“La Necesidad Vital del Amor”, reflexión de hoy en la homilía del arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz
Prensa CEB 3.11.2024.- El arzobispo de la Arquidiócesis Nuestra Señora de La Paz, se refiero en su homilía de hoy “Día del Señor”, al amor humano y al amor espiritual. Mostrando unas láminas a sus feligreses, monseñor Percy Galván se baso en tres conceptos para entender este valor, primero que el amor es efímero, interesado y por el último el amor es gratificante.
Luego del feriado de Todos Santos, este domingo desde la Basílica Menor “Santa María de los Ángeles (San Francisco) en la ciudad de La Paz, Mons. Percy, explicó la diferencia entre el amor humano y el amor espiritual, introduciendo su reflexión decía: “Queridos hermanos y hermanas, hoy la palabra de Dios nos presenta el núcleo de la doctrina y de la espiritualidad cristiana. Nosotros somos católicos cristianos, para ser presente en el mundo el amor de Cristo”.
Agregando que, se debe amar a Dios sobre todas las cosas, con todo el corazón, con toda el alma y “amar al prójimo como a ti mismo”. “Queridos hermanos, si nosotros cumplimos este mandamiento, ya en esta vida vamos a disfrutar de la paz y la felicidad que viene de Dios”, aconsejó monseñor Percy.
Acotó que el amor es una necesidad vital y que no es una opción, “no es que sí o quiero, puedo amar o no puedo amar. No. Para vivir y dar vida necesitamos amar”, comentando que si no nos ama la gente y sino “nosotros”, no amamos a los demás, seremos “cadáveres andantes, difuntos y muertos”.
“Por eso Dios, que es amor, nos ha traído vida en abundancia, es decir, nos ha traído su amor. Queridos hermanos, ahí está la clave de todo”, recalcó el arzobispo de La Paz.
EL AMOR ES PASAJERO Y EFIMERO VS. EL AMOR DIVINO
Monseñor Percy, explicó que el amor humano dura mientras tengamos la voluntad, sin embargo, el amor divino, es permanente, eterno, “dicen las virtudes teologales, va a terminar la fe, va a terminar la esperanza, pero el amor nos va a acompañar para vivirlo junto a Dios en la otra vida”.
“Ese amor maravilloso, divino y espiritual que nos ha traído Dios y que es capaz de darnos la felicidad y la salvación”, ovacionó el arzobispo.
EL AMOR HUMANO ES INTERESADO VS. AMOR DIVINO
Como segunda característica la autoridad eclesial, afirmó que el amor es interesado, es decir, “yo te doy, si tú me das”, en donde siempre se espera un agradecimiento por dar amor, calificando a esto como un cáncer de la vida matrimonial, y que, por lo tanto, se espera siempre algo a cambio.
“El amor humano de eso se alimenta, del agradecimiento, de la retribución, de eso se alimenta. En cambio, el amor divino no, el amor divino es desinteresado, (…) No estoy esperando que el otro me agradezca por el bien que le he hecho, yo ya lo he disfrutado en el momento que le hice el bien, por lo tanto, ya soy feliz. En cambio, el otro sigue esperando, ay, está mal agradecida, ay, este malagradecido”, explicó.
EL AMOR HUMANO GRATIFICANTE VS. AMOR DE DIOS
“Cuando uno está enamorado, sonriendo nomás anda, ¿se han dado cuenta?, dijo jocoso monseñor Percy, haciendo alusión a un amor gratificante. Pero, añadió, el amor de Dios es, salvífico que nos lleva al cielo, a la vida eterna. Consultando a sus feligreses: “¿Queridos hermanos, como qué podemos hacer para alcanzar, por lo menos este tanto amorcito humano?
Respondió el arzobispo, qué primero – y según la biblia – se debe uno aceptar y amar, que a decir de Mons. Percy, es la raíz de odios, rencores, venganza y de peleas. “No nos conocemos y no conociéndonos no nos aceptamos, no nos amamos. ¡Ámense queridos hermanos ¡”.
“Hay que amarse, hay que aceptarse, hay que conocer nuestro origen, no hay que avergonzarnos de nuestra familia, de nuestro pueblo, de nuestro lugar de donde venimos todos ustedes”.
Insistió que, si uno no se acepta y si no se quiere o ama, no va hacer posible amar a los demás. “Amémonos queridos hermanos, por favor, por ahí empieza la cosa, amémonos”, pidió a sus feligreses.
“Y de ese amor que nos tenemos, porque nos queremos y porque reconocemos a nuestro Dios que con cada uno de nosotros ha hecho su obra perfecta, voy a empezar a amar a los demás. Y para alcanzar el amor divino más fácil, solo tengo que orar por lo menos tres veces al día, orar, orar y orar”, puntualizó el arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz.