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Ago

Mons. Stanislaw Dowlaszewicz: “Ser católico hoy no es moderno o progresista, piensan algunos”

Prensa CEB 26.08.24.- Homilía de Mons. Stanislaw Dowlaszewicz, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Santa Cruz, desde la Catedral San Lorenzo Mártir, este 25 de agosto.

Saludo inicial

Muy buenos días, queridos hermanos, los reunidos aquí en la catedral y también los que participan siguiendo nuestra celebración a través de la televisión y de las plataformas digitales.

Un líder refleja su compromiso en tiempos de prueba

“Mons. René está esperando que el día lunes le den de alta.”

Hemos escuchado la noticia de que nuestro querido arzobispo, monseñor René, hace algunos días fue hospitalizado e intervenido quirúrgicamente. Está en nuestro hospital católico aquí en Santa Cruz, atendido por los médicos bolivianos en quienes tenemos plena confianza, ya que son muy buenos profesionales. Hoy día me mandó un mensaje diciendo que se recupera favorablemente y está esperando que el día lunes le den de alta. Estamos contentos, justo en este momento, cuando él, en estos días, celebra 25 años de su ordenación sacerdotal. Pido oración por su pronta recuperación y, en este momento, aunque sea, un fuerte aplauso para monseñor René desde la catedral, porque estoy seguro de que está siguiendo, mirando y participando, rezando junto con nosotros.

 Agradecimiento y celebración por el Día del Catequista

“Hoy celebramos con orgullo el Día del Catequista.”

También saludamos hoy día de una manera muy especial a nuestros catequistas en toda Bolivia y especialmente en nuestra iglesia de Santa Cruz, que sé que celebran hoy su día, el Día del Catequista, con ese bonito tema de los catequistas llamados a hacer de su misión este momento de resonar el evangelio en los corazones de los catequizados a quienes son enviados.

La liberación y la libertad: un llamado a servir al Señor

“Elijan hoy a quién servir”

Queridos hermanos, estamos celebrando el vigésimo cuarto domingo del año, y la Palabra del Señor en el Libro de Josué, en la primera lectura, proclama la liberación de la esclavitud llevada a cabo por Dios, la realización de los grandes signos de Dios en medio de su pueblo y la protección permanente del pueblo liberado para que viva en plenitud su libertad. Josué es un hombre valiente y respeta profundamente la libertad de sus hermanos. Si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy, dice, a quién quieren servir: si a los dioses que sus padres sirvieron al otro lado del río o a los dioses de los amorreos que ocupaban el país en que ahora viven ustedes. Y él, Josué, es el primero en dar la respuesta, pronunciándose, diciendo: “Por mi parte, yo y los míos serviremos al Señor”.

La Respuesta del pueblo: Servir desde la libertad

“Por eso nosotros serviremos al Señor”

Tras escuchar esta palabra, el pueblo responde como había respondido Josué, mostrando desde su libertad su disponibilidad de servir al Señor. El pueblo también responde: “Por eso nosotros serviremos al Señor, ya que Él es nuestro Dios”. Esa disponibilidad en el amor para servir al Señor desde la libertad es la que caracteriza también a la comunidad eclesial respecto a Cristo, así como escribe la carta a los hebreos, a los efesios. Tal actitud debe constituir a su vez la clave de todas las relaciones en nuestra vida comunitaria.

La crisis de identidad cristiana en el mundo moderno

“Ser católico hoy no es moderno o progresista”, piensan algunos.

Queridos hermanos, nuestra manera de comportarnos está muchas veces muy lejos de la de Josué. Por una parte, nos ha entrado una especie de complejo de llamarnos cristianos, de llamarnos católicos. El entorno social nos está haciendo creer que ser cristiano católico hoy día es una cosa trasnochada, es ir contracorriente. “Ser católico hoy no es moderno o progresista”, piensan algunos. Por otra parte, un cierto número de personas hoy día han optado por vivir sin Dios o, tal vez, sea mejor decir, por servir a otros dioses, estos dioses más cómodos inventados por nosotros mismos, dioses que tranquilizan conciencias, dioses de los que nos acordamos cuando necesitamos algo. Cuando nos falta algo decimos: “Algo debe haber”, “No necesito a Dios”, “Son cosas del pasado”, dicen otros.

