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«Seamos anunciadores con alegría y gozo» exhortó Mons. Aparicio

Prensa CEB 25.08.2025. El Arzobispo de Cochabamba, Mons. Oscar Aparicio exhorto hoy a los fieles a ser anunciadores de la salvación con alegría; convertidos en el Señor, podamos ser anunciadores de la salvación. Caminemos hacia la montaña. Que estas devociones nuestras, a San Joaquín, a Santana, que nuestras devociones nuestras a la Asunta de los Cielos en la Advocación de Urcupiña, en la Advocación de la Bella, nos conduzcan también a esta fidelidad para pasar por esta puerta estrecha y seamos con alegría y gozo anunciadores de la buena noticia, dijo durante su homilía dominical.

Se trata de vivir bien nuestro ser católico. Se trata de vivir bien aquello que el Señor nos ha regalado. Se trata de ser luz también que anuncia esta buena noticia a todo el mundo, a todo el género humano, sobre todo y comenzando por nuestro entorno, que es lo más difícil, ¿no es cierto? A nuestro entorno, porque nos conocen, porque saben quiénes somos, porque saben dónde nos aprieta el zapato, resaltó.

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

DOMINGO 24 DE AGOSTO

 Muy amados hermanos y hermanas, me gustaría en primer lugar traer a la reflexión de ustedes esto que ya de alguna manera se ha dicho al inicio, la universalidad de la Iglesia, la comunión que puede existir, debe existir en esta Iglesia en todo el mundo, ha sido la convocación de alguna manera inicial ya de participar nuestra Eucaristía, nuestra Asamblea, no es solo un punto aislado sino más bien es algo en concreto y del conjunto de toda la Iglesia, es un motivo fundamental. Estamos en comunión con la Iglesia Universal, por eso somos católicos. Lo católico tiene esta perspectiva, diríamos que en doble pie, uno es el hecho concreto de que estamos en comunión con los demás, somos bautizados, creyentes, somos el pueblo de Dios, el nuevo pueblo de Dios constituido por Jesucristo y que tiene esta peculiaridad de justamente estar en comunión con todas las Iglesias del mundo entero.

Pero por otro lado, el segundo pie, diríamos así, es que como Iglesia, como este pueblo de Dios participa de la misión del Señor y por tanto nuestra misión también es el anuncio universal a todos. ¿La buena noticia en qué consiste? Lo que dice el Salmo. Consiste en que Dios ha venido al mundo y ha venido a salvar al género humano.

 Una misión entonces prioritaria, principal de la Iglesia es que este Evangelio, esta buena noticia, este anuncio de salvación, este hecho de que Jesucristo está presente llegue a todo ser humano, a todo el género humano. Por eso no es que hacemos tampoco proselitismo, no se trata que todos tengan que entrar a la Iglesia Católica y todos tengan que profesar esta misma doctrina. Se trata propiamente en esta misión de que ha extendido la buena noticia de Dios y de Jesucristo para todo el mundo.

Bicentenario de las parroquias Santa Ana de Cala Cala y San Joaquín de Jaihuayco

En la universalidad consiste en todo esto. Diríamos que localmente también para nosotros es que podemos estar en comunión, diríamos también, con lo que es propio nuestro caminar de Iglesia. Cierto que a nivel de Iglesia Universal estamos en el año jubilar, somos peregrinos de esperanza junto con todos los hermanos y hermanas del mundo entero.

Aquí en Cochabamba tenemos algo muy particular este tiempo, el bicentenario de las parroquias Santana de Cala Cala y San Joaquín de Jaihuayco, al norte y al sur. Hace 200 años han sido creadas estas parroquias. Vean que estamos en el bicentenario y por tanto en comunión con todo lo que puede ser también estos inicios propiamente ya de la evangelización o la presencia parroquial en nuestra diócesis la celebramos con júbilo, con alegría, en comunión con los demás.

Tiene que ver mucho por tanto lo que sea esta festividad o estas celebraciones del bicentenario, no sólo enclavadas en el bicentenario de nuestra patria, de la libertad de nuestra patria, sino enclavadas justamente en este propósito que la Iglesia aquí en Cochabamba anuncia la salvación y además que la anuncia en este sentido muy particular con la Virgen María. Porque no hay que olvidar, San Joaquín, Santa Ana, los papás de María tienen las imágenes justamente tanto al norte como al sur a la Virgen Niña, a la Virgen María. Son los abuelitos de Jesús, ¿cierto? Por tanto, vean que marca, marca nuestra espiritualidad. Por eso somos marianos.

Por eso creo yo que la Virgen de Urcupiña en su advocación es propiamente la fuerza grande de integración de lo que viene a ser también nuestra Iglesia aquí en Cochabamba. Pero sin ir no muy lejos, también tenemos a la Bella, las dos advocaciones de la Virgen María centradas justamente en nuestra espiritualidad, Urcupiña y la Bella, la Virgen María asunta a los cielos.

