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Mons. Oscar Aparicio exhorta ejercer el voto con serenidad y paz

Prensa CEB 15.12.2024.- Lo que nos corresponde, a lo que estamos llamados, y a los que estamos llamados justamente también a ser y a servir a los demás. Les invito pues entonces, hermanos, a acoger la invitación de Juan Bautista, de Sofonías, de San Pablo, en esta mañana, a ejercer bien, evidentemente, lo que nos toca hacer, como es esto de los comicios judiciales, pero hacerlo también con serenidad, con paz. Que el Señor nos conceda, nos conceda a todos, y también como nación, nos conceda esta alegría, este gozo, porque sabemos en quién nos apoyamos y de dónde viene la paz y la libertad, de esta manera se refirió Mons. Oscar Aparicio, Arzobispo de Cochabamba a las elecciones judiciales que se realiza en nuestro país el día de hoy domingo 15 de diciembre y tercer domingo de Adviento.

 En el fondo, respondan al amor de Dios en los hermanos. Condúzcanse bien. Amando a los demás, ustedes entrarán en este gozo y en esta conversión, tomando bien su función, haciendo su función correctamente, no sólo hará un buen servicio, sino que tendrán el gozo y el corazón. Por eso, en este Día de Elecciones, de verdad, tan convulsionado en nuestro país, tan lleno de todo tipo de situaciones, ciertamente nos debería hacer entrar en un gozo enorme cuando renovamos también autoridades judiciales. Aunque también tenemos esta sed o descubrir cuánta gente se puede resistir a estos cambios profundos, a enderezar los caminos del servicio al que estamos llamados, que predominen otras cosas, seguramente no es lo mejor, resaltó.

 ¿De dónde proviene entonces, por ejemplo, la falta de justicia, de paz, de libertad, de los corazones cerrados? ¿De dónde provienen las tristezas, las amarguras y las frustraciones de corazones amargados, encerrados en sí mismos? ¿De dónde proviene la corrupción, el narcotráfico, la muerte, las guerras fratricidas de corazones que no se abren al amor de los hermanos? Por tanto, ¿cómo se puede tener paz? ¿Cómo se puede tener paz? Que sea pues el Señor que nos invite, a nosotros que nos abra los corazones, que seamos capaces de entrar en este gozo, exultarlo a los demás, así como hace Juan Bautista. Juan Bautista está bien ubicado, ¿no es cierto? Es uno de los hombres más ubicados en este mundo, por lo menos que se expresa en los evangelios. Cuando le dicen cuáles, en qué consiste la conversión, indica en qué, puntualizó la primera autoridad de la Iglesia de Cochabamba.

HOMILÍA DE MONS. OSCAR APARICIO

ARZOBISPO DE COCHABAMBA

DOMINGO 15 DE DICIEMBRE

Pueden tomar asiento hermanos y hermanas. Aclamemos al Señor con alegría. Hemos repetido nosotros en la antífona del Salmo para entrar justamente en este espíritu, en esta forma de verdad de agradecer profundamente a Dios y entrar en este gozo que Él nos quiere dar.

Sabemos que el tercer domingo del  Advenimiento de la venida del Señor está caracterizado por esto, la alegría, el gozo. Gaudete, gocen en el Señor, alégrense en el Señor porque es lo que realmente debías de gozar en nuestros corazones y vean que es fruto de varias cosas. Primero, el fruto del gozo es justamente de este anuncio que aparece ya en Sofonías. El Señor está cerca, o lo que aparece también en la lectura de San Pablo que anuncia la cercanía de Dios, el nacimiento del Señor que viene a liberar, a salvar, que viene a justamente darnos también la paz, su reino que esté presente en medio nuestro. Quiere decir casi que en síntesis, diríamos así, el gozo nos puede venir justamente de un Dios que está cercano, que nos ama profundamente, que trae la libertad y trae la paz. Es importante, por tanto, es reconocer este Señor que nos da este gozo y este cariño.

Yo espero, hermano, que ustedes todos experimentemos esto. No hay nada mejor que ser amado, ser considerado, ser atendido. Y si Dios lo hace, podemos tener esta paz enorme y la libertad en el corazón. ¿De dónde viene entonces el gozo profundo? El gozo profundo, el gozo que no perece, el gozo, diríamos así, en eterno que va justamente en progreso total el sabernos amados por Dios y poder tener la capacidad de responder a este amor. Si Dios habita en nuestro corazón, si Dios está entre nosotros, si Dios te ama profundamente, es un gozo incalculable que después se puede expresar en los demás. Cuando vivimos en una familia, por ejemplo, de amados profundamente por los papás, por los hermanos, y una sociedad después que nos empieza a abrir el corazón y amar, de verdad que crecemos en paz, en libertad, en gozo, no conflictuados.

