Se inauguró el Año Jubilar en la Diócesis de San Ignacio de Velasco

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Se inauguró el Año Jubilar en la Diócesis de San Ignacio de Velasco

Prensa CEB 3.02.2025. Mons. Robert Flock, Obispo de la diócesis de San Ignacio de Velasco, fue el encargado de la ceremonia de Apertura de la Puerta Santa, para inaugurar el Año Jubilar 2025 en esta jurisdicción, jubileo que la Iglesia universal celebra cada 25 años.

La Santa Misa fue presidida por Mons. Fermín Sosa, Nuncio Apostólico en Bolivia y concelebrada por Obispos y Sacerdotes de Austria, Korea, El Congo, además de la presencia del clero diocesano local.

Mons. Fermín, en su homilía destacó la vida y misión de la Vida Consagrada dedicando algunas palabras para ellos: “Que bello son los pasos de Dios, que bellos son los pasos del mensajero que trae el mensaje del Señor. Qué bellos son los pasos del mensajero que trae la Palabra de Dios”. “Hoy, en este día en el cual celebramos la Jornada de la Vida Consagrada, con estas palabras quiero saludar y felicitar a todos los religiosos y religiosas, que nos acompañan aquí y a los que no pudieron venir, porque hoy es un día muy bonito para ellos, un día en el cual, el Señor los bendice, los fortifica, los vivifica y los santifica, porque esos son los pasos de los mensajeros que han llegado a esta tierra, continúan a traer la Buena Nueva del Señor. Y continúan fervientemente y no solamente es una continuación del mensaje de Dios, sino, es una continuación de la bendición de Dios. El Señor nos bendice con sus mensajeros.”

También mencionó a Mons. Robert Flock, con las siguientes palabras: “Hoy también celebramos una fiesta bonita de aniversario, 8 años de que Mons.Robert tomó posesión de esta hermosa diócesis y es su pastor, es ese mensajero que Dios les ha traído hasta aquí.”

Aludió a los fieles presentes en la Eucaristía: “Ahora que yo estaba parado esperando que todos ustedes entraran, me venían esas palabras tan bellas, o esa imagen tan bella en la cual el pueblo de Dios se encamina hacia la casa del Padre. Es lo que, sin que ustedes se dieran cuenta, ustedes lo hicieron. Cuando se abren las puertas de la Catedral y todos ustedes entran, sin darse cuenta, van caminando como peregrinos hacia la casa del Padre. Pero este año tiene una connotación especial, porque no van ahora como simples peregrinos, sino que el Papa nos ha invitado y nos ha llamado a que seamos “Peregrinos de la esperanza” y en ese peregrinar, yo también cuando llegué el año pasado a estas tierras, dije, “yo vengo como peregrino”. El Papa me guía aquí como peregrino y ahora como peregrino de la esperanza, para traer el saludo afectuoso, para traer el abrazo amoroso y las bendiciones del Papa Francisco, para que ustedes se sientan unidos a él, a través de sus pastores. Hoy, aunque ustedes no se den cuenta, la Iglesia universal se hace presente no solamente en mi persona como representante del Papa, que es representante de la iglesia universal, de la Iglesia católica, sino que aquí, estamos representando a cuatro continentes: el Asiático, con los representantes de la iglesia de Korea, el Africano con los representantes de la iglesia de El Congo, de Europa con los representantes de la iglesia de Salzburgo (Austria) y nosotros aquí estamos representando a nuestra Iglesia del continente Americano. Qué bello, hermanos. Qué bello es vivir esta unidad y esta fe profunda en nuestro Señor», manifestó.

Antes de la Bendición Final, el Presidente del Concejo Municipal, Lic. Cristian Méndez Roca, a nombre del Municipio, entregó reconocimientos a autoridades eclesiásticas de las delegaciones visitantes de Austria, Korea, El Congo y al Nuncio Apostólico.

Al finalizar la Misa, se realizó una procesión con la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, alrededor de la plaza “31 de julio”.

Reporte: Adan Chavarría
Fotos: Maria Rosario Franco

Diócesis de San Ignacio de Velasco

HOMILÍA MONS.FERMÍN SOSA, NUNCIO APOSTÓLICO EN BOLIVIA
(San Ignacio de Velasco, 2 de febrero del 2025)

“Que bello son los pasos de Dios, que bellos son los pasos del mensajero que trae el mensaje del Señor. Qué bellos son los pasos del mensajero que trae la Palabra de Dios”.

