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“P. Fernando vivió mostrando cómo fe y ciencia no son contrapuestas, sino que son dos caras de la misma medalla” Mons. Sergio Gualberti
Prensa CEB 17.02.2025. El arzobispo Emérito de Santa Cruz de la Sierra, Mons. Sergio Gualberti Calandrina, presidió la Misa de Exequias de P. Fernando Cabrero en la Parroquia Universitaria Sagrado Corazón de María que el 9 de junio de 2024 fuera bendecida e inaugurada y P. Fernando Cabrero posesionado como primer párroco.
P. Fernando Cabrero Fernández, falleció cuando era trasladado a su tierra natal para recibir atención médica especializada. La familia Cabrero Fernández en España, honró la memoria y voluntad expresa de P. Fernando de que sus restos mortales descansen en su amada Santa Cruz de la Sierra – Bolivia, tierra en la que hizo trabajo misionero por más de 30 años.
Homilía de Mons. Sergio Gualberti
Arzobispo Emérito de Santa Cruz de la Sierra
Entre el dolor y la esperanza: un adiós con gratitud
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“Estos sentimientos son humanos ante la pérdida de un sacerdote conocido, un amigo estimado y amado.”
Esta mañana, sentimientos encontrados:
- Por un lado, la tristeza y el dolor por la muerte repentina del P. Fernando, que inunda a la familia, las amistades, los sacerdotes y toda nuestra Iglesia. Estos sentimientos son humanos ante la pérdida de un sacerdote conocido, un amigo estimado y amado.
- Por otro, como personas de esperanza, en este año del Jubileo de la esperanza, y con una mirada de fe en Cristo Resucitado, brotan sentimientos de gratitud a Dios por la vida y el ministerio del P. Fernando en la Iglesia Santa Cruz, como misionero que ha dejado su tierra e Iglesia natal y ha optado por nuestra Iglesia y país. Él ha pedido expresamente que sus cenizas volvieran a Santa Cruz; se sentía parte en pleno de esta comunidad.
Un sacerdote fiel y servidor generoso
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“Se dedicó al servicio generoso de la Iglesia y del Evangelio.”
Un hombre con grandes dones intelectuales, muy preparado en ciencias humanas y teológicas, pero sencillo, cercano a todos y siempre dispuesto a tender su mano.
Lo que ha dado unidad a toda su vida: la fidelidad a la vocación bautismal y sacerdotal, colaborando con la gracia recibida.
Elegido como sacerdote, a imagen de Cristo sumo y eterno sacerdote, se dedicó al servicio generoso de la Iglesia y del Evangelio.
Un sí constante al servicio de la Iglesia
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“Él nunca ha dicho no a los servicios que la Iglesia le pidió asumir.”
Él nunca ha dicho no a los servicios que la Iglesia le pidió asumir: como Vicario de la Pastoral Arquidiocesana, responsable de la Pastoral Universitaria, en particular de la Universidad Católica Boliviana, miembro del Consejo Episcopal, responsable del equipo formador de los diáconos permanentes y párroco de esta comunidad parroquial.
Un Ministerio iluminado por la Palabra y el conocimiento
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“Fe y ciencia no son contrapuestas, sino que son dos caras de la misma medalla”
Su ministerio ha sido marcado por el profundo amor a la Palabra, como fiel servidor de la palabra, en el seminario y en la universidad, mostrando cómo fe y ciencia no son contrapuestas, sino que son dos caras de la misma medalla, y que se complementan y nos hacen personas maduras en la fe y realizadas humanamente.
P. Fernando: Un testigo luminoso de las bienaventuranzas
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“Solo en Cristo podemos ser felices”
Ha vivido su ministerio convencido de que solo en Cristo podemos ser felices. El P. Fernando ha sido testigo luminoso de las bienaventuranzas, el paradigma de toda su vida. En su labor cotidiana ha buscado transparentarlas con:
- Fidelidad.
- Coherencia: su actuación siempre en línea con su pensamiento.
- Humildad: no buscaba aparecer, ni hacía lucir su preparación intelectual, teológica, pastoral y bíblica, sino que apareciera Cristo en su actuar.
- Tenacidad: un trabajador incansable y siempre disponible.
Del umbral terrenal a la luz eterna
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“Fulgurando por la luz que nunca mengua”
Tenemos la firme esperanza de que él ya ha franqueado el umbral de la vida terrenal, una vida que, como para todos los humanos, a menudo está marcada por el sufrimiento, la duda, el temor y la incertidumbre, para ser fulgurado por la luz que nunca mengua y gozar de la vida plena y feliz en Dios.
Un legado de fe y esperanza
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“Aspirar más arriba, a la vida en Dios que no tiene fin”
Todos nosotros hemos tenido la gracia de conocerlo, y tenemos alguna palabra, algún gesto o testimonio que ha llegado a nuestro corazón. Custodiémoslo con afecto y cariño.
He tenido la gracia de Dios de estar cercano a él en los últimos días antes del viaje a España, y llevarle el Viático, la comunión con el cuerpo de Cristo, que alimenta nuestro caminar como cristianos por las vías del mundo y, para él, hacia el encuentro definitivo con el Señor. Él vivía esos momentos con mucha devoción y carisma, participando en las oraciones con una voz débil y apenas oíble, pero con una expresión de paz.
En este momento, él nos está pidiendo abrir nuestros horizontes humanos y temporales, y aspirar más arriba, a la vida en Dios que no tiene fin.
La esperanza en la victoria del Resucitado
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“Que todos podamos salir de nuestros sepulcros y tengamos la dicha de llegar exultantes a la fiesta de los bienaventurados.”
A poner nuestra mirada y esperanza en el Resucitado: Él que salió victorioso de su sepulcro y que tiene el poder para que todos podamos salir de nuestros sepulcros y tengamos la dicha de llegar exultantes a la fiesta de los bienaventurados, la fiesta que no tiene fin.
A este propósito les comparto unas palabras, aunque no muy literales, pero muy queridas por mí, de un canto negro espiritual del tiempo de los esclavos de Norteamérica, que se inspira en el libro del Apocalipsis (7,9): “Y cuando la gran multitud llegue al cielo, ojalá haya un campito también para mí”. Amén.
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Fuente: https://campanas.iglesiasantacruz.org/