monseñor Herbas recordó la figura de San Juan Bautista, quien llama al pueblo a la conversión como preparación para la venida del Mesías. Señaló que la preparación para la Navidad no debe centrarse únicamente en celebraciones externas o rituales, sino en un cambio profundo del corazón, “cuando nos preparamos con sinceridad, abriendo nuestro corazón al Señor y buscando su voluntad, experimentamos una alegría más auténtica y duradera”, afirmó.

El Obispo destacó tres grupos mencionados en el Evangelio que, al preguntar “¿qué debemos hacer?”, reciben de Juan el Bautista respuestas claras y prácticas. A los que tienen más de lo necesario, los invita a compartir con quienes carecen; a los publicanos, los exhorta a actuar con honestidad y a no exigir más de lo justo; y a los soldados, los llama a evitar la corrupción y a contentarse con lo que reciben, “estas enseñanzas nos recuerdan que la conversión se refleja en actos concretos de solidaridad, justicia y caridad, valores que deben guiar nuestra preparación para el nacimiento del Salvador”, señaló.

La alegría del perdón y la gratitud

Monseñor Herbas también subrayó la importancia del sacramento de la reconciliación como medio para experimentar la alegría del perdón, “cuando confesamos nuestros pecados y recibimos la absolución, experimentamos el amor misericordioso de Dios, que no nos trata según nuestros méritos, sino con un amor que supera nuestras culpas”, afirmó.

Asimismo, llamó a los fieles a cultivar una actitud de gratitud. “La oración en el Adviento debe incluir tanto súplica como acción de gracias. Recordemos los favores recibidos de Dios y seamos agradecidos por las bendiciones cotidianas, como el alimento y el sustento diario”, expresó.

Una alegría que se comparte

El Obispo concluyó su homilía con un llamado a vivir una fe comprometida y transformadora: “La alegría verdadera no es para guardarla, sino para compartirla. Es una alegría que se refleja en nuestras actitudes, en nuestra manera de relacionarnos con los demás y en nuestra capacidad de construir paz y esperanza en nuestro entorno”, dijo.

Finalmente, Monseñor Herbas animó a los fieles a preparar su corazón para recibir a Jesús en la Navidad, recordando que esta celebración trasciende las luces, los regalos y las comidas, “la verdadera alegría navideña nace del encuentro con el Emmanuel, Dios con nosotros, quien viene no a condenarnos, sino a salvarnos y a darnos vida en abundancia”, concluyó.

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