Hoy, en este día en el cual celebramos la Jornada de la Vida Consagrada, con estas palabras quiero saludar y felicitar a todos los religiosos y religiosas, que nos acompañan aquí y a los que no pudieron venir, porque hoy es un día muy bonito para ellos, un día en el cual, el Señor los bendice, los fortifica, los vivifica y los santifica, porque esos son los pasos de los mensajeros que han llegado a esta tierra, continúan a traer la Buena Nueva del Señor. Y continúan fervientemente y no solamente es una continuación del mensaje de Dios, sino, es una continuación de la bendición de Dios. El Señor nos bendice con sus mensajeros. Y el primer mensajero ¿quién fue? El que Dios Padre envía directamente a través de María: Jesucristo. Y es por eso que la Lectura del profeta Malaquías, cuando él habla “yo envío a mí mensajero”, se refiere precisamente a Cristo. Y es a través de Cristo que alguno de entre ustedes, del pueblo de Dios, sale de este pueblo, para consagrarse al Señor.

Hoy también celebramos una fiesta bonita de aniversario, 8 años de que Mons.Robert tomó posesión de esta hermosa diócesis y es su pastor, es ese mensajero que Dios les ha traído hasta aquí.
Y también celebramos aquí, aunque ya se inició en Roma, el Año Jubilar. Ese año de gracia, que cada 25 años, como se dijo al inicio, los Papas nos invitan a reflexionar sobre nuestra vida espiritual, más fuertemente, ciertamente cada año, todos los días nosotros debemos reflexionar sobre nuestra vida espiritual. Pero este año jubilar, no solamente se trata de mí, sino se trata de “nosotros” como comunidad, como pueblo de Dios, pueblo de Dios que camina hacia la casa del Señor.

Ahora que yo estaba parado esperando que todos ustedes entraran, me venían esas palabras tan bellas, o esa imagen tan bella en la cual el pueblo de Dios se encamina hacia la casa del Padre. Es lo que, sin que ustedes se dieran cuenta, ustedes lo hicieron. Cuando se abren las puertas de la Catedral y todos ustedes entran, sin darse cuenta, van caminando como peregrinos hacia la casa del Padre. Pero este año tiene una connotación especial, porque no van ahora como simples peregrinos, sino que el Papa nos ha invitado y nos ha llamado a que seamos “Peregrinos de la esperanza” y en ese peregrinar, yo también cuando llegué el año pasado a estas tierras, dije, “yo vengo como peregrino”. El Papa me guía aquí como peregrino y ahora como peregrino de la esperanza, para traer el saludo afectuoso, para traer el abrazo amoroso y las bendiciones del Papa Francisco, para que ustedes se sientan unidos a él, a través de sus pastores. Hoy, aunque ustedes no se den cuenta, la iglesia universal se hace presente no solamente en mi persona como representante del Papa, que es representante de la iglesia universal, de la iglesia católica, sino que aquí, estamos representando a cuatro continentes: el Asiático, con los representantes de la iglesia de Korea, el Africano con los representantes de la iglesia de El Congo, de Europa con los representantes de la iglesia de Salzburgo (Austria) y nosotros aquí estamos representando a nuestra iglesia del continente Americano. Qué bello, hermanos. Qué bello es vivir esta unidad y esta fe profunda en nuestro Señor. La segunda lectura nos habla precisamente de esto. ¿Qué nos dice la segunda lectura? Al inicio, “Ya que los hijos tienen la misma sangre y una misma carne, Jesús también debía participar de esta condición”. Jesús que se hace carne, que se hace sangre y para ser de la misma condición de nosotros y a través de esta condición todos nosotros somos hermanos. No somos enemigos. Somos hermanos de una misma carne, de una misma sangre. Aquellos que digan que somos enemigos, nosotros católicos no somos enemigos de nadie. Y aquellos que te digan “tú eres enemigo”, eso no viene de Dios. Porque precisamente Cristo ha venido a unirnos como hermanos. Es verdad que entre los hermanos hay discordia, es verdad que entre los hermanos hay discusiones, es verdad que entre los hermanos hay diferentes puntos de vista. Pero es eso, diferentes puntos de vista, no enemistad. Porque es a través del diálogo fructuoso, amoroso y sobre todo bien intencionado, que nosotros podremos caminar juntos como pueblo de Dios. Y es así también como nosotros, podremos caminar juntos como comunidad.

Ustedes, la mayoría tal vez, vive aquí en esta hermosa ciudad, en este hermoso municipio o vienen de otros. Ustedes se conocen mutuamente. Muchas veces al conocernos demasiado, es allá donde empiezan ciertas diferencias, pero la diferencia no nos debe de ahuyentar. La diferencia no nos debe de asustar, sino al contrario, nos debe motivar, para que podamos caminar juntos, las diferencias que tenemos en los diferentes pensamientos, podamos encontrar un pensamiento unidos, mutuo, que podamos vivir en armonía. Pero, ¿cómo vivimos en armonía? ¿solamente así? ¿solamente con nuestro propio pensamiento que lo yo digo, lo que yo hago es lo que vale? Uy… atención, cuidado con este tipo de actitud, porque entonces, yo no estaría manifestándome como un hermano, sino que estaría imponiéndome y la imposición, a veces, es un peligro latente de división. Por eso nosotros los católicos para no caer en ello, tenemos a alguien que es superior a nosotros, pero que se hizo como nosotros: a Cristo. Cuando nosotros tenemos los pensamientos de Cristo, vamos a buscar siempre el bien común, no solamente mí bien. El bien común significa, el bien de la comunidad, el bien de todos. Y cuando yo hago bien al otro, me hago bien a mí mismo. Y cuando el otro es feliz, me da felicidad. Es por allá, que Jesucristo nos dice “yo no he venido a ser servido, sino a servir”. “y no hay mayor alegría que el servicio”, lo dice Jesucristo, porque el servicio hace grande al espíritu. Y es allá, hermanos, que nosotros como cristianos, como católicos, buscamos siempre que nuestra mente, que nuestros actos, que nuestras palabras estén acordes a la doctrina de Jesucristo.

