Mons. Aurelio Pesoa: “El mundo y la historia no está en manos de los intereses de los poderosos”
Prensa CEB 09.04.2023.- Este Domingo de Resurrección, desde la Iglesia Catedral de Trinidad, Mons. Aurelio Pesoa Ribera OFM, obispo del Vicariato Apostólico del Beni y presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, habló sobre la buena noticia de la Resurrección, asegurando que “si Jesús ha resucitado, esto quiere decir que el mal y los malos no tienen la última palabra en la historia de la humanidad… El mundo y la historia no está en manos de los intereses de los poderosos, de los que deciden, sin tener en cuenta a los demás. La Resurrección de Jesús, es Buena Noticia para unos y es mala noticia para otros, depende de la honestidad con que estemos viviendo nuestra vida de fe, depende de qué parte estamos viviendo, si de parte de la justicia, o de la injusticia”, señaló.
La autoridad eclesial hizo referencia al peligro de inventar acusaciones que hacen daño al prójimo, recordando que para hacer morir a Jesús se inventaron falsos testigos “hoy también se pueden decir cosas que no son verdad y hacer mucho daño”, advirtió.
“Que penoso sería para los pobres del mundo, para las víctimas de la injusticia, del mal, que la historia estuviese en manos del poder del dinero, en manos del pecado y de los que le sirven. La historia sería realmente un contra sentido”, dijo el obispo, al recordar que quien da sentido verdadero es el Señor. “Él es la garantía cierta de que triunfará el bien, la justicia, la honestidad, Dios triunfará en definitiva y con Él, todos los que sirven a la verdad en este mundo”, dijo Mons. Aurelio a tiempo de llamar a cada cristiano a una vida de amor, servicio, honestidad, caridad, compasión y tolerancia, dejando la vieja vida de las envidias, los intereses personales, los odios, los resentimientos, la descalificación, la venganza, las mezquindades, los engaños y mentiras.
Mons. Pesoa insistió en que la resurrección debe llevarnos al paso de una vida nueva donde podamos amarnos y entendernos, “valorarnos los unos a los otros, alegrarnos del bien y de los éxitos del hermano, buscar el interés del pueblo sufriente, de los descartados. Seamos servidores, solidarios, perdonar, reconciliarnos, es decir: no dejarnos esclavizar por las cosas negativas de este mundo”.
En su reflexión, Mons. Aurelio dijo que una vida poseída por la pandemia de la mundanidad espiritual, es contraria a la vida de los resucitados con Cristo en el bautismo y solo se puede vencer con un sabio discernimiento y con “la medicina de la verdad, que tantas veces rechazamos, cuando estamos poseídos por esa enfermedad”. Pidió a los fieles huir de todo aquello que nos aleja de Dios y de los hermanos, “esforcémonos por ser buenos cristianos y buenos ciudadanos”, pidió.
El presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, con la alegría de Cristo Resucitado deseo una vida nueva y eterna para todos “Que nada impida nuestra resurrección con Cristo. ¡Feliz Pascua a todos Aleluya, Aleluya!”, concluyó.
Domingo Pascua
Evangelio de Juan, 20, 1-9
09 de abril de 2023 (A)
“Ha Resucitado el Señor, ALELUYA, ALELUYA”
1.- La liturgia de la palabra de este domingo, es como el resumen de los que hemos vivido en esta Semana Santa. Hoy, celebramos con gran alegría el triunfo del Dios de la vida, sobre la muerte. Es el tiempo oportuno para que el Señor, por su Muerte y Resurrección, haga fructificar en la vida de todos los bautizados frutos de buenas obras.
La Resurrección es la realidad más admirable de Dios en la historia de la humanidad creyente. Aquella madrugada de Domingo, el sepulcro en el que pusieron a Jesús fue visitado por las mujeres y estaba vacío, avisados los discípulos Pedro y Juan, salieron corriendo hacia el sepulcro, constataron que no estaba el cuerpo de Jesús, Pedro quedó perplejo, pero Juan, dice el texto del evangelista, vio y creyó. Su acto de fe nos invita a nosotros a creer la Buena Noticia que, desde entonces, viene anunciando la Iglesia: Jesús, ha resucitado.
Si Jesús ha resucitado, esto quiere decir que el mal y los malos no tienen la última palabra en la historia de la humanidad. Los que metieron a Jesús en el sepulcro, con sus artimañas y mentiras, no tienen la última y definitiva palabra.
