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Mons. Percy Galván: Honremos y recemos por todos los Catequistas, guías espirituales en el camino de la fe

Prensa CEB 226.08.24.- El Mons. Percy Galván, arzobispo de la Arquidiócesis de La Paz, agradeció a los catequistas, hombres y mujeres que con un compromiso inquebrantable, dedican sus vidas a guiar a otros en el camino de la fe.

“Hagamos honor, agradezcamos y recemos por todos los Catequistas del mundo”, pidió el arzobispo en la celebración Eucarística, este domingo 25 de agosto, con motivo del Día Nacional del Catequista.

Mons. Galván mencionó la labor de dos catequistas del área rural que desde los años 60, fueron testigos y actores de un florecimiento espiritual inspirado por el Concilio Vaticano II, durante las décadas de los 70, 80 y 90, cada comunidad rural contaba con un catequista, quienes celebraban la Palabra y preparaban a los fieles para recibir los sacramentos.

El Mons. Galván resaltó que aún hay signos de esperanza, recordó su encuentro con Benjamín Mancilla, un catequista de la comunidad de Tabacal, y con María, catequista en los Yungas, quienes siguen dedicando sus vidas al servicio de la fe, estos testimonios, según el arzobispo Galván, son una muestra clara de la convicción y el amor con el que los catequistas siguen cumpliendo su misión, incluso en las circunstancias más difíciles.

La autoridad eclesial subrayó el rol esencial de los catequistas como guías espirituales y “mistagogos de la fe” (Catequista que explicaba los misterios sagrados, especialmente los santos sacramentos), y exhortó a todos los matrimonios, sacerdotes y religiosos a seguir el ejemplo de estos hombres y mujeres, quienes, a través de su testimonio de vida, conducen a otros por el camino de la fe y el amor a Dios.

Refiriéndose al “Año de la Espiritualidad”, que se celebra en la Arquidiócesis, llamó a salir a las calles y desprender la fragancia maravillosa del amor al Señor y de recibir su amor sirviendo a todos a todos.

“Esa fragancia con el Señor no cuesta nada más que enamorarnos con Él, y hacer que Él realmente trascienda en nuestras palabras, en nuestra mirada, en nuestras obras y en nuestro amor. Eso es el catequista, queridos hermanos y hermanas, y los matrimonios en particular los curitas y las monjitas, estamos llamados a ser doblemente exigidos a ser catequistas para hacer mistagogos de la fe”.

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