La desconexión espiritual

“Creyentes pero no practicantes”

Y algunos siguen creyendo, pero sin saber muy bien en qué, sin saber explicarse demasiado en qué consiste lo de ser creyente, lo de ser católico, y se autodefinen, como varias veces lo escuchamos, “creyentes, pero no practicantes”, dos conceptos, queridos hermanos, incompatibles entre sí. Creo y practico lo que creo, o nada de esto. Sin embargo, hay otras personas que aún se mantienen como creyentes, a menudo desconcertados porque los amigos, los parientes, los compañeros del trabajo ya no creen, y ellos, a su fe, la llevan un poco a escondidas.

La pérdida gradual de la identidad Cristian

Van poco a poco perdiendo su identidad cristiana

Llegan a cansarse o desmotivarse para hacer el bien o defender la verdad. La justicia y el amor no son criterios de sus opciones. Al ver cómo los valores a su alrededor son otros, ellos mismos, sin darse cuenta, van poco a poco perdiendo su identidad cristiana y católica.

La fe y su verdadera esencia

“Serviremos al Señor porque Él es nuestro Dios.”

Pero, ¿qué es esto de la fe? Se han dado muchas definiciones, muy abstractas muchas veces, como lo de “creer lo que no vemos” o “creemos”, significa “los mandamientos de Dios, los preceptos de la Iglesia” o pensamos que “creer” significa “practicar una serie de ritos, obligaciones, algunos cultos o procesiones”. Ciertamente, estas definiciones están alejadas de la experiencia del pueblo de Israel. Si nos fijamos en las palabras de Josué de la primera lectura: “Serviremos al Señor porque Él es nuestro Dios”, está proclamando, sobre todo Josué, un estilo de vida. Creer es servir al Señor, es escucharle y, después de escucharle, poner en práctica sus palabras, sus mandatos, sus mandamientos.

La Eucaristía: un desafío para los creyentes

“Ustedes están conmigo porque han comido pan hasta saciarse.”

El fragmento del Evangelio de hoy es la conclusión del discurso del Pan de Vida que venimos siguiendo estos últimos domingos. Es el último de los siete discursos de Jesús en los que se ha ido explicando, a modo de una larga catequesis, el sentido de la Eucaristía en la que no han faltado frases bien exigentes, puede ser también una denuncia. Eso hizo Jesús cuando dijo: “Ustedes están conmigo porque han comido pan hasta saciarse. Y si no comen mi carne y no beben mi sangre, no tendrán la vida eterna”. Fuertes las palabras del Señor, y ahí nace, después de esa pregunta dirigida a los oyentes y a los suyos, a sus discípulos: “¿También ustedes, después de escuchar todo eso, quieren irse, quieren marcharse?”

El pan de vida: una oferta siempre vigente

“Jesús sigue ofreciéndose como pan de vida”

Vivimos en una sociedad en la que hay muchas personas que “de vuelta” de todo, también “de vuelta” la fe, la experiencia de Dios, la ven como pasada de moda, ni siquiera les merece la pena llegar a cuestionarse la misma existencia de Dios. Vivimos en una sociedad saciada y muchas veces sumida en una apatía. Hay quienes tienen hambre, pero hambre de tantas cosas que, si quizás les quitan el tiempo para ocuparse de Dios, otros están, como decimos, tan hartos de todo que tampoco tienen hambre de Dios.Sin embargo, Jesús sigue ofreciéndose como Pan de Vida, como el verdadero alimento que puede saciar y llenar el sentido de la vida de los hombres y mujeres de nuestro mundo, de este mundo en que vivimos.

La misión de la Iglesia: Ofrecer el Pan de Vida

“Es su misión, es nuestra misión”

La Iglesia del siglo XXI sigue ofreciendo a Jesús como Pan de Vida. Esa es su misión, esa es nuestra misión, ofrecer a Jesús, hablar de Jesús como Pan de Vida. Pero, muchas veces, incluso los que habían sido seguidores de Jesús ya no quieren tener nada con Él. Se habrán escandalizado, como aquellos de los que hoy nos habla el Evangelio.

Los peligros de las distracciones mundanas

“Les puede haber robado el corazón el afán de poder”

Tal vez se hayan visto encandilados por otras realidades que les hayan apartado del camino de la fe, les puede haber robado el corazón el afán de poder, de tener, de placer, de consumir todo lo que los mercados de este mundo ofrecen a cambio de recibir inmediata felicidad en una Iglesia que es comunidad cristiana de los creyentes, en la que cada vez somos menos, sigue vigente la pregunta de Jesús: también hoy Jesús nos pregunta a nosotros aquí en la catedral, a los que están escuchándonos a través de los medios de comunicación.