Por tanto, que este gozo que celebramos hoy y que se nos anuncie en este domingo alcance a ese punto de parte nuestra. Y si hemos tenido experiencias que del todo no nos han hecho entrar en este gozo, en esta libertad y en esta paz, estamos a tiempo de todavía enderezar los pasos, de todavía saber que dónde está lo esencial de la paz, del amor, de la libertad, del reino de Dios, del amor presente en nuestras vidas. Por eso el anuncio de Juan Bautista es excelente.

Frente a aquellos a los que ha llamado la conversión, cambien de vida, enderecen las sendas, vayan a lo esencial, experimenten lo realmente importante, vayan a lo central de lo que significa la vida. ¿En qué se radica este gozo, esta libertad y esta paz? ¿En qué se radica? Hay que retornar a las fuentes. Aquellos le preguntan, ¿qué debemos hacer cuando Juan Bautista proclama el Evangelio y proclama la conversión? ¿Qué debemos hacer? Vean que a cada uno, a cada sector, le dice lo que debe actuar o cómo debe comportarse o qué debe ser exactamente lo central.

En el fondo, respondan al amor de Dios en los hermanos. Condúzcanse bien. Amando a los demás, ustedes entrarán en este gozo y en esta conversión, tomando bien su función, haciendo su función correctamente, no sólo harán un buen servicio, sino que tendrán el gozo y el corazón. Por eso, en este Día de Elecciones, de verdad, tan convulsionado en nuestro país, tan lleno de todo tipo de situaciones, ciertamente nos debería hacer entrar en un gozo enorme cuando renovamos también autoridades judiciales. Aunque también tenemos esta sed o descubrir cuánta gente se puede resistir a estos cambios profundos, a enderezar los caminos del servicio al que estamos llamados, que predominen otras cosas, seguramente no es lo mejor.

¿De dónde proviene entonces, por ejemplo, la falta de justicia, de paz, de libertad, de los corazones cerrados? ¿De dónde provienen las tristezas, las amarguras y las frustraciones de corazones amargados, encerrados en sí mismos? ¿De dónde proviene la corrupción, el narcotráfico, la muerte, las guerras fratricidas de corazones que no se abren al amor de los hermanos? Por tanto, ¿cómo se puede tener paz? ¿Cómo se puede tener paz? Que sea pues el Señor que nos invite, a nosotros que nos abra los corazones, que seamos capaces de entrar en este gozo, exultarlo a los demás, así como hace Juan Bautista. Juan Bautista está bien ubicado, ¿no es cierto? Es uno de los hombres más ubicados en este mundo, por lo menos que se expresa en los evangelios. Cuando le dicen cuáles, en qué consiste la conversión, indica en qué.

Cuando se les pregunte directamente en qué consiste el gozo, en qué consiste el amor, en qué consiste la paz, en qué consiste la libertad, lo dice también de manera expresa. Cuando se refieren a Él, que podría ser el Mesías, dice exactamente lo que corresponde. Habrá uno al que no soy capaz de desatarle las andalias, y que Él es el Cristo, Él es el Salvador. Es el motivo fundamental del reino de Dios presente en este mundo. Es el Emanuel, el Dios con nosotros. Yo no lo soy…, esa es la indicación más clara. Si tú y yo pretendemos ser el Mesías, el Dios de nuestras vidas inclusive, tenemos tal equívoco y vivimos conflictuados. ¿Cuántas luchas por el poder? ¿Cuánta gente conflictuada en sí mismos? Por falta, justamente, no sólo de conversión, sino de ubicarse bien en este mundo.

Lo que nos corresponde, a lo que estamos llamados, y a los que estamos llamados justamente también a ser y a servir a los demás. Les invito pues entonces, hermanos, a acoger la invitación de Juan Bautista, de Sofonías, de San Pablo, en esta mañana, a ejercer bien, evidentemente, lo que nos toca hacer, como es esto de los comicios judiciales, pero hacerlo también con serenidad, con paz. Que el Señor nos conceda, nos conceda a todos, y también como nación, nos conceda esta alegría, este gozo, porque sabemos en quién nos apoyamos y de dónde viene la paz y la libertad.

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