Les invito pues entonces, hermanos, a que de verdad nosotros nos alegremos y entremos en esta espiritualidad, que sepamos que ciertamente nuestra misión y aquello que celebramos íntimamente en el corazón pueda explotar y pueda ser anuncio también para todo Cochabambino, toda Cochabambina, para nuestra tierra, nuestro pueblo, nuestras familias, nuestra nación y que desde aquí se extienda también para todo el mundo. No olvidemos por tanto, estamos en comunión con aquello que es fundamental también en nuestra vida y en nuestra espiritualidad aquí en Cochabamba. Hemos escuchado la primera lectura.

No habla de otra cosa que sino de la universalidad en la que Dios quiere. Que todo el mundo escuche esta palabra, que todo el mundo responda positivamente al amor de Dios. Yo mismo vendré a reunir a todas las naciones y a todas las lenguas, daré una señal y algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones extranjeras.

Todo ser humano es llamado a la salvación

Ellos traerán a todos sus hermanos como una ofrenda al Señor hasta mi montaña santa de Jerusalén. Es el signo extraordinario, es el signo de la presencia de Dios en este mundo que ama profundamente a cada ser humano y a todo ser humano con este amor le invita a seguir su camino, le invita a participar del banquete o en este caso de esta montaña. Todo ser humano es llamado a la salvación.

Jesús si entrega su vida y a precio de sangre nos rescata, lo hace por todos y cada uno. Hermanos míos, esto es fundamental en la vida. De todas las generaciones, de todos los tiempos, de todas las naciones, de todos los pueblos, no está solamente para un pequeño grupo.

Quiere decir que esta salvación es anunciada y es predicha de parte de Dios y de Jesús para ti, para ti, para ti, para mí. Esa es la gran universalidad. Por eso decíamos, o decía el mismo salmista, vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio.

¿Quiénes serán aquellos que anuncien el Evangelio? A los que se les ha convocado para que sean discípulos, misioneros, apóstoles del Señor. Si están congregados en esta asamblea, la Iglesia Católica es para esto, en función de los demás, en función de anunciar esta salvación a todos, no a que sean parte de la Iglesia Católica. Bienes, o si nosotros hemos sido llamados a esto, es para anunciar este amor de Dios, esta salvación, esta alegría y este gozo profundo que significa que estamos caminando hacia la gloria de Dios.

 Si anunciamos a María y su ascensión, estamos anunciando que todo el género humano está llamado a participar de la gloria de Dios. Si somos peregrinos, estamos peregrinando y esperamos llegar a la gloria de Dios, pasando por este mundo, ciertamente. Hermanos míos, aquello que se nos ha dado es grandioso.

¿Qué nos implica, qué implica? Si somos Iglesia, discípulos, misioneros, apóstoles, elegidos, convocados por Dios a cumplir esta misión con fidelidad, a ser corregidos, a iluminar nuestra vida con aquellos acontecimientos también que no siempre son buenos, a convertirnos constantemente para que luego también nosotros, siendo parte de este Edil, de este pueblo, podamos manifestar a los demás en qué consiste la salvación, entrando por la puerta estrecha. ¿Cuál es esta puerta estrecha? ¿Cuál será la puerta estrecha? Pregunto. ¿Acaso no será la fidelidad al Señor? ¿Acaso no será su misión del Señor? ¿Acaso no será, en caso también de las correcciones y de los sufrimientos, ofrecerlas en bien de la humanidad y clavarlas en la cruz de Cristo? Muchos serán los llamados, pocos los escogidos, o habrá algunos que, siendo los primeros, serán los últimos, y siendo los últimos, serán los primeros.

Hermanos míos, aquí no se trata de ser últimos o primeros, se trata de participar del banquete. Si participamos bien, si cumplimos bien nuestra misión, si de verdad somos aquellos que día a día se convierten y anuncian el Evangelio y viven el Evangelio en lo cotidiano, son anunciadores de aquello. Podemos vivir la gloria de Dios anticipada ya en esta tierra.

Partícipes del reino de Dios, partícipe del banquete, partícipe de las bodas del Cordero. Que no pase aquello, entonces, que quedemos fuera. Y cuando toquemos, que nos diga el Señor, no te conozco.

Se trata de vivir bien nuestro ser católico. Se trata de vivir bien aquello que el Señor nos ha regalado. Se trata de ser luz también que anuncia esta buena noticia a todo el mundo, a todo el género humano, sobre todo y comenzando por nuestro entorno, que es lo más difícil, ¿no es cierto? A nuestro entorno, porque nos conocen, porque saben quiénes somos, porque saben dónde nos aprieta el zapato.

Que justamente, convertidos en el Señor, podamos ser anunciadores de la salvación. Caminemos hacia la montaña. Que estas devociones nuestras, a San Joaquín, a Santana, que nuestras devociones nuestras a la Asunta de los Cielos en la Advocación de Urcupiña, en la Advocación de la Bella, nos conduzcan también a esta fidelidad para pasar por esta puerta estrecha y seamos con alegría y gozo anunciadores de la buena noticia.

Amén.

Fuente: https://boletinelmensajero.blogspot.com/

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