El mundo y la historia no está en manos de los intereses de los poderosos, de los que deciden, sin tener en cuenta a demás. La Resurrección de Jesús, es Buena Noticia para unos y es mala noticia para otros, depende de la honestidad con que estemos viviendo nuestra vida de fe, depende de qué parte estamos viviendo, si de parte de la justicia, o de la injusticia.
Cuesta hacer el bien, pero cuando se trata de hacer el mal a borbotones salen las ideas. Recordemos que para hacer morir al Señor se inventaron testigos falsos, para decir cosas falsas, hoy también se pueden decir cosas que no son verdad y hacer mucho daño. El peligro de inventar cosas y acusaciones y hacer daño al prójimo no está ausente de la vida.
2.- Sin embargo, el mundo, la historia, no están en manos de los que no dudan en mentir, engañar para salirse con la suya. El mundo y la historia están en manos de Dios y su justicia. Dios dio la razón a su Hijo Jesús, por eso lo Resucitó
Qué penoso sería para los pobres del mundo, para las víctimas de la injusticia, del mal, que la historia estuviese en manos del poder del dinero, en manos del pecado y de los que le sirven. La historia sería realmente un contra sentido.
Pero Dios es el que da sentido y Él es la garantía cierta de que triunfará el bien, la justicia, la honestidad, Dios triunfará en definitiva y con Él, todos los que sirven a la verdad en este mundo.
Por eso hoy proclamamos, que Cristo ha resucitado, que la muerte no es el final. La muerte no puede matar el sentido de la vida. La muerte hace que acabe una etapa de la vida de cada uno de nosotros, pero Dios nos sacará de la muerte, como hizo con su Hijo Jesús, y nos llevará a la vida plena y definitiva.
La muerte no puede oscurecer el sentido pleno de la vida. La vida tiene sentido porque ni la misma muerte puede destruir la vida personal y su significado. Puede destruir este cuerpo, pero no puede destruir esta persona que, por la gracia de Dios, seguirá viviendo en la vida definitiva y verdadera.
3.- El bautismo nos ha hecho morir a una vida anterior. Una vida vieja, es una vida de esclavos del pecado, una vida que acababa en la muerte, Cristo ha logrado para la humanidad: una vida nueva. Hemos muerto a esa vida vieja y hemos resucitado a una vida nueva, de forma que somos resucitados con Cristo.
Nosotros ya somos miembros de Cristo resucitado, por nuestro bautismo. Somos cristianos, somos de Cristo. Por eso la nueva vida tiene que verificarse en una vida de amor, de servicio, de honestidad, de caridad, de compasión, de tolerancia; ya no la vieja vida de las envidias, de los intereses personales, de los odios, de los resentimientos, de la descalificación, de la venganza, de las mezquindades, de los engaños y mentiras. Todo eso tiene que morir en nosotros por el bautismo.
Hay que resucitar, pasar a la nueva vida de amarnos y entendernos, valorarnos los unos a los otros, alegrarnos del bien y de los éxitos del hermano, buscar el interés del pueblo sufriente, de los descartados. Seamos servidores, solidarios, perdonar, reconciliarnos, es decir: no dejarnos esclavizar por las cosas negativas de este mundo.
4.- El Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium 93”, nos alerta contra el mal de la mundanidad, afirmando: “…en esta mundanidad espiritual ni Jesucristo ni los demás interesan verdaderamente”, es decir, los propios intereses lo llenan todo.
Realmente una vida, poseída por la pandemia de la mundanidad espiritual, es contraria a la vida de los resucitados con Cristo en el bautismo y solo se puede vencer con un sabio discernimiento y con la medicina de la verdad, que tantas veces rechazamos, cuando estamos poseídos por esa enfermedad.
Que en nuestra nueva vida huyamos de todo aquello que nos aleja de Dios y de los hermanos, esforcémonos por ser buenos cristianos y buenos ciudadanos. Por eso queridos hermanos, busquemos a Dios, ahora que estamos a tiempo para agradecer al Dios de la vida y pedirle que guíe nuestro caminar como hombres nuevos, redimidos por la Resurrección de su Hijo Jesucristo.
Que el Espíritu de Cristo resucitado nos resucite también a nosotros a una vida nueva y eterna. Que nada impida nuestra resurrección con Cristo. ¡Feliz Pascua a todos Aleluya, Aleluya!