La tentación de abandonar la fe

“¿También ustedes quieren marcharse?”

¿Todo eso lo que vivimos también provoca en nosotros esas ganas de abandonar a Dios, de dejar la Iglesia, de salirse de ella? “¿También ustedes quieren marcharse, también ustedes quieren dejarme solo?” Hay diferentes formas de marcharnos. La más radical es la de olvidarnos de todo lo que hace referencia a Jesús y al Evangelio. También hay formas más refinadas, como arrinconar la experiencia de Dios a lo más íntimo del corazón, pero sin que se nos note y sin influir absolutamente en nada en la vida de cada día, en la vida de cada uno de nosotros.

La fe superficial

“Es una forma cómoda de vivir lo religioso”

Para otros, la fe es una realidad que, transformada o mejor dicho deformada en simple religiosidad, y a esa religiosidad la sacan en los momentos, diría, para pasear, participar en una procesión, llevar una imagen, peregrinar solamente a un lugar para obtener algunas cosas. Participamos en algunos eventos religiosos, ¿qué más? Ahí se queda, porque es una forma cómoda de vivir lo religioso que no nos impide contemporizar con una sociedad que se aparta frecuentemente de los valores del Evangelio. Y eso nada tiene que ver con Jesucristo. Queremos vivir nuestra vida sin Él, arrinconándolo, cerrándolo en los muros de los templos.

La fe una elección libre y transformadora

“La fe no es una realidad que se incorpora como un añadido”

Queridos hermanos, la fe que se nos propone en el Evangelio tiene que pasar por una elección libre tras sentir la llamada del Señor. Nos tiene que resultar tan necesaria como el alimento de cada día, porque la fe no es una realidad que se incorpora como un añadido a nuestra vida, sino una forma diferente de ser, de vivir, que llena de gozo, alegría y esperanza al creyente. Es abrirse a una visión nueva, una visión positiva del mundo en el que nos toca vivir hoy.

Jesús, el pan del cielo: una causa que debemos hacer nuestra

“Solamente tú tienes palabras de vida eterna”

Queridos hermanos, Jesús es el verdadero Pan del Cielo, pero es un pan que tenemos que asimilarlo, haciendo nuestra su causa y la del Evangelio. Por eso, nosotros tenemos que hacer nuestra propia respuesta, parecida a la de Pedro, cuando escuchó: “¿Ustedes quieren irse, quieren marcharse?” Y Pedro responde: “Señor, ¿a quién vamos a ir? Solamente tú tienes palabras de vida eterna”. Quizá esta respuesta de Pedro nos ofenda un poco, suena como último recurso, como una última opción: “¿A dónde vamos a ir?” A ninguno de nosotros le gustaría ser amado solamente porque no hay nadie más a quien amar. Pero la respuesta completa de Pedro es esta: “Tú tienes palabras de vida eterna”. Esa es la elección positiva, no hay nadie que pueda darnos más.

Dia Nacional del Catequista: una misión de resonancia evangélica

“Tienen que hacer resonar que solamente el Señor tiene palabras de vida eterna”

Hoy es el Día Nacional del Catequista. Ustedes, queridos hermanos, que están siempre en la primera línea, como en la trinchera, en nuestras parroquias, en nuestras capillas, ustedes tienen que seguir enseñando y hacer resonar en los corazones de los catequizados que solamente el Señor tiene palabras de vida eterna. Ustedes tienen que seguir recordando que el mundo puede darnos algo bueno, pero eso durará un momento. Que el mundo puede obtener de nosotros, pero eso durará un tiempo.

La fragilidad de las tentaciones mundanas frente a la eternidad divina

“Si nos dejamos tentar por el mundo, algún día lo lamentaremos mucho”

Si nos dejamos tentar por el mundo, algún día lo lamentaremos mucho. Solo Dios da eternidad, esa buena eternidad que se llama Reino de Dios. Eso ustedes, los catequistas, tienen que seguir insistiendo, hablando y ayudando a responder a esa pregunta que hizo Jesús a los suyos: “¿También ustedes quieren marcharse?” La respuesta: “Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna, y hemos creído y conocido que tú eres el Santo de Dios, porque a Él vale la pena seguir sus pasos”. Así sea.

Fuente: https://campanas.iglesiasantacruz.org/

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