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Mons. Eugenio Coter reflexiona que si condenamos a otros sin mirar nuestras propias faltas, nos estamos condenando a nosotros mismos

Prensa CEB 6.04.2025. Mons. Eugenio Coter, obispo del Vicariato Apostólico de Pando, en su homilía del Domingo 5 de Cuaresma compartió su interpretación del Evangelio centrado en el encuentro entre Jesús y la mujer adúltera, el obispo destacó la relevancia histórica y teológica del pasaje, subrayando cómo este texto desafió a las primeras comunidades cristianas y continúa siendo un llamado a la conciencia en el presente.

El prelado enfatizó que el Evangelio no busca destacar el pecado de la mujer, sino la maldad y la hipocresía de quienes la llevaron ante Jesús. «¿Dónde está el hombre?», cuestionó Monseñor, aludiendo a que la Ley de Moisés ordenaba lapidar tanto al hombre como a la mujer sorprendidos en adulterio. Señaló cómo los hombres, a menudo, son responsables de escribir e imponer las leyes, pero se eximen de cumplirlas mientras castigan severamente a las mujeres.

Mons. Coter subrayó que Jesús no justificó el adulterio ni lo minimizó, pero dejó claro que ningún pecado justifica quitarle la vida a otra persona. En un gesto cargado de simbolismo, Jesús escribió con el dedo en el suelo, evocando cómo Dios escribió los mandamientos en piedra. Este acto silencioso obligó a los acusadores a confrontar su propia conciencia y reconocer que también eran pecadores.

«Todo pecado es una traición al amor», afirmó el obispo, destacando que quienes querían condenar a la mujer eran más culpables por su corrupción y manipulación. Al final, solo quedaron Jesús y la mujer: «la misericordia frente a quien necesita misericordia».

Concluyó señalando que este evangelio sigue siendo profundamente relevante hoy en día. Denunció las actitudes “hipócritas y corruptas” en diversos ámbitos sociales, desde linchamientos hasta movimientos políticos manipulados por intereses personales. «Es un texto provocante porque nos confronta con nuestra conciencia», afirmó.

Invitó a los fieles a reflexionar sobre su propia vida y sus actitudes hacia los demás, pues si condenamos a otros sin mirar nuestras propias faltas, nos estamos condenando a nosotros mismos. Con este mensaje, Mons. Coter llamó a vivir con coherencia el Evangelio de la misericordia y a dejar atrás actitudes destructivas que dividen familias, comunidades y sociedades enteras.

Video gentileza: Radio San Miguel

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