Hoy celebramos una fiesta litúrgica muy bella, 40 días después del nacimiento de Jesús que hacemos la presentación del niño, la Presentación de Jesús al templo. Una tradición judía hermosísima, que en todos los países donde yo he estado, he visto que algunas comunidades realizan, que cuando sus hijos cumplen 3 años de edad, se lo presentan al Señor. Yo no sé si esta tradición hay aquí en Bolivia, en esta diócesis. Pero es algo hermosísimo, cuando el niño va a cumplir 3 años, los papás llevan a la iglesia y dicen al sacerdote “quiero presentar a mi hijo ante el Señor, para que lo bendiga, para que lo guíe” y esa presentación del Señor siempre está unida a las velas. Cuando entramos todos teníamos nuestra vela encendida. Y hoy también se celebra a la Virgen de la Candelaria. ¿De dónde viene esta palabra de Candelaria?: de Candela. Y es por eso que la imagen de la virgen tiene a Jesucristo en una mano y tiene una veladora en la otra. Es para mostrarles esta luz, no es una luz cualquiera, es Jesucristo. Él, es el que ilumina los corazones, las mentes, las ideas, los pensamientos, el corazón, las obras. Si ustedes pudieran darse cuenta, cuando hay luz no hay necesidad de vela, porque hoy prendimos las velas pero no iluminó nada, porque hoy el gran sol que nos ilumina y nos representa a Cristo está ahí. ¿Cuándo nosotros necesitamos encender esta vela? Ahí donde hay oscuridad de pensamiento, oscuridad de intenciones, oscuridad del corazón. Es ahí donde Cristo nos va iluminar más intensamente. Pero hay algo hermanos, que Cristo nos da la libertad de escoger, si queremos nosotros vivir en esta luz o vivir en las tinieblas. Solo hay algo importante que hacer, ¿cuál es? simple y sencillamente, hacer lo mismo que hoy hemos hecho con las puertas principales de la Catedral, ¿qué fue?: Abrirlas. Y abrir de par en par nuestro corazón a Jesucristo, nuestro corazón, porque esas puertas que hemos nosotros abiertos, son esas puertas de nuestro corazón en el cual le decimos a Jesucristo “Señor, yo quiero que tú vivas en mí, yo quiero tú vivas en mi casa, yo quiero que tú vivas en mi comunidad”, y por eso predico no solamente con palabras, sino también con mis obras de que tu eres el rey. Al inicio decíamos y escuchábamos “muéstranos el camino para ir al Padre” y Cristo dice “yo soy el camino, la verdad y la vida. El que viene a mí no perecerá”.

Querido hermanos, con estas palabras quiero motivarles a ustedes de que, así como Cristo vino como peregrino al mundo, para traernos la esperanza y vivir en unión, en comunión, y así él nos transmite a través de los pastores a todos nosotros y a través de los peregrinos de la esperanza, los religiosos, a que ustedes también tomen su responsabilidad dentro de la comunidad, dentro de la comunidad cristiana, dentro de su comunidad, para que caminemos juntos en esta misma esperanza, que es la esperanza de vivir en Cristo. Ustedes queridos hermanos, tienen una muy, muy, grande responsabilidad en su comunidad y no solamente estoy hablando a los que tienen una responsabilidad mayor dentro de la comunidad, estoy hablando de todos, cada uno según donde está viviendo, en su propia condición. Queridos hermanos, no somos enemigos, somos hermanos y como hermanos caminemos juntos hacia la casa del Padre. Hoy ustedes, está recibiendo la indulgencia plenaria, porque al abrir la puerta santa es un monto de gracia. ¿Ahora que les queda hacer?, confesarse y rezar por las intenciones del santo Padre, por el Papa Francisco, para que esa gracia que baja del cielo, así como esta lluvia que baña las praderas, que baña también los árboles para que se pongan frondosos, así también la gracia de Dios descienda del cielo y ustedes sean frondosos y se pueda ver en cada uno de ustedes, esa bondad que nace del cielo. Dios los bendiga a todos, Dios les de la fortaleza de seguir viviendo en sus comunidades con esta alegría, pero sobre todo Dios bendiga sus corazones y a cada uno de su familia. Así sea.